Se eleva a 150 muertos el balance del desastre minero en Brasil
Los bomberos elevaron este miércoles a 150 la cifra de muertos del desastre minero del 25 de enero en el sudeste de Brasil, donde la búsqueda para rescatar los cuerpos de 182 desaparecidos continúa bajo intensas lluvias.
De los 150 cadáveres, 134 ya fueron identificados, precisaron los rescatistas trece días después de la rotura del dique que contenía más de 12 millones de metros cúbicos de desechos mineros de la empresa Vale en el estado de Minas Gerais.
La tragedia enlutó a Brumadinho, una localidad de 39.000 habitantes a 60 km de Belo Horizonte (capital de Minas).
La mayoría de los muertos y desaparecidos trabajaba en la mina Córrego do Feijao y muchos se encontraban almorzando en la cantina de la empresa, una de las primeras estructuras alcanzadas por el aluvión de barro.
El lunes por la noche el balance era de 142 muertos. Los nuevos cadáveres fueron hallados donde antes había un estacionamiento y en los alrededores de un vestuario, precisó Pedro Aihara, portavoz de los bomberos de Minas Gerais.
El rescate de todos los cuerpos "va a demandar mucho tiempo", sobre todo si continúan las lluvias, que impiden el uso de helicópteros y dificultan el desplazamiento de los bomberos en el terreno, advirtió Aihara.
"No estamos considerando reducir el efectivo" de socorristas, aclaró el portavoz.
Además de las pérdidas humanas, el lodo alcanzó el río Paraopeba, cuyas aguas se volvieron turbias, no aptas para baño, pesca o consumo.
Vale, que afirma supervisar la turbidez del río de forma permanente, anunció este miércoles que instaló una tercera membrana de contención para filtrar los residuos y evitar que continúen desplazándose río abajo.
Pero de acuerdo con la ONG SOS Mata Atlántica, que desde el día de la tragedia está en el lugar estudiando la calidad del agua, esas barreras apenas logran retener el 50% de los residuos.
La catástrofe ocurre apenas tres años después de un accidente similar en la localidad de Mariana, también en Minas Gerais, que dejó 19 muertos y devastó ecosistemas enteros al recorrer el lecho del río Doce hasta el océano Atlántico, a 660 km de distancia en la que fue considerada la peor tragedia ambiental en la historia de Brasil.