Entre burros, villancicos y piñatas: la Navidad se vive en cada comunidad de la ciudad

Las posadas, tradición arraigada en la cultura latinoamericana, continúan siendo en Panamá una manifestación viva del espíritu navideño, donde la comunidad se convierte en protagonista y guardiana de una herencia que se transmite de generación en generación.

Niños disfrutan de las posadas navideñas / TVN Noticias

En medio de luces, villancicos y sonrisas infantiles, varias comunidades del país han reafirmado su compromiso con las tradiciones navideñas mediante la realización de posadas, una costumbre que año tras año cobra vida gracias al esfuerzo conjunto de vecinos, familias y, especialmente, de los niños.

En sectores como Brisas del Golf en San Miguelito, residentes de varias calles se organizaron para celebrar una posada que ya suma seis años consecutivos, convirtiéndose en un punto de encuentro para grandes y chicos. La actividad, que rememora el caminar de José y María en busca de posada antes del nacimiento del Niño Jesús, fue organizada en gran parte por los propios niños, quienes convocaron a sus amigos y asumieron un rol protagónico en la planificación.

Vecinos explicaron que el objetivo principal es rescatar el verdadero sentido de la Navidad, más allá de los regalos, y fortalecer la convivencia comunitaria. “Esto es una fiesta, el nacimiento del Niño Jesús y la unión entre vecinos”, señalaron los organizadores, quienes destacaron que los padres acompañan y respaldan la iniciativa impulsada por los menores.

Durante la jornada, los asistentes disfrutaron de villancicos, piñatas, refrigerios, algodón de azúcar, palomitas de maíz y canastitas, en un ambiente cargado de entusiasmo. Los niños, caracterizados como pastores, ángeles, la Virgen María, José y otros personajes bíblicos, expresaron su alegría por participar en una tradición que consideran divertida y significativa.

Una experiencia similar se vivió en calle Belén, en el corregimiento de San Francisco, donde la comunidad realizó una procesión navideña con músicos, animales y representaciones del pasaje bíblico. Vecinos con décadas de participación destacaron que, pese al paso del tiempo y los cambios en el entorno urbano, la posada se mantiene como un espacio abierto a familiares, amigos y visitantes.

Organizadores coincidieron en que estas actividades permiten reconectar a las nuevas generaciones con valores como la solidaridad, el agradecimiento y la fe, al tiempo que fortalecen los lazos vecinales. “No solo es juguete, también es amor, familia y unión”, expresó una de las participantes más jóvenes.

Las posadas, tradición arraigada en la cultura latinoamericana, continúan siendo en Panamá una manifestación viva del espíritu navideño, donde la comunidad se convierte en protagonista y guardiana de una herencia que se transmite de generación en generación.

Información de Jessica Román y Luis Jiménez

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