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Ciudad de Panamá/Un grupo de migrantes originarios de países como Afganistán, Irán, Irak y otras naciones asiáticas se encuentra en una situación de total incertidumbre en Panamá, tras ser deportados desde Estados Unidos. Estas personas, que han recorrido largas distancias con el objetivo de alcanzar el sueño norteamericano, se ven ahora atrapadas en el país centroamericano, sin poder continuar su travesía y sin la posibilidad de regresar a sus países de origen.
Con la llegada del nuevo mandatario de Estados Unidos, muchos de estos migrantes se vieron obligados a abandonar su sueño de llegar al norte y, en su lugar, fueron deportados hacia Panamá, donde se encuentran varados. Aunque algunos han intentado solicitar asilo en el país, las autoridades panameñas les han negado estas peticiones de forma inmediata.
Elías Cornejo, representante de la fundación Fe y Alegría, que está ayudando a los migrantes, explicó la situación: "Son parte de las 300 personas que vinieron en los vuelos de deportación de Estados Unidos. Estas personas en Panamá no han cometido ningún delito ni irregularidad. Llegaron forzadamente al país, fueron trasladados a un hotel, luego algunos fueron llevados a San Vicente y han vuelto nuevamente acá a Panamá, donde los dejaron en Albrook para que se defiendan como puedan. Nosotros estamos ayudando con un poco de alimento, atención emocional y orientación sobre sus posibilidades".
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A pesar de las dificultades que enfrentan, muchos de los migrantes se niegan a regresar a sus países, pues la situación política y religiosa en sus naciones de origen les resulta insostenible. De hecho, algunos de los migrantes vienen de contextos de persecución religiosa y conflictos políticos que los han llevado a huir de sus hogares en busca de una vida mejor. La posibilidad de regresar no es una opción para muchos, quienes, a pesar de la adversidad, buscan una oportunidad para reconstruir sus vidas en un lugar seguro.
De las 46 personas varadas en Panamá, 29 son mujeres y 17 son hombres. Algunos de los migrantes provienen de países de América Latina, como Ecuador, Colombia y Venezuela, los cuales ya han regresado a sus países de origen después de haber vivido experiencias similares.
Las autoridades panameñas, por su parte, han continuado con su postura de negar el asilo a estos migrantes. Mientras tanto, la fundación Fe y Alegría sigue ofreciendo asistencia básica, como alimentos, apoyo emocional y orientación sobre sus derechos y opciones legales en Panamá.
Con información de Luis Velarde