Radar: Vulnerabilidad ante desastres, parálisis política y crisis médica
Ciudad de Panamá, Panamá/Panamá se enfrenta a desafíos estructurales que exponen las profundas fallas del Estado. Expertos advierten que estos problemas, que van desde una creciente vulnerabilidad ante desastres hasta la parálisis legislativa y la crisis de formación médica, son una consecuencia directa de la mala gestión y la falta de planificación a largo plazo. La urgencia de abandonar la reactividad y adoptar una cultura de planificación, inversión y rendición de cuentas es el consenso para construir un Estado funcional.
Vulnerabilidad y desastres: Un problema de desarrollo
El primero de los desafíos es una nación cada vez más vulnerable a los fenómenos climáticos, no por capricho de la naturaleza, sino por las decisiones humanas.
Nahuel Arenas, de Reducción de Desastres de la ONU, fue enfático al sentenciar que las tragedias son evitables: “Nosotros decimos que los desastres no son naturales. Los fenómenos pueden ser de origen natural... pero son desastres por problemas del desarrollo. Esas son nuestras decisiones de desarrollo...”.
La urbanización no planificada, la falta de normativa coercitiva y la escasa inversión en prevención han convertido a Panamá en un país más frágil. José Donderis, exdirector del Sistema Nacional de Protección Civil (Sinaproc), concluyó que “Panamá hoy en día es mucho más vulnerable que probablemente en los últimos 20 o 30 años...”.
El consenso es que, mientras los gobiernos se enfocan en la respuesta, la subdirectora de Sinaproc, Malitzie Rivera, recordó que el verdadero cambio debe nacer desde las bases, donde reside el mayor reto: “La parte más difícil y el reto más grande que tiene el Sistema Nacional de Protección Civil es organizar una comunidad, empoderarla de su gestión del riesgo de desastre...”.
Las tres discusiones apuntan a una misma conclusión: la urgencia de abandonar la reactividad y adoptar una cultura de planificación, inversión y rendición de cuentas para construir un Estado realmente funcional.
La parálisis de la Asamblea
La frustración ciudadana por el estancamiento de las reformas anticorrupción encontró eco en la Asamblea, donde el pasado periodo de sesiones concluyó con un "rotundo fracaso". El diputado Roberto Zúñiga (bancada Vamos) resumió el sentir de quienes esperaban un avance: “El sentimiento es también de frustración porque hay temas muy cruciales, no solamente el debate de las leyes anticorrupción, que fueron un rotundo fracaso, sino también el poco interés incluso del mismo presidente de la República en poder avanzar en los proyectos anticorrupción...”.
La Comisión de Gobierno sepultó iniciativas que buscaban dotar al Ministerio Público de herramientas reales. Sin embargo, el diputado Ernesto Cedeño abrió una ventana de esperanza al proponer una vía constitucional para revertir la decisión en el Pleno, desmintiendo que las leyes actuales sean suficientes: “Es falsa la aseveración de que con las leyes que estamos son suficientes...”.
Cedeño detalló que la decisión de la Comisión de Gobierno puede ser revocada, citando el Artículo 166 de la Constitución: "Un proyecto de ley puede pasar a segundo debate cuando la mayoría de la Asamblea, a solicitud de uno de sus miembros, revoca el dictamen de la comisión y diere su aprobación al proyecto”.
El sistema de salud panameño enfrenta su propia crisis de sostenibilidad
En paralelo a la parálisis política, el sistema de salud panameño enfrenta su propia crisis de sostenibilidad, evidenciando una desconexión total entre las universidades y el Estado. La Dra. Oris Lam de Calvo, decana de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá, señaló que la solución pasa inevitablemente por la planificación: “La palabra clave desde nuestro punto de vista es planificación; debe haber una planificación que inicia con las autoridades de salud, en las cuales ellas deben decir cuántos son los médicos que se necesitan en Panamá...”.
El problema no es solo la cantidad, sino la calidad y el futuro laboral. El Dr. Paulino Vigil De Gracia, jefe de Docencia e Investigación de la CSS, reveló la desproporción actual, “mientras la Caja de Seguro Social tiene una capacidad docente ideal para 360 internos, actualmente acoge a 850, comprometiendo su formación”.
El Dr. Vigil De Gracia reveló además la precaria realidad económica y el sacrificio que implica especializarse, lo que desincentiva a los jóvenes y afecta el relevo generacional.
Para un médico interno, el salario base es notablemente bajo: “Un médico interno interno interno por mes gana $2,088; eso es lo que gana un médico interno...”, una cifra que contrasta con el nivel de responsabilidad y los años de estudio.
Esta nota fue hecha con la asistencia de una inteligencia artificial y revisada por una periodista y un supervisor digital.