Markaz Tulkarem, un equipo de fútbol refugiado en su propia tierra
El Markaz Tulkarem, tiene pocos recursos económicos.
El Markaz Tulkarem es un equipo de la Premier League de Palestina compuesto por ciudadanos que son “refugiados en su propia tierra”, dice el fotógrafo navarro Joseba Zabalza que, junto a Helena Bengoetxea, conoció a estos jugadores cuando acababan de descender a segunda división.
Mientras pergeñaban el libro que ha surgido de su visita a Palestina, "Markaz Tulkarem, el retorno del equipo refugiado", el equipo ascendió de nuevo a primera, repitiendo así la inestabilidad que se ha convertido en una constante en su historia, antítesis del fútbol moderno, “industria del entretenimiento y negocio al cien por cien”, apunta Zabalza en una entrevista con EFE.
Que varias decenas de refugiados, habitantes del segundo campo más grande de toda Palestina, jueguen al fútbol es, según Zabalza, “plantarle cara al Gobierno israelí”, "acostumbrado a ver imágenes de palestinos lanzando piedras a su ejército” pero no a que realicen su vida con normalidad.
Y explica que para ellos “jugar es resistir la ocupación israelí, plantar cara con tu vida cotidiana en un estado de excepción constante” y en el que el gobierno de Israel “vive cómodo con el discurso del conflicto”.
Es fútbol pero es "un proyecto vital, social e identitario, nada fácil de sostener" porque el fútbol palestino es “muy pobre”, comenta, y añade que la Federación de fútbol “rara vez tiene fondos y hay jugadores que cobran un mes sí y otro no”.
Por eso Markaz Tulkarem, fundado en 1954 y ganador de la liga en el 83, tiene pocos recursos económicos, lo que hace “los jugadores se muevan bastante” y sea "un equipo de gente que juega al fútbol y también trabaja. Un fútbol pobre”.
Zabalza y Bengoetxea han presentado se trabajó en Katakrak acompañados por el técnico de Osasuna, Jagoba Arrasate, en una mesa redonda en la que, bajo el título “Más allá del fútbol. La Liga vs. Palestina”, se ha lanzado el mensaje del fútbol como componente social y transformador.
Zabalza agradece el paso al frente de Arrasate al participar en un debate con un componente político como este, y destaca que el técnico "ha entendido que la historia se basa en usar el fútbol a nuestro favor” para contar una realidad.
Apunta además que “es interesante que gente como él se moje” como el jugador del Athletic Mikel San José, que "también tiene un gran altavoz que le da ser una estrella del fútbol y se moja” en temas como el de Íñigo Cabacas.
Por eso Zabalza critica a “los futbolistas asépticos que no opinan sobre nada”, aunque reconoce que “el poder es muy difícil porque, si te posicionas, te vas cerrando puertas” en una carrera deportiva que suele durar pocos años, lo que “hace que cada vez haya menos futbolistas que se atrevan a hablar”.
De hecho el último ejemplo, recuerda, ha sido durante la huelga de las jugadoras de fútbol españolas, ante la que cree que “muy pocas voces se han atrevido a defenderlas”.
Por eso Bengoetxea con los textos y Zabalza con las imágenes han querido contar la historia de un equipo de fútbol que “para ellos es un orgullo y que nace como una necesidad de los palestinos de hacer deporte”.
“Cuando los expulsan, con la naqba, quieren seguir jugando al fútbol” y se organizan para crear este equipo con el que, desde su campo de entrenamiento, “pueden llegar a ver pueblos y territorios de los que fueron expulsados”.
Con una afición "fiel y colorida", los autores han utilizado la historia de este equipo y del fútbol como hilo conductor, "como excusa para hablar de la realidad de Palestina, de la ocupación y de su día a día”.
Joseba Zabalza señala que en Palestina “no se habla de fútbol moderno ni antiguo, porque su fútbol es el que es”, aunque sí que siguen la liga española y les "interesaría entrar en ese circuito, pero es imposible" al día de hoy.
Lo que sí están intentando Zabalza y Bengoetxea es traer al Markaz Tulkarem a jugar en Europa, porque para ellos “venir y enfrentarse a equipos europeos sería un sueño”.
EFE.