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La deportista se despide de Beijing tras haber caído también en la semifinal de los 400 metros vallas, donde en la fase previa del lunes logró su mejor marca personal, 56.30.
BEIJING (AP) -- La uruguaya Déborah Rodríguez se dejó el alma y el físico sobre la pista del Nido de Pájaro el miércoles, durante la carrera de los 800 metros con la que cerró su participación en el Mundial de Atletismo de Beijing.
La deportista, que pugnaba por colarse en el grupo de cabeza donde estaba la alemana Fabienne Kohlmann - que acabó ganando la prueba -, vio como Noélie Yarigo, de Benín, tropezaba con la estadounidense Alysyia Johnson Montano poco antes de encarar la curva final, provocando la aparatosa caída de la segunda corredora, que casi arrastró a ambas al piso.
"Logré esquivarlas abriéndome hacia la derecha, pero perdí tiempo y ya luego me taparon y no pude avanzar posiciones. Una se nutre de estas competiciones", relató al término de la carrera una exhausta Rodríguez, quien pese a su no clasificación para semifinales se marchó satisfecha con su rendimiento. "Estoy contenta y feliz. Siento que progresé mucho. Los 800 son una distancia nueva para mí y competí bien. Me queda trabajo por hacer, pero soy optimista".
Rodríguez acabó con un crono de 2:02.46 minutos, 5to de su serie y 34to global. La deportista se despide de Beijing tras haber caído también en la semifinal de los 400 metros vallas, donde en la fase previa del lunes logró su mejor marca personal, 56.30, aunque en la segunda carrera no pudo pasar rebajar los 56.47.
"Estoy muy contenta de haber pasado a una semifinal del mundo a mis 22 años. Fue un año muy duro con muchas competencias, dos oros a nivel sudamericano, bronce en los Panamericanos (.) Sé que voy para más. Tengo mucho potencial. Soy una bendecida y hay que ser positiva. Estar dentro de las 20 mejores del mundo para mí es un orgullo, pero quiero más", expresó entonces Rodríguez, que venía de ganar el bronce en los Panamericanos de Toronto, un logro que aumentó todavía más sus índices de popularidad en Uruguay.
La cara de la joven deportista, que en los Juegos de Londres 2012 mejoró su marca en los 400 vallas en más de un segundo, ya era sobradamente conocida en su país por sus trabajos como modelo y su aparición en numerosas campañas publicitarias. Además, su padre es Elio Rodríguez, un ex futbolista de cierto prestigio que llegó a jugar en la liga de Chile con Cobreloa, además de en el Mandiyú de Corrientes argentino. Hoy entrena en la segunda división uruguaya y la mundialista no tiene reparos en reconocer que lo tiene muy presente a la hora de entregarse al 100% al atletismo.
"Soy la única nena, con dos hermanos, pero mis padres me dejaron marchar a Punta del Este a entrenar cuando apenas tenía 14 años. Estoy aquí por ellos, y eso siempre lo voy a valorar", dijo Rodríguez, quien asimiló desde pequeña sus consejos de respeto personal y honestidad en el trabajo y hoy no duda de que obtendrá el boleto para participar en los Juegos Olímpicos de 2016, su próximo gran objetivo.
"En Sudamérica no competimos a este nivel, con cámara de llamada y tanta gente, y a veces eso le apabulla un poco a uno y pierde el foco. Pero estoy segura de que voy a clasificar a Río. Soy muy chica, pero en el atletismo la edad no importa cuando entras en la pista", zanjó, cansada pero intacta tras evitar morder el polvo en Beijing.