Sueños Robados
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Cuando terminó el partido y los Cleveland Browns habían humillado a su archienemigo, el quarterback Brian Hoyer paró para saludar a los fanáticos detrás de la zona de anotar en el lado oeste del estadio. Mientras hacía eso, se paró frente a un letrero que decía: "Este es Territorio Hoyer". "Eso está estupendo", dijo Hoyer con una pequeña sonrisa. Sí, estupendo, como el viento del artico en enero. Unos minutos más tarde Mike Pettine habló a la prensa mientras se escuchaba la algarabía saliendo del camerino hasta los pasillos hasta el salón de entrevistas. Ni el entrenador en jefe podía esconder lo que la victoria por 31-10 sobre los Pittsburgh Steelers significaba. "Es grande", dijo Pettine. "No les puedo mentir. Es una victoria divisional, pero que fuera contra Pittsburgh y de la forma que se produjo, fue algo especial". Así de especial fue la victoria más grande en casa sobre los Steelers desde 1987, y la más grande en general desde 1989. Es hora de tomar en serio a los Cleveland Browns. Esa puede ser una proposición difícil, debido a la historia del equipo. Restan 11 juegos, aunque los próximos tres son contra equipos que tienen récord combinado de 1-16. Pero las lesiones pueden nivelar cualquier cosa. Y los Browns no han logrado nada todavía. Pero cuando arrollan a Pittsburgh, algo definitivamente está ocurriendo. Este equipo se siente diferente. Razones tangibles e intangibles cuentan para esa verdad. Comencemos con el quarterback. Hoyer, el muchacho de Cleveland, quien lanzó 17 pases. Completó ocho. Pero su rating fue de 113.0 y promedió 12.7 yardas por intento, porque tuvo jugadas grandes de 42 yardas con Jordan Cameron y otra de 51 que culminó en touchdown, también con Cameron. Tras lidiar con la histeria por Johnny Manziel y de someterse a una rehabilitación durante la temporada baja tras una cirugía de rodilla hace un año, Hoyer tiene siete touchdowns, una intercepción y un rating de 99.5 -con Josh Gordon observando desde casa. Hoyer ha ganado cinco de los siete encuentros que ha iniciado con los Browns, seis de ocho de forma global. Los Browns han tenido un juego muy pobre por parte de sus quarterbacks durante mucho tiempo, que cuando uno juega bien es un recordatorio de lo que la posición puede aportar. Pero Hoyer recuerda de dónde vino, y cómo tuvo que trabajar tras ser cortado por tres equipos. Según Bleacher Report, cada sábado antes de los juegos en casa, Hoyer es el anfitrión de los quarterbacks suplentes, la línea ofensiva y los alas cerradas, en una cena servida por el restaurante Lola Bistro, propiedad de Michael Symon. "No existen grupos exclusivos en este equipo", dijo Pettine. El sistema de Kyle Shanahan funciona a la perfección. Los Browns están acarreando el ovoide de forma efectiva, lo que prepara a toda la ofensiva. Ben Tate acumuló 78 yardas e Isaiah Crowell sumó 77 contra los Steelers. Como equipo, los Browns tuvieron 158 yardas y promediaron 4.2 yardas por acarreo, con ambos pases para Cameron derivados del play-action. Joe Haden dijo que el equipo estaba listo para ganar. Que tenía talento. Pero solamente necesitaba que todo saliera bien. Y es aquí donde entra Pettine. Él es un coach franco y directo, que no oculta la verdad. Los jugadores aprecian la honestidad, y aprecian la responsabilidad, porque eso respalda a la honestidad. Lo más fácil durante la pretemporada era darle a Manziel la titularidad como quarterback. Pero Pettine no lo hizo. Justin Gilbert fue la octava selección global en el draft, pero cuando batalló vio cómo K"Waun Williams jugaba la defensiva nickel. Terrance West, líder corredor del equipo, no fue activado el domingo porque no hace las cosas tan bien como el equipo requiere cuando no tiene el balón en su poder, sin importar que él sea una selección de tercera ronda. Los jugadores pueden identificar de inmediato cuando un coach no es honesto. Si se supone que el mejor elemento debe jugar, pero en su lugar lo hace una selección alta del draft, los jugadores se dan cuenta. Pettine no hace eso, y así logra construir convicción y confianza, que forja la credibilidad. Los Browns habían comenzado ganando dos juegos cerrados y perdiendo dos. Luego, ganaron de forma contundente ante Pittsburgh. En algunas ciudades y para algunos equipos, eso es un simple inicio de 3-2. Pero en Cleveland, con los Browns, es motivo para algo que ha estado ausente durante mucho tiempo: fe.