¡Ahora el enemigo es de la casa!

La empresa Cervecería del Barú a través de su producto Cerveza Panamá tiene temblando al fútbol panameño; lo más triste es el momento en que está pasando este hecho.

somoslaselestaff
26 de abril 2013 - 05:12

A eso de las 3:00 p.m. la redacción de somoslasele.com estaba tranquila, como de costumbre, y me da por revisar la bandeja de entrada de mi correo y me encontré con una sorpresa nada grata para mí ni para el fútbol panameño: LA FEPAFUT ESTÁ SECUESTRADA. Era lo que decía explícitamente el correo que cambiaría el transcurso de mi tarde.

Muchas ideas pasaron por mi mente; pensé: cómo así, no entiendo. Y en ese momento llega mi compañero y me dice: “eso significa que no hay plata para nada, nada se mueve, ningún fondo”.

En ese mismo instante me percaté que la cosa era más seria de lo que parecía. Después de mucho meditarlo pude ver entonces que la Cervecería del Barú, a través de su producto Cerveza Panamá, estaba atentando contra el fútbol del istmo; una empresa que por varios años ha apoyado el deporte criollo, pero que en estos momentos juega con el sueño de más de 3 millones de panameños.

Yo les aseguro señores lectores que Don Joaquín J. Vallarino y Don Eric Del Valle cuando fundaron esta empresa en 1959, en la provincia de Chiriquí, nunca pensaron hacerle daño a este país que le ha dado tanto en cuanto a ganancias económicas. Eso lo tengo por seguro. Pero lo que no tengo muy claro es si los nuevos dueños, Heineken N.V. y Florida Ice & Farm Co, piensan igual que estos dos panameños que creyeron en un sueño y lograron escalar en el ámbito empresarial de aquellos años pioneros.

Esas misma medallas de premio a la excelencia que a diario vemos en los medios de comunicación, donde ponen a su marca por encima de las demás. Es ese mismo reconocimiento el que le ha dado el pueblo panameño a lo largo de los años a su selección de fútbol mayor. Son esos mismos 3 millones de habitantes que ríen, lloran y celebran el triunfo de su selección; son esos mismos panameños los que hoy ven truncados los sueños de un Mundial de Fútbol, gracias a peleas financieras.

Que hubo incumplimiento de contrato, cierto, nadie lo niega. Pero, ¿por qué reclamar ahora? ¿Será que hay una intención escondida detrás de todo este “show”?

Soy consciente de que los tratos son de caballeros, pero también es bueno saber que tenemos a nuestro técnico y una delegación de la Fepafut tirados en los Estados Unidos, porque no hay plata ni siquiera para pagarle a la persona que se encarga del aseo del nuevo edificio de la casa del fútbol. No dudo que Julio Dely Valdés y los demás tienen recursos para volver a Panamá, pero esa no es la idea.

O por otro lado, ¿qué dirá un Blas Pérez que está volando en el fútbol de los Estados Unidos? o un Felipe Baloy que cada vez que está defendiendo la vara de Penedo lo hace como si detrás tuviera a su familia. O ¿qué pensará un Joseph Blatter que hace algunos días estuvo en Panamá inaugurando un nuevo edificio y ahora le llega a sus oídos que el fútbol local ha sido secuestrado? Por favor, vuelvo y digo: al César lo que es del César, pero al fútbol de un país se le respeta.

¡Que mal! Como diría la hija de una amiga que siempre le recuerda: “mama te la ca…ste”. Bueno, acá pasó algo parecido y eso no tiene nada que ver con palabras de niños.

Lo más chistoso de todo es que antes Panamá estaba en el último lugar de la tabla; perdían en juegos como si se tratara de baloncesto (muchas a poquitas); muy pocos eran los que se interesaban por este deporte. Pero ahora, en el 2013, somos líderes de la tabla de posiciones, tenemos un equipo conformado por legionarios que lo dejan todo en el terreno, la FIFA puso sus ojos en Panamá y resulta que el villano de la película resulta ser lo que menos se esperaba.

Pasará lo que tenga que pasar y Dios nos agarre confesados…

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