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Panamá, un equipo de 45 minutos. Así podría llamársele a lo que se vio en Costa Rica, pero sería un halago que no se merecen los dirigidos por Dely Valdés. ¿Qué pasó en los vestidores? Es una buena pregunta que se la tienen que hacer los jugadores de Panamá, ya que después de un primer tiempo de ensueño, llegó la maldición y parece que les bajaron las ganas a los “panas” de ir a un Mundial.
Cuando me refiero a que somos un equipo de 45 minutos, digo esto porque solo se vio un fútbol ordenado y de categoría en los primeros minutos, pero parece que a los jugadores se les olvida que son 90 de partido y que en el segundo tiempo tienen que jugar igual o mejor para poder alcanzar un triunfo. ¿Qué les dijo o qué no les dijo Dely? Eso no lo sé ni lo sabré, pero los once que salieron en el primer tiempo no fueron los que se vieron en el segundo. Es más, parece que el trato era jugar bien el primer tiempo y el segundo le tocaba a Costa Rica. Esto sería una manera pesimista e irreal de ver este partido que nos dejó con una amarga derrota, que con el tiempo se vuelve algo cotidiano y dulce al paladar de los “canaleros”
¿De quién fue la culpa? Yo digo que fue de Costa Rica, porque supo hacer un buen fútbol y esperar a que el contrario mostrara toda su artillería y luego contrarrestar con delicadeza y un poco de atrevimiento. Sería bueno hallar un culpable, pero en este punto creo que es mejor apuntar hacia adentro en lugar de hacia afuera.
“Somos buenos de visitantes”, palabra trillada por algunos jugadores que en la semana de entrenamientos no tenían otro argumento para defenderse del empate con México. De las palabras al hecho hay mucho trecho, decía mi mamá cuando estaba pequeño.
En mi apreciación muy personal, creo que Panamá con tres jugadores puede ganar partidos y llegar a un Mundial. Hablo de Román Torres, Felipe Baloy y Leonel Parrish; ellos, a diferencia de los demás, dejan todo en el campo para por lo menos tener una oportunidad de gol. Tanto así que en varias ocasiones se vio a Román haciendo el papel de delantero. Creo que con esos tres jugadores Panamá no necesita más. Como dice el dicho popular: “no es la cantidad, sino la calidad”. Yo diría que no es la cantidad, sino el empeño.
Si se tratara una guerra, seríamos buenos para defendernos; tendríamos un arsenal repleto de tiradores que nunca pegan una, pero la defensa sacaría la cara y no permitiría que los malos penetraran con su tanques de guerra y su avanzada las líneas de fuerza. Pero como no se trata de una guerra bélica, seguimos sin tener rematadores que puedan resolver en el momento oportuno.
Hablando de definidores, creo que es el momento de algo que la historia llama: el relevo generacional. Muchas veces nos encasillamos con un jugador porque es carismático, me cae bien o porque es el primo de la tía del hermano de un compadre y lo ponemos a jugar sin vacilación. Cuando esto pasa, obviamos a unos jóvenes que tienen los méritos suficientes parta hacer el trabajo y por lo menos correr el balón, cosa que no se vio, solo cuando entró Gabriel Torres, quien hizo el intento, se paró de hombre, pero ya el daño estaba hecho.
Vuelvo y repito: LA CULPA LA TUVO COSTA RICA POR METERNOS LOS DOS GOLES. Claro, para no caer mal y decir que el técnico o el sereno fue el que tuvo la culpa en este partido que nos pone a expendas de un milagro o a lo que siempre estamos acostumbrados: ¡¡¡el bendito repechaje!!!
Por: Laureano Barría M.