Panamá, el equipo que no acepta un gol
Fuera de los cánticos, el Rommel bastante lleno y el apoyo incondicional de las diferentes barras para la selección de Panamá, yo estuve en el terreno; al lado de los jugadores, viendo expresiones, gestos, escuchando palabras y emociones encontradas; todo esto me lleva a escribir este texto.
¡Feliz! Claro que sí, porque fue mi país el que ganó, mi selección, mi equipo. Pero estando en el terreno vi cosas que en lo personal no me gustaron; ojo, repito: EN LO PERSONAL. Recuerdo las caras de los jugadores panameños cuando íbamos ganando 2-0, era algo bueno, había conexión, estaban enchufados; acorralaron al rival y no le dieron chance alguno de hacer su juego. Eso está bien, pero qué pasó cuando cayó el gol de Costa Rica. No entiendo, las caras cambiaron, las risas se volvieron muecas, las palabras insultos (entre los jugadores panameños), la violencia incluso se hizo evidente de ambos bandos. Señores, un gol en contra no puede sacarnos del ritmo, no puede frustrarnos, no puede causar en el equipo inestabilidad, no puede ser motivo de absolutamente nada. O sea, vamos ganando, estamos más cerca del tercer gol que ellos – Costa Rica – del empate y nos vamos a “VOLVER LOCOS”, no entendí eso.
Creo que no estamos acostumbrados a fallar, a que nos anoten, a que nos metan un gol… Entonces dónde queda el profesionalismo. O es que en sus clubes no les remontan un marcador, ¿o no les meten un gol, para no saber manejar la situación? Ahora sí comprendo el fantasma del minuto 80. Nos es que sea una maldición, la única maldición la tienen cada uno de los jugadores que no saben manejar una situación como esta. Vuelvo y repito, estoy feliz por el triunfo, pero estuve ahí y eso fue lo que vi, nos descontrolamos, se va la seguridad, caemos en la ansiedad, la ira, la pelea, y eso, para un equipo como Panamá, es LETAL. O sino pregúntenle a Penedo que tuvo que exigirse al máximo por un error defensivo tonto, producto del desorden.
Felicidades al ‘Bolillo’, a los jugadores, a la fanaticada y a todos los que siguen creyendo. ¡YO CREO!, pero soy de los que trata de afinar los errores para cada día ser mejor…
Por: Laureano Barría M.