Los bailarines de breakdance en Kabul plantan cara al miedo y la guerra

Los bailarines de breakdance en Kabul
Los bailarines de breakdance en Kabul / AFP
Afp
24 de septiembre 2019 - 06:25

En la tierra de los atentados suicidas, la burka y la guerra sin fin, un grupo de jóvenes afganos comenzó a practicar breakdance para expresarse y reducir el estrés, a pesar de temer que esta libertad solo dure un tiempo si los talibanes vuelven al poder.

En las instalaciones del Centro Cultural Francés en Kabul los jóvenes se entrenan en los movimientos básicos: el toprock (paso de danza), el headspin (girar sobre la cabeza) y otros movimientos espectaculares que comienzan con una rotación.

"El breakdance nos mantiene alejados del estrés y la guerra, nos da libertad, nos libera del estrés de vivir en Kabul y nos permite olvidar la guerra y sus muertes", dijo Murtaza Lomani, de 23 años, que pertenece al equipo Top Step.

Todo comenzó cuando Obaidullah Koofi, de 24 años, comenzó a ver videos en internet, descubrió la disciplina y saltó a la pista.

"Estamos aprendiendo los nuevos movimientos en Youtube", incluidos los de famosos breakdancers como Lilou y Hong Ten, explica. "El canal es nuestro mentor porque aquí no hay nadie que nos enseñe nuevas piruetas".

Romper barreras

El breakdance sigue siendo una actividad rara en esta sociedad musulmana terriblemente conservadora, donde la música tradicional reina en las radios y donde cualquier tipo de mezcla entre hombres y mujeres -y aún más en la danza- está mal vista.

El Centro Cultural Francés es uno de los pocos lugares en la capital afgana donde Top Step puede entrenarse sintiéndose relativamente seguro, dijo Lomani. Pero incluso aquí no se está exento de riesgos.

El lugar fue atacado por los talibanes hace cinco años, en un momento en que se escenificaba una obra sobre atentados suicidas. Y Lomani fue uno de los heridos.

"Somos el primer equipo de breakdance en Afganistán. Hay otros que practican, pero fuimos los primeros en lanzar el movimiento. No había nadie antes", dijo.

El breakdance nació en el distrito del Bronx de Nueva York en la década de 1970, y es junto a la música rap y el arte del graffiti uno de los pilares de la cultura hip-hop, que más tarde se convirtió en música y también en moda.

Las competiciones de breakdance han convertido a sus campeones en estrellas y el Comité Olímpico Internacional ha decidido llevar la disciplina a los Juegos de 2024 en París.

Pero mientras el mundo disfrutaba de la cultura hip-hop y el breakdance, décadas de guerra y el régimen de hierro de los talibanes en la década de 1990 impedían que estas disciplinas echaran raíces en Afganistán.

"La sociedad afgana ha cambiado un poco en los últimos años, las generaciones han evolucionado y la gente piensa de manera más positiva", se felicitó Lomani, que admite que sus movimientos de baile provocaban burlas cuando se lanzaron en 2011.

"Pero logramos convencer a muchos jóvenes y ahora es realmente bueno tener la posibilidad de practicar", agregó. Sin embargo, este joven teme que todo cambie para peor.

El temido retorno

Después de 18 años de guerra, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ordenó a principios de septiembre el fin de las conversaciones con los talibanes sobre la retirada de las tropas estadounidenses.

Muchos afganos temen que un repliegue total de los soldados estadounidenses allane el camino para una reconquista del poder por parte de los talibanes.

Esta perspectiva sería un desastre para Heja Aalia, una de las cuatro mujeres jóvenes que practican breakdance en Kabul.

"Ninguna de nosotras podrá continuar si los talibanes regresan", dijo.

Aún en la actualidad Aalia explica que escoge cuidadosamente los lugares y los momentos para entrenar. También admite que tuvo problemas para convencer a su familia de que la apoyara.

"Si entreno al aire libre, me insultarán", dice Aalia, asegurando que a muchas chicas les gustaría seguir su ejemplo pero no tienen permiso de su familia para intentarlo.

"Es realmente difícil para una chica hacer breakdance en Afganistán, porque mucha gente piensa que está en contra de la cultura musulmana", explica.

Pero pese a la presión social y el miedo a un retorno de los talibanes, Aalia está decidida a continuar con su pasión.

"Si los talibanes regresan [al poder] algún día, ya no actuaremos en público", dijo, "pero continuaremos entrenando, en secreto si es necesario".

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