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Ciudad de Panamá, Panamá/El Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC) recién publicó sus cifras del primer trimestre del año corriente, trimestre pesado por la percepción de lentitud económica y turbulencia financiera. Pero, ¿qué dicen los números?
El producto interno bruto (PIB) no es un cálculo exacto: el INEC depende de cuestionarios, reportes y tendencias para producir un número que refleje el valor total final de la producción nacional en un periodo de tiempo, en este caso, de enero a marzo.
Por esto, no es tan relevante enfocarse en la cifra exacta, sino en su comparación con la cifra anterior y la tendencia en desarrollo. El análisis no es muy complejo: o subió, o cayó.
Según el INEC, el PIB del primer trimestre de este año marcó $21,450 millones, 5.2% más que en el año pasado. Y ese fue un año electoral, que la leyenda económica cuenta que son más lentos que los años sin elecciones.
De multiplicar tal PIB trimestral por los cuatro trimestres del año, el PIB anual quedaría en alrededor de $85,000 millones, en línea con lo esperado, pero cada trimestre siempre tiene sus particularidades.
El sector más pujante del país, al menos según el INEC, es el de logística y transporte ($2,869 millones en el trimestre).
Este aportó, por sí solo, la mitad de todo el crecimiento del PIB trimestral. El gran responsable de este empuje fue el canal de Panamá, cuyos ingresos por peajes saltaron más de 40% en comparación con el año pasado.
Tal salto se debe, por un lado, al regreso a la cantidad usual de tránsitos luego de las reducciones por sequía. Estas estuvieron en vigencia desde el tercer trimestre de 2023 hasta la mitad del 2024. Por otro lado, el salto obedeció a la innovadora estrategia de la Autoridad del Canal de Panamá de valorar el agua escasa, aplicando una tarifa variable que depende del nivel de las reservas.
El movimiento de contenedores subió 3%, el paso por los corredores Norte y Sur subió 5%, y el Metro de Panamá registró medio punto porcentual en uso adicional.
El sector comercial ($3,979 millones) también reportó un repunte importante, con el consumo local de bienes mostrándose resiliente, en particular de vehículos, ropa y alimentos. No así el subsegmento de las reexportaciones, que enfrenta vientos internacionales adversos, de cara a debilidades regionales y a la guerra comercial entre Estados Unidos y la República Popular China, que eleva costos y erosiona márgenes.
Fue notable, además, la expansión del sector bancario y financiero ($1,250 millones), el cual creció 7% en comparación con el primer trimestre del año pasado. Es posible que parte de este salto responda a la salida de un año electoral, pero, sin duda, una parte tiene que ver con la mayor dependencia de los panameños en el crédito para financiar su consumo. La suscripción de seguros también aumentó.
Estos números indican un ligero pero notable aumento en el apetito por riesgo de parte del sector, aún sacudiéndose los efectos residuales de la pandemia.
La construcción ($4,170 millones) se vio ligeramente impulsada en relación con el año pasado, pero este sector depende del gasto público, canalizado a través de la línea tres del Metro y el cuarto puente sobre el Canal. Sin estos ítems, el sector posiblemente se habría contraído, indicando que el mismo no tiene resiliencia propia y depende cada vez más del apretado presupuesto del Estado.
En cuanto al sector primario, la agricultura ($456 millones) se vio potenciada al inicio de este año por la venta de banano, rubro que creció poco más de 50%.
Ahora, falta ver el impacto que tendrá la suspensión de operaciones de las empresas bananeras en las provincias occidentales en el segundo trimestre del año. La producción de huevos experimentó una contracción ligera, mientras que la reducción del sacrificio porcino fue notable.
Por su parte, la minería ($460 millones) está bastante restringida. El sector registra un cuarto del valor que tenía durante su apogeo en 2022.
Este sector, visto como una serie de tiempo, registró un aumento explosivo cuando entró en operaciones la mina de cobre en Donoso, dotando al rubro de un valor superior a los $2,000 millones anuales. Tras el cierre de la mina, se contrajo súbitamente.
La gran pregunta para el segundo semestre de este año es si la mina reiniciará operaciones y qué pasará con el aporte de este sector en el cuarto trimestre del año corriente o primer trimestre del próximo.
Un crecimiento de 5.2% en el primer trimestre no es mala noticia. Lo preocupante es su concentración. Además, con toda la incertidumbre que ha vivido el país, existe la posibilidad de que tal crecimiento se vea opacado por los resultados del segundo trimestre. Esto representaría un tropiezo luego de un inicio acelerado.
Tal incertidumbre, de no resolverse, bien podría convertirse en una piedra en el zapato de la demanda local por el resto del año.
El rol importante que juega el sector logístico en la economía, y dentro de tal sector, el canal de Panamá, sugiere que es menester adelantar con ahínco las obras de desarrollo del gran reservorio de agua al oeste del lago Gatún.
Según testimonio vertido en audiencias del Congreso estadounidense en enero de este año, hay una probabilidad significativa de que ocurra otro episodio de sequía antes de que tal reservorio esté completo, lo cual podría presionar negativamente la cifra total de crecimiento económico del país en el mediano plazo.
De completarse el gran reservorio occidental antes, se anularía este riesgo, garantizando contribuciones fluidas del sector logístico al PIB.
Finalmente, la dependencia que tiene el sector de construcción del gasto público se ve amenazada por la creciente estrechez fiscal. Esto resulta relevante considerando la generación de empleos de la que es responsable este sector.
El país se verá obligado ya sea a generar otro motor de empleo masivo o liberar algo del peso crediticio sobre su libro de cuentas para poder mantener este sector andando, con la estabilidad social que genera su planilla.