Sequía de dinero: el impacto de la incertidumbre sobre la liquidez

Ciudad de Panamá
Ciudad de Panamá / TVN

Nada representa un mayor riesgo para un mercado que la incertidumbre.

La actividad económica depende del desarrollo de capital, la planificación en distintos plazos, la adquisición anticipada de insumos, la identificación de clientes, la estimación de costos y la expectativa de disponibilidad futura de liquidez. La incertidumbre social y política afecta todos estos aspectos, dificultando que los empresarios proyecten, incluso a corto plazo, cómo manejar inventarios y flujos de caja.

Esto se observó a nivel global, por ejemplo, durante la pandemia del COVID-19, que generó una disrupción significativa de las cadenas de suministro. También se evidenció con la invasión rusa a Ucrania, que impactó el mercado energético internacional. Y actualmente se nota con los impredecibles ajustes arancelarios impulsados por Estados Unidos.

La imposición de aranceles a China superiores al 100% paralizó embarques y elevó costos. La súbita reducción posterior aceleró nuevamente el movimiento y el comercio marítimo.

Incluso una empresa de alta estabilidad como Apple, que tiene una reserva de efectivo de alrededor de $30 mil millones, enfrenta dificultades debido a la distorsión en sus proyecciones comerciales provocada por estos cambios arancelarios.

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Capacidad

Internamente, el país se encuentra en una situación de incertidumbre debido a las protestas, huelgas y bloqueos a nivel nacional. El Gobierno Nacional, por su lado, está implementando varias acciones, unas discursivas, otras represivas, en un intento de restaurar la operatividad comercial del país.

Pero resulta importante apuntar que estas manifestaciones podrían ser tan solo síntomas de una problemática mayor: el rezago productivo del país.

Mientras el mundo avanza hacia la Cuarta Revolución Industrial y la inteligencia artificial sustituye tareas humanas con mejores resultados, Panamá cuenta con pocas industrias preparadas para enfrentar esta transformación digital y automatizada. Ni hablar del Estado, que aún efectúa una cantidad importante de trámites mediante papeles, firmas en tinta y sellos.

Muchos de estos trámites consumen tiempo y energía a los emprendedores, con el sector empresarial de las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES) careciendo de respaldo efectivo. Y aunque la economía aún avanza, cada día se ve aún más mermada por una creciente escasez de liquidez.

Estamos muy golpeados” fue como lo caracterizó el empresario Aldo Mangravita en una reciente entrevista con Castalia Pascual en TVN Noticias. “La cosa está muy, muy apretada”.

Dice Mangravita que los pequeños empresarios están notando un “miedo a gastar” y que el mismo tejido empresarial se encuentra debilitado por estar “siempre sufriendo golpes”, refiriéndose a la racha de protestas y manifestaciones que han paralizado o ralentizado el comercio durante los últimos cinco años.

Mangravita pidió al Gobierno Nacional desarrollar “un plan estructurado” para apoyar a tal tejido empresarial, argumentando que son las MIPYMES las que generan la mayor parte del empleo nacional. Dijo que, a pesar de que los ingresos se ven reducidos, “el alquiler es el mismo, la luz es la misma” por lo que les quedan pocas opciones a los empresarios más que “la reducción de personal [y] ajustar costos”.

“¿Cuánto tiempo más tenemos que aguantar?”, preguntó.

Liquidez

En Panamá, se puede argumentar, el dólar actúa como un patrón oro. Como el país no tiene la capacidad de emitirlo, depende de su ingreso, entre otros, mediante turismo, exportaciones y financiamiento externo. En las últimas décadas, la economía y el Estado han operado gracias al crecimiento de la deuda pública, que ya supera el 60% del producto interno bruto.

Según el Ministerio de Economía y Finanzas, tal deuda pública asciende, al cierre de abril, a cerca de los $55 mil millones. En diciembre de 2019, el último año de la pandemia, estaba en cerca de $30 mil millones.

Ahora bien, el aumento de las tasas de interés para combatir la inflación por parte del sistema de la Reserva Federal de los Estados Unidos, aunado a la falta de inversión local en capacidad productiva, han encarecido el acceso al dólar.

De hecho, según el Consejo Monetario Centroamericano, la masa monetaria en dólares al cierre del primer trimestre de este año es inferior a la registrada al final de 2019. Literalmente, hay menos dólares circulando en el país.

Asimismo, los depósitos locales a la vista y en cuentas de ahorro se mantienen en niveles relativamente bajos en comparación a los últimos cinco años, lo que refleja una menor circulación de efectivo entre hogares y MIPYMES.

De hecho, los depósitos domésticos en cuentas de ahorro al cierre del primer trimestre de este año están mil millones de dólares por debajo de su punto más alto en 2022.

Cabe reconocer que los bancos han disminuido sus reservas para ofrecer más liquidez, pero la ausencia de un prestamista de última instancia impide un mayor riesgo bancario al requerir una postura conservadora. Y esto limita el flujo crediticio necesario para sostener la economía, o al menos los niveles a los que el país se había acostumbrado.

Estado

Al mismo tiempo, el Estado panameño incurre en gastos que no puede financiar con ingresos propios. Expertos locales han argumentado que una parte importante del dinero público sirve para mantener una estructura clientelista costosa. Y además, el Estado ha ejecutado proyectos sin planificación adecuada, generando pérdidas del retorno. Esto ha sido el caso del Corredor de las Playas, la Ciudad de la Salud y el sistema de riego en Tonosí, por dar algunos ejemplos notables.

Encima de esto, demora en pagar a sus proveedores, lo que eleva los costos públicos a la par que entorpece la planificación y la actividad comercial.

La solución estructural no es un misterio. Pasa por elevar la capacidad y productividad del capital humano a través de la educación. No obstante, Panamá continúa operando bajo una legislación educativa de mediados del siglo pasado, con planes de estudio que excluyen contenidos tecnológicos clave, especialmente en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM), fundamentales para la competitividad global. Esto ha sido evidenciado en varias ocasiones a través de los resultados del Programa Internacional de Evaluación Estudiantil de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.

Y aun con las inversiones necesarias, los frutos de una mejora educativa tardarían al menos una década en materializarse.

Esto coloca al país en una coyuntura crítica: su sistema económico y productivo no está preparado para la Cuarta Revolución Industrial. El Estado carece de agilidad para tomar decisiones económicas efectivas y, sin una moneda propia, no dispone de política monetaria para estimular la economía.

Al mismo tiempo, el gobierno ha optado por abordar en un solo año reformas estructurales sensibles como la de la Caja del Seguro Social o la posible reapertura de la mina de cobre en Donoso, generando una tensión social considerable y aumentando la incertidumbre que frena la actividad económica.

Los empresarios ya sienten tal presión significativa.

Soluciones

Existen alternativas. El Estado podría reducir su nómina innecesaria mediante digitalización, eliminando puestos improductivos y liberando recursos para fomentar el emprendimiento y la generación de empleos. También puede agilizar trámites para facilitar la creación de nuevas empresas y combatir la corrupción que exige sobornos para operar.

Inversiones de gran escala, como la construcción del tren entre las ciudades de Panamá y David, con una inversión de alrededor de $5,000 millones en cinco años, traerían beneficios importantes.

Sin embargo, dado que Panamá no ha construido una economía basada en exportaciones, debe estabilizar su situación interna rápidamente para recuperar la inversión extranjera de la que depende su desarrollo económico.

También, tendrá que mejorar la eficiencia estatal para soltar un poco su tensión fiscal y asegurar su capacidad de pago de deuda a largo plazo. Esto permitiría obtener financiamiento más barato y renegociar las condiciones onerosas actuales de endeudamiento.

Aunque es cierto que hay varios factores de coyuntura que inciden en el presente, también hay un problema estructural de rezago económico y productivo que continuará presionando la economía, aumentando la informalidad, el desempleo y la inestabilidad social, ahuyentando así la inversión.

En la medida en que el Estado decida solo resolver las situaciones de coyuntura sin enfrentar tal rezago productivo, solo logrará limitar su capacidad de conseguir financiamiento, dificultándole salir de la crisis fiscal y competitiva que enfrenta.

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