Caso Cerrado
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Ciudad de Panamá, Panamá/Yolanda ha pasado más de 40 años vendiendo en su puesto de Calidonia, en la ciudad de Panamá. Entre cocos, aceite de coco, verduras, miel y miel de caña, ha sacado adelante a sus tres hijas y ahora a sus nietos. A sus 62 años, sigue firme en su rutina: se levanta a las cuatro de la madrugada para estar lista y abastecer su negocio.
"Ser mujer es un éxito", afirma con orgullo. "La vida nos enseña que debemos depender de nosotras mismas para avanzar". Sin embargo, lamenta que la economía esté lenta y asegura que hoy día a las mujeres les ha tocado trabajar "duro". "Ninguna mujer se debe sentar en la casa, tiene que echar para adelante y programarse", aconseja.
Como ella, miles de mujeres en Panamá dependen de la economía informal para sostener a sus familias. Datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INEC), detallan que hasta octubre de 2024, el 48.4% de las mujeres ocupadas en el país trabajaban en la economía informal. Esto equivale a casi la mitad de la población femenina empleada.
En total, 771,603 personas tenían empleos informales no agrícolas, lo que representa que aproximadamente 49 de cada 100 trabajadores formaban parte de este sector.
El empleo informal femenino se concentra en diversos sectores. En el sector secundario, muchas trabajan en la explotación de minas, industrias manufactureras y la construcción. En el sector terciario, predominan el comercio al por mayor y menor, hoteles y restaurantes.
Las provincias con mayor cantidad de mujeres en empleos informales son Panamá (74,938 trabajadoras), Chiriquí (28,319) y Panamá Oeste (32,731), de acuerdo a datos del INEC.
Luz, otra mujer trabajadora de Calidonia, lleva 28 años vendiendo hierbas botánicas. "Todos los días llego desde las 8:00 a.m. hasta las 6:00 p.m., aguantando el sol y el humo de los autos, pero aquí me la aguanto con tal de llevar algo a mi casa", dice. Antes trabajaba en un almacén, pero la economía la empujó a buscar alternativas. "Hay días buenos y otros malos, pero uno tiene que saber sobrevivir", añade.
En tanto, Katherine, quien es colombiana, vende hot dogs en la vía Ricardo J. Alfaro. "La mayoría de los que estamos en la economía informal somos extranjeros y entramos aquí por falta de oportunidades", explica. Se levanta a las 3:00 a.m. para comprar materia prima y estar lista a las 5:00 a.m. en su puesto de ventas.
A veces la gente siente vergüenza, pero yo digo que el trabajo no tiene por qué avergonzarnos. Lo importante es echar para adelante", dijo.
Para la socióloga y docente universitaria Janina Castro, la alta participación de mujeres en la economía informal refleja la desigualdad de género en el acceso al empleo formal. "A pesar de los avances en educación y capacitación, las mujeres siguen enfrentando barreras estructurales para acceder a empleos bien remunerados y estables", señala.
La brecha salarial y la falta de oportunidades en ascensos también limitan sus opciones laborales, así como la carga de trabajo no remunerado, que es otro factor clave. Muchas mujeres tienen a su cargo el cuidado de los hijos, los adultos mayores y las tareas domésticas.
Esto limita su disponibilidad para empleos formales con horarios estrictos, por lo que optan por trabajos informales como el comercio ambulante, el trabajo doméstico y el autoempleo", dice Castro.
La inestabilidad económica es otra realidad constante. "Los ingresos en el sector informal son irregulares, lo que dificulta la planificación financiera y el acceso a servicios esenciales como educación y salud", advierte la especialista. Además, la falta de protección social agrava la situación: sin acceso a seguridad social, jubilación o licencias de maternidad, las mujeres quedan en situación de vulnerabilidad, sobre todo en crisis económicas o emergencias sanitarias.
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Para abordar esta problemática, Castro enfatiza la necesidad de políticas públicas que promuevan la equidad laboral y la transición a la formalidad. "Programas de capacitación, incentivos para la formalización de pequeños negocios y el reconocimiento del trabajo doméstico son pasos clave", indica.
Además, urge fomentar la inclusión de las mujeres en sectores económicos con mayores oportunidades de crecimiento. "Es fundamental reducir la informalidad y generar estrategias que promuevan una mayor equidad en el mercado laboral", concluye.
Mientras tanto, mujeres como Yolanda, Luz y Katherine seguirán luchando cada día en las calles, con la esperanza de que algún día sus trabajos dejen de ser invisibilizados.
La economía informal es el conjunto de actividades laborales que se desarrollan fuera del marco regulatorio del Estado, sin registros legales, sin contratos formales y sin acceso a beneficios de seguridad social, como jubilación, seguro médico o licencias laborales. Incluye desde el comercio ambulante hasta el trabajo doméstico no regulado, la manufactura a pequeña escala y otros oficios que no están formalmente registrados en los sistemas fiscales o de empleo.
Para quienes dependen de la economía informal, esta puede representar una fuente de ingresos esencial, pero con muchas desventajas, como la inestabilidad financiera, falta de protección social, condiciones laborales precarias y limitaciones para el crecimiento.
Cabe recordar que el predominio de la economía informal también afecta al desarrollo del país, pues hay menores ingresos fiscales, desigualdad y pobreza y dificultad para el control económico.
En ese sentido, la formalización de la economía informal es un desafío clave para mejorar la calidad de vida de los trabajadores y fortalecer la economía del país.