Noticiero A.M.
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El icónico Anthony Hopkins, compositor y símbolo de resiliencia ha superado momentos de profunda oscuridad personal, transformando el dolor en una fuente inagotable de inspiración. Desde la devastación de su mansión hasta la sanación a través de la música, Hopkins demuestra que la verdadera fortaleza reside en la pasión por la vida.
Recientemente, los incendios que arrasaron Pacific Palisades, California, se llevaron la mansión de Hopkins, un hogar que había adquirido en 2021 por seis millones de dólares. La tragedia, que se materializó pocos días después de celebrar su 87º cumpleaños el 31 de diciembre, no ha logrado doblegar al actor. “Mientras luchamos por sanar de la devastación de estos incendios, es importante recordar que lo único que nos llevamos con nosotros es el amor que damos”, escribió en sus redes sociales, dejando en claro que para él, el valor de la vida se mide en las relaciones y el cariño compartido, más que en los bienes materiales.
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El camino de Hopkins ha sido profundamente marcado por la pérdida y la soledad, pero su historia dio un giro radical al conocer a Stella Arroyave. La productora, escritora y actriz de origen colombiano se convirtió en su pilar fundamental tras un periodo de depresión. “Stella me salvó la vida”, ha reconocido el actor en diversas ocasiones, rememorando cómo su relación le devolvió la ilusión en un momento crítico. A pesar de la diferencia de 18 años, la pareja ha construido un vínculo sólido, compartiendo desde sesiones de piano hasta animados bailes de merengue, momentos que Hopkins no duda en compartir en sus redes sociales con su característico humor.
Más allá del cine, la música siempre ha sido el refugio de Hopkins. Pianista autodidacta y compositor, encontró en las notas la manera de expresarse de forma tan profunda como en su actuación. A mediados de enero, en medio de la conmoción por la pérdida de su hogar, presentó en Ryad su última obra musical, La vida es un sueño, interpretada por la Royal Philharmonic Orchestra bajo la batuta de Matthew Freeman. Con emoción, el actor expresó:
“Esta noche es un sueño hecho realidad para mí. Agradezco al Reino por esta celebración y espero que mi música toque sus corazones”. Este evento no solo reafirma su pasión por la música, sino que también simboliza su capacidad de transformar el dolor en arte.
A pesar de contar con una carrera que abarca más de seis décadas y de haber obtenido dos premios Oscar, el primero en 1991 por El silencio de los corderos y el segundo en 2021 por El padre, convirtiéndose en el actor de mayor edad en recibir este honor, Hopkins rechaza la idea del retiro. “Cuando envejeces, tienes más conocimientos sobre la vida, así que sabes cómo proceder”, afirmó en una entrevista, subrayando su convicción de que la experiencia y la sabiduría solo enriquecen su trabajo. Además, su comentario: “Pienso que debo seguir trabajando, porque antes de retirarme, me muero”, es reflejo de su inquebrantable compromiso con la actuación y la creación artística, elementos que le dan sentido a sus días.
No todo en la vida de Hopkins ha sido luz y éxito. Su relación con su única hija, Abigail Hopkins, fruto de su primer matrimonio con la actriz Petronella Barker, ha estado marcada por conflictos y distanciamiento. Abigail, nacida en 1968, creció sin la presencia activa de su padre.
“No me gustaba cómo trataba a mamá, eso es algo que jamás se lo voy a perdonar”, declaró Abigail, dejando entrever las heridas profundas de una infancia difícil. Por su parte, Hopkins ha reconocido sus problemas con el alcohol en el pasado, recordando que tras su divorcio en 1972 se alejó tanto de su hija como de sí mismo. En sus propias palabras: “Las familias se rompen. Nosotros tenemos una relación fría. La vida es fría”, y añadió con crudeza: “A los hijos no les gustan sus padres. No tienen que quererse entre ellos.”
Su lucha contra el alcohol llegó a un punto de quiebre en 1975, cuando, tras una noche de excesos, despertó en un hotel de Phoenix sin recordar cómo había llegado allí. Esa experiencia lo enfrentó a una elección crucial: seguir bebiendo hasta morir o optar por vivir. “Me dirigía al desastre bebiendo hasta morir. Recibí un mensaje, un pequeño pensamiento que decía: ‘¿Quieres vivir o morir?’. Y dije: ‘Quiero vivir’. Y de repente llegó el alivio y mi vida fue increíble”, recordó Hopkins, señalando el momento en que decidió abrazar la vida con toda su intensidad.
Hoy, a pesar de las pérdidas, las cicatrices del pasado y los desafíos que aún enfrenta, Anthony Hopkins sigue encontrando motivos para reír, crear y compartir su arte con el mundo. Para él, la verdadera clave de la vida es nunca dejar de soñar, demostrando que, incluso en medio de la adversidad, es posible renacer y seguir adelante.