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Lo que comenzó como un espectáculo musical terminó convirtiéndose en una escena digna de película romántica: una fanática se le declaró en matrimonio sobre el escenario, al cantante Cristian Castro, robándose el show ante miles de asistentes.
El evento, realizado en la explanada El Dorado, estuvo marcado por la energía incontrolable del público y algunos problemas de organización, que no impidieron que el intérprete mexicano se entregara por completo a sus seguidores. Con su característico humor y cercanía, Castro se mostró espontáneo, accesible y divertido, incluso cuando la situación se salió del guion.
El momento más inesperado de la noche llegó cuando Lorgia Coello, una seguidora ecuatoriana de 45 años, levantó una pancarta pidiéndole matrimonio. Sorprendido y divertido, el artista no dudó en invitarla a subir al escenario. Frente a una multitud eufórica, la fan se arrodilló, le mostró un anillo y declaró con voz temblorosa: “Soy tu fan desde que tenía 12 años… Hoy, en este día especial, vengo a pedirte que te cases conmigo”.
Ante la propuesta, Cristian Castro reaccionó entre risas y aplausos del público con un rotundo: “¡Sí, acepto!”
El cantante agregó, en tono de broma: “Te besaría si no tuviera una novia […] Es la primera vez que me proponen matrimonio, una mujer, esto es tener pantalón”.
Fiel a su estilo carismático, el intérprete de Azul, No podrás y Vuélveme a querer manejó la situación con naturalidad, generando un momento de conexión genuina con sus fanáticos. La escena fue registrada por decenas de teléfonos y se viralizó rápidamente en redes sociales, donde miles de usuarios elogiaron tanto la valentía de la fan como la simpatía del artista.
Durante el concierto, Cristian Castro lució un saco blanco y su característica melena al aire, acompañado de una producción sencilla que reforzaba la atmósfera íntima que él mismo había prometido. Pese a los contratiempos técnicos y el desorden logístico, el público se mantuvo eufórico, coreando cada tema con la misma pasión que caracteriza a sus seguidores latinoamericanos.
El espectáculo también contó con la participación especial de La Chicha Power, agrupación ecuatoriana que abrió la noche con ritmos tropicales, y Tranzas, banda encargada de cerrar el evento con un repertorio cargado de nostalgia. Sin embargo, el protagonismo indiscutible fue para la inesperada escena de amor que interrumpió el set principal de Castro.
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Lejos de incomodarse, el artista abrazó el momento como parte del espectáculo y continuó cantando entre risas, agradeciendo la pasión del público ecuatoriano. Su reacción, a medio camino entre la sorpresa y el humor, reforzó su imagen de intérprete cercano, espontáneo y siempre dispuesto a complacer a sus fans.
El hijo de Verónica Castro atraviesa una nueva etapa de madurez artística, en la que combina sus grandes clásicos con proyectos más íntimos. Su gira actual ha sido descrita por él como un “viaje de amor con el público”, algo que en Guayaquil cobró un significado literal.
Aunque el evento estuvo marcado por momentos caóticos, el cantante logró transformar el desorden en un espectáculo vibrante y emotivo, reafirmando su estatus como uno de los artistas más queridos de la música romántica en español.
“Guayaquil tiene una energía impresionante, me hacen sentir en casa cada vez que vengo”, habría dicho Castro al despedirse, visiblemente emocionado por la respuesta del público.
La noche terminó entre aplausos, risas y promesas de regreso. Y aunque no hubo boda, Cristian Castro y su fanática dejaron un momento que quedará grabado en la memoria colectiva de sus seguidores: un instante donde la música, la admiración y la espontaneidad se mezclaron en un mismo escenario.