Un Rubens regresa a Madrid en el viaje más largo en sus cuatro siglos

Fotografía facilitada por la Fundación Carlos de Amberes. Una obra de Rubens, "El Martirio de San Andrés"
Fotografía facilitada por la Fundación Carlos de Amberes. Una obra de Rubens, "El Martirio de San Andrés" / EFE
Efe
24 de enero 2019 - 06:18

Después de estar expuesto varios meses en un museo de Tokio, el óleo "El Martirio de San Andrés" de Rubens ha sido desmontado hoy en un complejo y meticuloso proceso, antes de que vuelva a Madrid y complete el viaje más largo que ha hecho ese lienzo en sus cuatro siglos de historia.

"El Martirio de San Andrés", expuesto permanentemente en la capilla de la Fundación Carlos de Amberes, de Madrid, es el cuadro de mayor tamaño que ha sido expuesto en el Museo Nacional de Arte Occidental de Tokio desde el 16 de octubre pasado hasta este domingo.

En la exposición hubo unos setenta cuadros de Pedro Pablo Rubens de varias épocas y procedencias, incluyendo dos obras del Museo del Prado ("La muerte de Séneca" y "Hércules matando al dragón del Jardín de las Hespérides").

"El Martirio de San Andrés", un óleo sobre lienzo con más de tres metros de altura y con el marco original, fue pintado en 1639, en la última etapa del autor flamenco, y quedó definitivamente en la actual sede de la Fundación Carlos de Amberes en 1989, aunque pasó medio siglo en el Monasterio de El Escorial.

A Tokio llegó desde Amberes, donde el año pasado estuvo para una exposición como parte de los homenajes y eventos que celebraban el año de Rubens por toda la ciudad. Pero nunca había llegado tan lejos este lienzo, y ahora emprende el viaje de regreso.

Charo Fernández García, de Roa Estudio, especializada en movimiento de obras y contratada por la fundación para supervisar la manipulación y la exposición del cuadro, dijo a Efe que para desmontar y embalar la obra se tardaron tres horas y media.

Hubo que separar el lienzo del marco, y éste se desmontó para poder transportarlo, en unas labores en las que participó una docena de personas, incluyendo ocho operarios del museo.

"Estaban muy bien preparados", agregó la experta al describir las delicadas maniobras que fueron necesarias para que la obra no sufriera daños al ser desmontada en el museo. Tampoco los sufrió mientras estuvo expuesta en Tokio.

Para las labores se usaron paletas hidráulicas pedidas especialmente por la fundación, operadas manualmente y despacio para evitar vibraciones.

La obra de Rubens fue colocada en un embalaje construido en España de acuerdo con normas internacionales de conservación preventiva y que cuenta con espumas barrera contra los cambios climáticos y las vibraciones, los peligros mayores en el traslado de una obra.

El Rubens, ya listo y embalado, tiene que esperar ahora al menos 24 horas para aclimatarse antes de ser colocado en la bodega de un avión comercial, en un viaje con una escala en Lyon (Francia) y destino final Madrid.

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