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Desde su debut en 2013, la saga se consolidó como una de las franquicias más influyentes del cine paranormal contemporáneo.
Su magnetismo no solo radica en el terror psicológico y la estética inquietante que maneja, sino en su promesa principal: estar basada en expedientes reales investigados por Ed y Lorraine Warren, dos de los investigadores paranormales más notorios y polémicos del siglo XX. Detrás de cada entrega existe un archivo documentado por familias que afirmaron vivir episodios de actividad sobrenatural, relatos que aún hoy dividen opiniones entre creyentes y escépticos.
Uno de los casos más emblemáticos es el de la familia Perron, ocurrido en 1971 en una antigua casa de Rhode Island. Carolyn Perron aseguró haber presenciado apariciones y recibir mensajes amenazantes. En sus palabras, vio “la cabeza de una anciana ladeada sobre un vestido gris” al borde de su cama, acompañada de la perturbadora frase: “Sal de aquí. Te echaré con muerte y pesadumbre”. Los Warren atribuyeron el fenómeno a la presunta bruja Bathsheba, núcleo argumental de la primera película. Aunque el filme intensifica los hechos, la familia sostiene que muchos sucesos sí fueron reales.
Otro archivo icónico es el de Annabelle, la muñeca que dio vida a una trilogía dentro del universo cinematográfico. Lejos de la porcelana glamurizada en pantalla, la muñeca original era una Raggedy Ann. Según testimonios recopilados por los Warren, estuvo implicada en sucesos violentos en 1970, incluyendo un accidente automovilístico de un sacerdote y el apuñalamiento de un oficial. Estos episodios, descritos como advertencias paranormales, cimentaron el mito de Annabelle como objeto maldito.
También destaca el famosísimo caso Amityville. En 1974, Ronald DeFeo Jr. asesinó a seis miembros de su familia en su casa de Nueva York. Un año después, los Lutz afirmaron haber sido víctimas de eventos sobrenaturales que los obligaron a huir en menos de un mes. Los Warren catalogaron el lugar como “uno de los episodios más perturbadores de su carrera profesional”, acción que sirve como apertura de El Conjuro 2.
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Ese mismo filme también aborda el poltergeist de Enfield, ocurrido en 1977 en Londres. La familia Hodgson reportó movimientos inexplicables de objetos, golpes y voces misteriosas. Una silla desplazada fue incluso registrada por la policía local. Aunque algunos testigos afirmaron que parte de los sucesos fueron fingidos uno de los hijos fue captado simulando fenómenos; otros mantienen que muchos eventos no pudieron explicarse racionalmente.
Dentro de las historias paralelas que alimentan la franquicia está la de Maurice “Frenchy” Theriault, un hombre canadiense asociado a fenómenos de supuesta posesión. Según el testimonio de Ed Warren: “Maurice tenía una vida tormentosa y ni siquiera el exorcismo logró ayudarlo realmente”. Su caso se vinculó posteriormente a la película La Monja.
En El Conjuro 3, el foco recae en Arne Cheyenne Johnson, quien argumentó en juicio que cometió homicidio bajo posesión demoníaca. Su defensa sostuvo: “Si un hombre está poseído, no es responsable”, aunque el tribunal rechazó el alegato y Johnson fue condenado a entre 10 y 20 años de prisión, de los cuales cumplió cinco.
El próximo estreno, El conjuro: Últimos ritos (5 de septiembre de 2025), retoma el caso Smurl, ocurrido en Pennsylvania. Según Jack Smurl, su familia vivió “voces aterradoras, olores extraños” y agresiones físicas durante años. Lorraine Warren fue testigo de fenómenos, y Ed afirmó: “Durante mi primera noche, sentí una caída brusca de la temperatura y vi una masa oscura formarse frente a mí”. Aunque un nuevo propietario negó cualquier evento, la familia defendió su relato hasta el final. Tras la muerte de Jack en 2017, su hija Carin declaró: “Tuvimos una experiencia terrible sin saber a quién acudir. Él se alegraba de que hoy yo pueda dar voz a quienes aún buscan ayuda”.
Mientras la ciencia exige evidencia empírica, el cine transforma testimonios en narrativa. Lo cierto es que, desde archivos privados hasta expedientes policiales, El Conjuro ha logrado que viejos mitos y presuntas manifestaciones sobrenaturales permanezcan vivos en la cultura popular y en la imaginación colectiva década tras década.