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Por décadas, el consumo de alcohol ha sido visto como un pilar de la vida social y cultural.
Sin embargo, una tendencia clara está marcando el comportamiento de la Generación Z: cada vez más jóvenes eligen beber menos o, directamente, ser abstemios. Este cambio no es pasajero ni producto de retos virales en redes sociales, sino el reflejo de nuevas prioridades y valores. La industria de las bebidas, desde pequeñas cerveceras hasta gigantes del sector, enfrenta el reto de adaptarse a esta transformación en los hábitos de consumo.
Estudios recientes confirman que la Generación Z bebe significativamente menos que sus predecesores. Un informe de Berenberg Research reveló que los jóvenes de esta generación consumen un 20% menos de alcohol que los millennials a la misma edad, y el 64% de ellos planea mantener este hábito a lo largo de su vida adulta. Al comparar con generaciones anteriores, la diferencia es aún más notoria: mientras el 72% de los baby boomers tomó una bebida alcohólica en el último mes, solo el 53% de los millennials y el 65% de los Gen Xers hicieron lo mismo.
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Las razones detrás de este cambio son diversas. Para Susie Goldspink, experta en el mercado de bebidas sin alcohol, la Generación Z tiene una mentalidad más flexible y equilibrada en comparación con generaciones mayores. “Los mayores son más propensos al todo o nada, mientras que los jóvenes tienen una visión menos extrema”, explicó en una entrevista con Fortune.
Goldspink también destacó un fenómeno particular: la aversión al consumo excesivo. “A la Generación Z le dan escalofríos las borracheras”, afirmó. En lugar de buscar reemplazos directos para las bebidas alcohólicas, estos jóvenes están explorando alternativas innovadoras, como las bebidas adaptógenas, que prometen mejorar el estado de ánimo sin los efectos del alcohol. Este sector emergente ha llamado la atención de celebridades como Katy Perry y Lewis Hamilton, quienes han invertido en estas nuevas opciones.
Ante este cambio en el consumo, las grandes compañías de bebidas han tenido que reformular sus estrategias.
El auge de estos productos también se atribuye a la pandemia, cuando muchas personas aprendieron a preparar cócteles en casa y desarrollaron un gusto por opciones más sofisticadas y de calidad.
La disminución en el consumo de alcohol no solo ha impactado a las marcas de bebidas, sino también a los bares y pubs, que han tenido que adaptarse a los nuevos hábitos de los jóvenes. Un estudio de la Universidad de Michigan reveló que uno de cada tres jóvenes de entre 18 y 22 años se abstiene de beber alcohol, en contraste con uno de cada cinco hace dos décadas.
Nick Attfield, director de hostelería y comercio minorista en la cervecera británica Adnams, ha sido testigo de estos cambios. “Hace años, si pedías un café en un pub, el personal se burlaba de ti; si eso ocurriera ahora, probablemente los despedirían”, señaló. En los bares que gestiona, las cafeteras de filtro han sido reemplazadas por máquinas de café profesionales, los refrigeradores están llenos de kombucha y refrescos artesanales, y los cócteles sin alcohol ocupan un lugar destacado en la carta.
Incluso los grandes productores de cerveza han invertido en opciones sin alcohol. Fergus Fitzgerald, director de producción de Adnams, destacó la evolución del mercado: “Hace diez años, las cervezas de bajo contenido alcohólico se consideraban compras de emergencia. La gente las bebía porque no le quedaba más remedio. Ese no es el futuro de ningún producto, mucho menos de uno de lujo”.
El enfoque de la Generación Z no es necesariamente eliminar el alcohol por completo, sino consumirlo con mayor conciencia. Rozenfeld lo concluyó así: “No se trata solo de lo que se come, sino de un enfoque más holístico de la vida que incluye un consumo más equilibrado de bebidas espirituosas. Cuando beben, quieren disfrutar de experiencias más especiales, de bebidas de mayor calidad, y optar por no beber en otras ocasiones. Ahí es donde entran las opciones sin alcohol”.