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La cinta se basa en el espectáculo unipersonal que el cantante presentó en 2023 en el Beacon Theatre de Nueva York, y expande las memorias narradas en su libro Surrender: 40 Songs, One Story.
A través de música, actuación y confesión, el documental profundiza en las cicatrices que marcaron la vida de Paul Hewson, su verdadero nombre, desde su niñez en Dublín hasta su transformación en estrella de rock global. En una entrevista con Deadline, el músico de 64 años compartió la raíz emocional de su viaje artístico: la muerte temprana de su madre Iris y la compleja relación con su padre Bob.
“Papá simplemente dejó de hablar de mi madre, esa era su forma de afrontarlo. No le guardo rencor, pero no creo que sea una buena estrategia”, confesó Bono, recordando el silencio que reinó en su hogar tras la pérdida de su madre.
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Ese silencio, asegura, tuvo consecuencias profundas: “Cuando hablas de alguien que ya no está, de alguna manera lo mantienes vivo. De lo contrario, se pierden los recuerdos”.
Fue en ese contexto que encontró refugio en la música. Lo que comenzó como un grito desgarrador, como una forma de exigir ser escuchado, evolucionó hacia algo más profundo.
“Cuando empecé con U2 no cantaba. Era más bien un grito, una forma de expresar mi lamento, y no ser ignorado. Cuando mi padre murió, sentí que me dejó un tono de voz nuevo y comencé a cantar de verdad”, explicó el artista a Deadline.
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La relación con su padre fue compleja, atravesada por pérdidas, falta de comunicación y momentos esporádicos de reconocimiento. Uno de ellos ocurrió tras un concierto en Texas, cuando Bob lo miró y le dijo: “Eres muy profesional”.
“Probablemente fue el único cumplido que un excantante de punk rock quiere escuchar. Fue hermoso”, recordó Bono con emoción contenida. Pese a ese gesto, no minimiza el impacto emocional de crecer sin el respaldo emocional de su figura paterna.
“Tenemos que aprender a abrirnos para mostrar que también hay fortaleza en nuestras vulnerabilidades. Eso fue algo que mi padre nunca logró hacer”, reflexionó. “Pienso que habría sido liberador si él hubiera podido decir: ‘Tengo miedo. No sé cómo enfrentar esto’”.
Trabajar con Andrew Dominik fue un reto emocional que sacó a flote viejas heridas: “Nunca podría ser actor. Lo que me atrajo de trabajar con Andrew fue su habilidad para dirigir tanto a profesionales como a personas sin experiencia”, confesó Bono.
Una de las escenas más duras fue aquella en la que debía despedirse de su padre. “Tuvimos que repetirla cinco veces en un mismo día y yo estaba muy agotado. Pero él insistía: ‘La cámara es un detector de mentiras, Bono’”, relató el cantante.
Para Bono, el dolor es memoria viva, y su duelo se convirtió en una forma de homenaje: “El duelo no tiene fin. Así es como sabemos que el amor tampoco. Lo que era una sensación gélida y escalofriante, con el tiempo se convierte en un dolor cálido que extrañarías si no estuviera ahí”, expresó con serenidad.
Stories of Surrender no es solo un testimonio biográfico. Es un acto de reconstrucción emocional y un tributo a los vínculos que lo moldearon. Es también un llamado a la apertura, a la vulnerabilidad como puente de sanación, y a la música como refugio frente al silencio más crudo. Bono lo resume así: “Me siento libre y agradecido por mi historia”.