Tener un perro puede generar tanta felicidad como una pareja, según un estudio científico

Mascotas

La ciencia confirma que el vínculo con un perro puede generar niveles de felicidad similares a una relación de pareja estable.

Lo que demuestra esta investigación no es únicamente el valor emocional de los vínculos con animales / IA - META

La conexión emocional entre humanos y animales domésticos ha sido objeto de múltiples investigaciones, pero un reciente estudio llevado a cabo por la Universidad de Kent y la London School of Economics aporta nueva evidencia que redefine la relación entre bienestar psicológico y tenencia de mascotas. Según sus hallazgos, publicados en la revista Social Indicators Research, la convivencia con un animal de compañía puede generar un impacto emocional comparable al de mantener una relación de pareja duradera o gozar de una vida social activa.

El estudio analizó datos provenientes de más de 2.500 hogares en el Reino Unido, con un enfoque innovador que no se limitó a observar correlaciones, sino que aplicó el método de “variables instrumentales” para establecer una relación causal entre la presencia de mascotas y el aumento en la percepción subjetiva del bienestar. Este enfoque estadístico permitió a los investigadores aislar factores externos y confirmar que el vínculo emocional con el animal es el verdadero motor de ese efecto positivo.

Uno de los aspectos más llamativos de esta investigación es la estimación económica del beneficio emocional que representa tener una mascota. El análisis concluyó que la satisfacción vital generada por la compañía de un perro o un gato puede equivaler, en términos subjetivos, a un ingreso adicional de hasta 70.000 libras anuales. Esta cifra no alude a un ingreso real, sino al valor que las personas asignan a la estabilidad emocional que experimentan al convivir con un animal.

Este nivel de bienestar se encuentra al mismo nivel que el asociado a eventos altamente valorados como el matrimonio o una red social activa, según indicaron los responsables del estudio. La conclusión es clara: en términos emocionales, las mascotas no solo cumplen una función recreativa o de compañía, sino que pueden convertirse en pilares fundamentales del equilibrio psicológico de las personas.

El estudio también reveló patrones interesantes sobre las preferencias en la elección de animales de compañía. De acuerdo con los datos recolectados, existe una correlación significativa entre ciertos rasgos de personalidad y la elección de especie: quienes prefieren los gatos suelen ser más creativos, introspectivos y abiertos a nuevas experiencias; en cambio, quienes optan por los perros tienden a ser más extrovertidos, sociables y emocionalmente estables.

En general, los cuidadores de mascotas mostraron niveles más altos de empatía, responsabilidad y compromiso, lo que refuerza la idea de que la relación humano-animal se construye sobre una base emocional sólida y enriquecedora.

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Pese a los beneficios ampliamente reconocidos, algunos expertos matizan el alcance emocional de estas relaciones. Megan Mueller, especialista en vínculos humano-animal de la Universidad de Tufts, señaló que aunque los animales pueden ofrecer un fuerte apoyo afectivo, no deben considerarse un reemplazo total de los vínculos humanos. “La reciprocidad, la comunicación verbal y la construcción conjunta de proyectos son aspectos esenciales de las relaciones humanas que difícilmente se replican con una mascota”, afirmó.

Sin embargo, Mueller también reconoce que en contextos de aislamiento emocional, estrés o inestabilidad personal, la presencia de un animal puede representar una fuente constante de contención, consuelo y sentido de propósito.

El estudio invita a repensar el papel de los animales domésticos en la vida moderna. En un contexto global marcado por el aumento de los trastornos de salud mental, la sobrecarga laboral y el debilitamiento de las redes comunitarias, la figura del perro o del gato adquiere una dimensión terapéutica que va mucho más allá de la compañía.

Lo que demuestra esta investigación no es únicamente el valor emocional de los vínculos con animales, sino la necesidad de reconocerlos como parte integral de la red de apoyo afectivo de millones de personas. Su presencia diaria, su lealtad incondicional y su capacidad de brindar consuelo sin palabras los convierten en agentes silenciosos de bienestar psicológico.

En última instancia, los datos científicos solo respaldan lo que la experiencia cotidiana ya sugiere para muchos hogares: una mascota no es simplemente un animal. Es familia, es equilibrio, es salud emocional.

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