Salud emocional: Escuchar su canción favorita una y otra vez puede mejorarla
Lejos de ser un simple capricho musical, reproducir en bucle una canción que nos gusta esconde un poderoso impacto en el bienestar mental y emocional.
Psicólogos y estudios científicos coinciden en que este hábito, presente en todas las culturas y edades, puede convertirse en una herramienta de autorregulación emocional y en un anclaje a nuestra identidad personal.
“En la mayoría de los casos, repetir una canción es una conducta adaptativa y completamente normal”, afirma Leticia Martín Enjuto, psicóloga citada por Cuerpomente. Su afirmación está respaldada por una investigación publicada en European Journal of Nuclear Medicine and Molecular Imaging, que comprobó, mediante imágenes cerebrales, cómo escuchar de forma repetida una melodía activa zonas relacionadas con la memoria autobiográfica, el placer y las emociones, gracias a la liberación de dopamina.
Escuchar una canción una y otra vez no solo se trata de disfrutar su ritmo o letra. Con frecuencia, este hábito está ligado a lo que la pieza musical representa para la persona que la escucha. “La música cumple una función esencial en la regulación de nuestro ánimo”, explica Martín Enjuto, destacando que muchas veces la canción preferida actúa “casi como un refugio emocional que ordena y acompaña lo que estamos sintiendo”.
En momentos de estrés, crisis o incertidumbre, la familiaridad de una melodía conocida ofrece seguridad y estabilidad. Volver a esos sonidos predecibles puede resultar reconfortante y ayudar a procesar emociones complejas. En palabras de la psicóloga, encontrar “cierta sensación de seguridad y familiaridad” en la repetición es clave para sostener el equilibrio emocional.
La repetición musical está estrechamente ligada a lo que la experta denomina “biografía emocional” de cada persona. Una canción puede actuar como puente hacia recuerdos significativos, reviviendo etapas pasadas, relaciones o experiencias transformadoras. En ese sentido, la música no solo acompaña, sino que ayuda a reafirmar la identidad. “Lo que escuchamos habla de nosotros”, recuerda Martín Enjuto, subrayando que elegir una melodía y reproducirla sin cesar puede ser un modo de anclarse a quiénes somos, especialmente en etapas de cambio.
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Este vínculo entre música e identidad es particularmente visible en la adolescencia, aunque permanece activo a lo largo de toda la vida. La repetición refuerza el sentido de pertenencia a una historia personal, a un momento y a una emoción que queremos conservar.
Desde el punto de vista neurocientífico, este fenómeno se explica por “el placer que proporciona la anticipación”, señala Martín Enjuto. Escuchar una canción conocida activa la liberación de dopamina, neurotransmisor relacionado con la recompensa, generando una expectativa positiva hacia cada nueva escucha. Esta respuesta química mantiene vivo el deseo de repetir la experiencia, reforzando así la conexión emocional con la melodía.
El estudio citado en European Journal of Nuclear Medicine and Molecular Imaging reveló que, además de las áreas cerebrales asociadas al placer, también se activan las relacionadas con la memoria autobiográfica, lo que convierte a la música en una poderosa herramienta para evocar y procesar recuerdos.
Aunque en la mayoría de los casos este hábito es normal y beneficioso, la psicóloga advierte que, en determinadas circunstancias, puede transformarse en una conducta compulsiva. “Cuando el hábito resulta desproporcionado, puede estar asociado a patrones obsesivos relacionados con ansiedad o pensamientos intrusivos”, advierte Martín Enjuto. La clave está en evaluar si la repetición aporta bienestar o si, por el contrario, interfiere con la vida cotidiana.
No todas las canciones repetidas son alegres. Muchas personas recurren a melodías tristes en momentos de duelo o pérdida, utilizando la música como un espacio seguro para transitar emociones intensas y procesar el dolor. Según la experta, este mecanismo tiene un fuerte valor terapéutico, ya que facilita la introspección y estimula la creatividad.
Escuchar la misma canción en repetición puede parecer una manía sin importancia, pero la ciencia y la psicología muestran que se trata de un recurso natural y valioso para gestionar emociones, reforzar la identidad y encontrar estabilidad en tiempos inciertos. Entre notas y compases familiares, la música sigue recordándonos que, más que un entretenimiento, es un lenguaje que conecta la mente, el corazón y la memoria.