Sister Hong: El caso de explotación sexual digital que puso de rodillas a China y se viralizó

El fenómeno desató una ola de rupturas amorosas, juicios sociales y una guerra de memes.

El caso se perfila como uno de los más comentados y polémicos de la década / AFP

Un hombre disfrazado de mujer utilizó redes sociales, maquillaje, filtros de voz e inteligencia artificial para atraer a cientos de víctimas, grabarlas sin consentimiento y vender sus videos íntimos en la web.

China atraviesa uno de los escándalos más insólitos y perturbadores de los últimos años. El caso de “Sister Hong” ha traspasado las fronteras del país asiático, convirtiéndose en un fenómeno viral que mezcla engaño digital, explotación sexual, colapso de la intimidad masculina, memes y un estremecedor debate sobre la privacidad en la era digital.

Jiao, un hombre de 38 años residente en Nankín, China, fue arrestado el 6 de julio de 2025 por hacerse pasar durante meses por una mujer en apps de citas y redes sociales. Su alias era “Sister Hong”, un personaje que presentaba como una mujer divorciada, madura, sensual y comprensiva, dispuesta a ofrecer “encuentros íntimos gratuitos”.

Pero detrás de esa identidad virtual no había solo una intención romántica o sexual: había un sofisticado sistema de manipulación, grabación clandestina y venta ilegal de contenido sexual.

Utilizando pelucas, maquillaje, filtros de belleza, voz modulada por software y una historia bien elaborada, Jiao captaba la atención de hombres jóvenes y solitarios. Su método parecía inofensivo: no pedía dinero, sino un simple gesto, como traerle fruta, pastelitos u otros obsequios simbólicos. A cambio, prometía una experiencia íntima sin compromiso.

Lo que las víctimas no sabían era que Jiao tenía instalada una cámara fija en su cocina, el lugar donde se daban la mayoría de los encuentros, y que grababa absolutamente todo sin consentimiento.

De acuerdo con reportes policiales, Jiao llegó a grabar a 237 hombres, aunque en redes sociales se especuló con un número mucho mayor: algunos hablaban de más de 1,600 víctimas. Entre ellos había estudiantes universitarios, empleados de gimnasios, jóvenes profesionales y varios extranjeros. Algunos se dieron cuenta del engaño durante el encuentro; otros nunca lo notaron.

Los videos eran luego vendidos en grupos privados a través de aplicaciones de mensajería, por 150 yuanes (aproximadamente 20.60 dólares estadounidenses) por archivo.

La historia se volvió viral el fin de semana del 13 de julio. No tardó en incendiar TikTok, Weibo y otras redes asiáticas. Muchas de las parejas de los hombres involucrados se enteraron del engaño por medio de los videos filtrados. Algunas mujeres reaccionaron en redes grabándose mientras confrontaban a sus novios. Otros fueron directamente expuestos con rostros visibles, generando un clima de humillación pública, rupturas sentimentales y juicios sociales sin precedentes.

Te puede interesar: Katy Perry casi cae sobre el público en pleno show: VIDEO

Te puede interesar: Florinda Meza desmiente demanda, pero ataca bioserie de Chespirito: “Mentiras en su máxima expresión”

Lo más insólito es cómo la sociedad reaccionó: memes, parodias, videos con inteligencia artificial, filtros con la apariencia de Sister Hong e incluso obras teatrales comenzaron a circular por Asia.

“Este caso es tan extraño que parece una película de ciencia ficción… y al mismo tiempo, una advertencia brutal sobre los riesgos de internet”, escribió un comentarista chino.

Poco después de que el caso estalló, comenzaron a circular rumores no confirmados de que Jiao era portador del virus VIH. Las autoridades no han emitido una declaración oficial al respecto, pero el solo rumor generó pánico. Algunos hombres acudieron a hacerse pruebas de detección y hubo reportes de ansiedad colectiva en foros online.

Organizaciones de salud pública pidieron a los medios manejar con responsabilidad este aspecto del caso, ya que propagar pánico sin evidencia médica podría agravar el daño psicológico de las víctimas.

El 6 de julio, Jiao fue capturado por la policía local. Las autoridades confirmaron que enfrenta cargos por producción y distribución de material obsceno, un delito que en China puede llevar a penas de hasta 10 años de prisión.

Aunque aún no ha iniciado el juicio, el caso se perfila como uno de los más comentados y polémicos de la década, pues mezcla violación a la privacidad, identidad de género, consentimiento, tecnología, salud pública y masculinidad.

En medio de la indignación colectiva, también surgieron algunas voces disonantes que invitan a matizar el caso. Algunos colectivos LGTBIQ+ han señalado que en China existe un fuerte estigma hacia las personas trans o no binarias, y que el odio hacia Sister Hong se ha desviado peligrosamente hacia una transfobia disfrazada de justicia moral.

Sin embargo, la mayoría de las organizaciones de derechos humanos y especialistas en ciberdelito coinciden: este no es un caso de identidad de género, sino de explotación, abuso de confianza y crimen sexual digital.

El caso de Sister Hong va mucho más allá del morbo o el escándalo viral. Abre preguntas inquietantes:

En un mundo en el que la inteligencia artificial permite suplantar identidades con más facilidad que nunca, este caso marca un precedente. La privacidad ya no es solo un derecho: es un campo de batalla.

Temas relacionados

Si te lo perdiste
Lo último