La heroica labor del Centro San Juan Pablo II, al que el Municipio de Panamá le quitó el subsidio

Pan al hambriento, refugio al sin techo. La heroica labor del Centro San Juan Pablo II al que el Municipio de Panamá quitó el subsidio
Pan al hambriento, refugio al sin techo. / Cortesía

Indigentes, trabajadoras sexuales, privados de libertad... Son grupos especialmente vulnerables en Panamá, más aún durante la pandemia del coronavirus.

El Centro San Juan Pablo II trabaja todos los días dando comida, albergue, y atención a estas personas en la Ciudad de Panamá. Lo hacen a punta de donaciones, ya que el municipio dirigido por José Luis Fábrega decidió quitarles el subsidio mensual y anual con el que contaban para poder operar.

Cada semana, el Centro reparte alrededor de 80 platos de comida a personas sin hogar, 50 bolsas de alimentos a trabajadoras sexuales, y visita centros penitenciarios llevando artículos sanitarios para privados de libertad.

También cuentan con una línea de apoyo en la que psicólogos voluntarios ayudan a las personas en tiempos de crisis.

Tres personas en planta, y siete voluntarios mantienen este esfuerzo colosal. Gracias al apoyo de la empresa privada, la Arquidiócesis de Panamá y donaciones particulares, tienen tres centros de atención y logran incluso llevar comida a quiénes más lo necesitan.

Una de estas personas es José. Antes de llegar al Centro, cada día era un difícil reto por sobrevivir.

"Se me hacía muy difícil. Me quedé sin permiso de trabajo, no podía trabajar, no podía satisfacer mis necesidades alimenticias", contó.

El Gobierno Nacional está repartiendo bolsas de comida y bonos de 80 dólares a través del programa Panamá Solidario. Esta suma es la más baja de todo el continente, y no llega ni a la mitad de la canasta básica de alimentos que se estima en unos 310 dólares.

"A mi no me alcanza la ayuda", compartió José quien mostró su agradecimiento al trabajo del Centro. "Instituciones como estas están haciendo una obra 100% humanitaria. Dios abre las puertas", concluyó.

Ariel López es el director de la organización. Explica que operan desde antes de la pandemia. Brindan desayuno y almuerzo a personas sin hogar, les dan ropa vendiéndola a 1 centavo el combo de camisa, pantalón y zapato, y ayudan con sus medicamentos de ser necesario.

Tienen además círculos para ayudar a jóvenes en riesgo social, personas con problemas de adicción, y adultos con ludopatía. Refieren a las personas a centros de rehabilitación, hospitales y especialistas de ser necesario. A las trabajadoras sexuales, las ayudan a hacerse pruebas de VIH, sífilis y Papanicolau.

López cuenta que no se discrimina a extranjeros, ni personas transgénero. Cuenta que en estos momentos hay decenas de trabajadoras sexuales extranjeras que no tienen que comer y han sido abandonadas por los dueños de prostíbulos.

Hacen también viajes al interior y preparan comidas para los niños.

"Hace poco hicimos un sancocho para niños. Comieron más de 100", cuenta López.

El Centro solía recibir 3 mil dólares mensuales de subsidio por parte del Municipio de Panamá. La nueva administración de Fábrega decidió retirárselo a ellos y otras organizaciones.

López defendió el trabajo del centro en los medios de comunicación. Declaró que tenía todos los informes justificando en qué se usó cada centavo, y los cheques con el refrendo de la Contraloría General de la República.

Luego de una inmensa presión de la opinión pública, el municipio decidió volver a otorgar subsidios a 33 organizaciones. El Centro San Juan Pablo II no fue una de ellas.

Ahora, buscan el apoyo de la Gobernación de Panamá para poder extender su trabajo y abrir nuevos espacios de ayuda a los más necesitados.

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