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Santa Ana, un barrio en fuego

Bomberos combaten incendio en la Plaza 5 de Mayo

En el último semestre, el corregimiento de Santa Ana, en pleno centro de la ciudad, ha sido una urgencia permanente para los bomberos: en promedio ha habido un incendio cada 25 días.

Al viejo barrio le pasan factura los caserones a punto de desplomarse, las malas conexiones de agua y electricidad, la desaparición de los hidrantes y, sobre todo, “la falta de cultura de la no seguridad”, estimó el Cuerpo de Bomberos, al calor del último siniestro, registrado este domingo en la Plaza 5 de Mayo.

Antes de este, once días atrás se incendió un depósito de colchones cerca de la calle Estudiante. En abril hubo otro en el Barrio Chino, en febrero a un apartamento en Calle 17 le ocurrió lo mismo, y en enero fue el turno de un caserón donde vivían indigentes, cerca de la histórica Pizzería Nápoli.

Ángel Delgado, jefe del Departamento de Seguridad del Cuerpo de Bomberos, asegura a TVN Noticias que ha habido otros “tres o cuatro” incendios pequeños, que si bien no trascienden no dejan de ser riesgosos.

Las investigaciones han demostrado que decisiones tan comunes como dejar la llama de la estufa prendida para ir a la tienda, o una vela encendida al alcance de niños que están solos han detonado siniestros.

El descuido –razona Delgado, entonces- es un peligro por dos. Así ocurrió en un incendio, el año pasado en la Avenida de los Mártires, en el que un bebé murió calcinado, cuando su hermano –también niño- dejó caer una vela en la cama.

Hay que verificar el problema con un estudio más a fondo, pero ha quedado establecido que las personas no invierten en seguridad", asegura Delgado

La infraestructura es otro dolor de cabeza.

“El problema es que Santa Ana está colmado de caserones muy viejos, de madera, que toman calor muy rápido, y por ello los incendios se propagan con velocidad”, explica el bombero. Estos edificios, agrega, suelen estar sobrepoblados: en el que se prendió este domingo vivían unas 60 personas, su planta baja era el depósito de un almacén (algo común en el barrio) y era también la conexión a una vieja pensión.

Ese problema es común en áreas socioeconómicamente vulnerables como Santa Ana, que tiene el 8% de los inmuebles condenados del país.

Delgado ha llamado la atención sobre la necesidad de invertir en seguridad, basado en estudios “a fondo”: el barrio necesita, dice, mejorar su flujo de agua potable para combatir urgencias (hoy había baja presión) y acabar con las redes eléctricas tramposas, que abonan nitrógeno a la bomba.

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