Amor y Orgullo
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Casi a la medianoche, en Cerro Iglesias, en la comarca Ngäbe Buglé, decenas de niños de sexto grado subieron a varios buses con mochilas cargadas no solo de ropa, sino de expectativas, nervios y sueños largamente postergados. Para muchos, era la primera vez que salían de su comunidad. Para todos, el inicio de una experiencia que cambiaría su forma de ver el país.
Cerro Iglesias es una zona marcada por la pobreza y la desigualdad. Estudiar implica recorrer largos caminos, sortear lomas y condiciones adversas. Algunos niños caminan hasta tres horas para llegar a la escuela. Aun así, llegan. Persisten. Sueñan. Esta vez, unos 50 estudiantes tuvieron la oportunidad de cumplir uno de esos sueños: conocer la ciudad de Panamá.
El recorrido comenzó en la Línea 1 del Metro, una experiencia inédita para los niños, quienes observaban con asombro cómo el tren avanzaba sobre el tráfico. Para ellos, la ciudad no era caótica, sino gigantesca, moderna y fascinante, una imagen que hasta entonces solo conocían por la televisión.
Durante la visita, recorrieron sitios emblemáticos como la Asamblea Nacional, la Presidencia de la República y el canal de Panamá. En Miraflores, el paso de un megabarco despertó preguntas y silencios cargados de admiración. “¿Todo eso es de Panamá?”, preguntó uno de los niños, reflejando la magnitud del impacto del momento.
"Mi corazón quedaba latiendo, al saber que el Canal está muy grande. Nunca lo había visto, solo en figura, pero en la vida real hasta hoy", dijo Kelvin Múñoz.
Según datos del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la comarca Ngäbe Buglé registra uno de los índices de pobreza más altos del país, con un 78.2%, una cifra que contrasta con la infraestructura y el desarrollo observados durante el recorrido. La escena evidenció las profundas brechas sociales que persisten, pero también el potencial transformador del acceso a nuevas experiencias.
Entre los niños estaba Roger, conocido en redes sociales por desfilar con la banda de su escuela. Su sueño es ser doctor, mientras otros aspiran a convertirse en aeronavales, profesionales o universitarios, metas que hoy parecen más cercanas tras este viaje.
La experiencia culminó con una sorpresa especial: una fiesta organizada como parte del proyecto “Sueños de Diciembre”, una iniciativa que cumple 10 años y busca devolver a las comunidades el cariño y la confianza brindados a lo largo del año. Juegos, castillos inflables, fútbol, regalos y bicicletas llenaron la tarde de risas y emoción.
Más allá de los obsequios, el mensaje fue claro: crear oportunidades transforma realidades. Para estos niños, el viaje abrió una ventana a un mundo distinto, uno donde los sueños no están limitados por el lugar de origen.
“Sueños de Diciembre” recordó que la Navidad no es solo regalos, sino compartir, tender puentes y creer en el futuro. Un futuro donde todos los niños puedan soñar en igualdad de condiciones.