La historia de un gigante en el mundial de Nueva Zelanda
Con sus 1,97 metros de estatura y sus 90 kilos de puro músculo, Hamidou Maiga no pasa desapercibido sobre el terreno de juego. Pilar de la defensa de la selección sub-20 de Malí semifinalista en Nueva Zelanda 2015, el dorsal número seis ha contribuido en gran medida a hacer de su formación una fortaleza inexpugnable. Las jóvenes Águilas tan solo suman cuatro goles en contra desde el comienzo de la competición, dos de ellos en su segundo encuentro, frente a Serbia. Un rival al que volverán a enfrentarse el 17 de junio por un puesto en la final. Casualidad o no, Maiga no tomó parte en aquel duelo del pasado 3 de junio.
Porque aunque es insoslayable, en el más amplio sentido de la palabra, su propia potencia física a veces le causa alguna que otra mala pasada. Un ligero exceso de celo puede tener consecuencias desafortunadas, como sucedió en su primer choque, contra México. Dos de sus entradas se consideraron más duras que el resto y volvió al vestuario antes de tiempo, si bien su expulsión no tuvo consecuencia alguna en el resultado final. Lo que si la tuvo fue la correspondiente sanción, que sin duda influyó en la derrota sufrida a manos de Serbia. "Soy consciente de que soy expeditivo y autoritario en mis intervenciones. ¡Lo he heredado de mi padre!", sonrió pícaro.
Si Maiga es un gigante en sentido literal, su padre, Moctar, lo es en sentido figurado en su propio país. Defensa titular del combinado maliense finalista de la CAN 1972 (octava edición del certamen), Maiga padre acumula cuarenta convocatorias con las Águilas, donde tuvo como compañero, entre otros, a Salif Keita, Balón de Oro africano en 1970. "Malí no ha tenido nunca un equipo mejor que el de 1972", afirmó Hamidou. "Vaya donde vaya, me hablan de eso. Evidentemente, mi padre es mi modelo. Aun así, no es fácil seguir su estela".
Imposible evitar las comparaciones, y más aún cuando el parecido físico es... ¡tan grande! En cuanto a las expectativas, también son forzosamente más elevadas, dado que el último gran éxito de la selección se remonta precisamente a 1972. Y aunque el apellido pesa, Hamidou ha sabido sacar provecho de la situación: "Mi padre no se ha perdido ni uno de mis partidos. Se ha quedado en casa, pero me llama todos los días y repasamos juntos los encuentros, me aconseja, me dice lo que he hecho bien y mal. Para mí, eso es inestimable".
El camino a la historia pasa por Alemania
En Malí, Maiga padre no es el único que sigue al conjunto por televisión. Todo el país vive al ritmo de las actuaciones de las jóvenes Águilas, que al igual que sus antecesores en Nigeria 1999, ya están en semifinales."A causa de la diferencia horaria, allí ven los partidos en mitad de la noche. No obstante, puedo asegurar que son muchos los que están frente al televisor a esas horas tan intempestivas. Creemos que debemos hacer algo por ellos. Nos hemos adjudicado una misión, somos sus embajadores. Nos hemos prometido a nosotros mismos llegar hasta la final por ellos".
Para conseguirlo, necesitaron superar una primera fase complicada, encuadrados como estaban con México, Uruguay y Serbia en el Grupo D. Y a continuación cuajar encuentros cada vez más arduos: Ghana primero y Alemania después, con sus 17 tantos a favor en el torneo. Eso, sin embargo, no amilanó a nuestro titán, impecable en la defensa y en al arranque de las jugadas contra la Mannschaft. "Quizás soy grande de tamaño, pero en lo que respecta a mi juego aún tengo que crecer", apuntó con modestia. "Todavía estoy aprendiendo, aunque creo que voy por el buen camino".
Y si hablamos de caminos, el que lleva al más alto nivel parece que está bien delimitado para Hamidou Maiga. "Pocos apostaban por nosotros ante Alemania. Pero queremos hacer historia, y ese camino pasaba por Alemania. Por nosotros, nuestro pueblo y nuestras familias, no nos queda otra que ganar". ¿Quién se atreve a disuadir a este coloso de casi dos metros y 90 kilos?