Auri y la historia de los que en Panamá viven entre todo y no tienen nada

Panamá: un país desigual / Kelyneth Pérez
Kelyneth Pérez
29 de diciembre 2016 - 21:26

Auri Berrugate no trabaja y depende solo del salario de su esposo, quien hace unas semanas quedó sin contrato de trabajo y ahora es corta céspedes. Algunas veces le toca elegir entre darle de comer a sus hijos o comprar medicinas.

Ella, que vive en un poblado de Chepo, a 60 kilómetros de la capital, es parte del medio millón de personas que a diario se enfrenta entre si comer o no, si comprar un remedio o no, y sin la esperanza de la quincena.

Son los otros panameños. A los que la bonanza del crecimiento económico de dos dígitos, del crecimiento de la inversión extranjera directa, del superávit del Seguro Social y del espectacular tránsito por las nuevas esclusas sencillamente no llega.

Según la Fundación del Trabajo, lejos de ciudad de Panamá, casi 50 de cada 100 personas son pobres y en el área urbana esa cifra llega a 13 de cada 100.

“16.7%, o más de medio millón de personas viven en extrema pobreza, no puede satisfacer la canasta básica de alimentos”, dice el sociólogo Pablo Navarro.

Auri lo sabe bien. Afuera de su casa –de menos de 50 metros- cuenta a TVN Noticias que una vez tenía que comprarle medicamentos a su hijo pero desistió por plata. Sólo adquirió lo que se le “hacía más fácil”.

“Ahora, algunas veces le da fiebre. Creo que es por el agua, la diarrea y los vómitos”, apunta.

La vista hacia dentro de su vivienda revela la escasez más pura: hay una cama de madera, una estufa de mesa y la ropa. Ese es su Panamá.

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