Adolescencia en riesgo: pasar mucho tiempo en sedentarismo aumenta la depresión

Salud Mental

En una época en la que las pantallas dominan la vida cotidiana, el tiempo que los adolescentes pasan sentados ha alcanzado niveles alarmantes.

Depresión
Moverse más y sentarse menos no solo protege el cuerpo, sino también la mente / IA - META

Lo que antes se asociaba únicamente con problemas físicos como el dolor de espalda o la fatiga ocular, ahora preocupa a los especialistas por sus efectos sobre la mente. Un nuevo estudio publicado en Frontiers in Psychology y analizado por Psychology Today advierte que el sedentarismo prolongado podría elevar la inflamación en el organismo y, con ello, aumentar el riesgo de síntomas depresivos durante la adolescencia.

La investigación, que evaluó a 521 jóvenes de entre 12 y 17 años, analizó el impacto de los periodos prolongados de inactividad en su salud emocional. Los resultados son claros: los adolescentes que pasan más tiempo sentados presentaron mayores puntuaciones en las escalas de depresión, mientras que aquellos con hábitos más activos mostraron una mejor regulación del estado de ánimo y menor riesgo de desarrollar trastornos emocionales.

El estudio clasificó a los participantes en tres grupos: quienes permanecían largos periodos sentados, quienes hacían pausas cortas cada 15 a 29 minutos y quienes interrumpían constantemente la inactividad con movimientos ligeros o actividad física de intensidad moderada a vigorosa. La tendencia fue contundente: los adolescentes más sedentarios fueron los más vulnerables a síntomas depresivos, incluso después de ajustar los resultados según el tiempo total de sedentarismo diario.

“Interrumpir los periodos de inactividad no solo ayuda al cuerpo, sino también a la mente”, señalaron los investigadores citados por Psychology Today. La publicación explica que existen mecanismos fisiológicos y psicosociales que sustentan esta conexión. A nivel físico, permanecer demasiado tiempo sentado puede generar procesos inflamatorios, mala circulación y resistencia a la insulina, factores que impactan directamente la función cerebral, la producción de neurotransmisores y la capacidad para regular las emociones.

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Desde una perspectiva psicosocial, los adolescentes activos tienden a involucrarse en actividades grupales, deportivas o recreativas, lo que fortalece su sentido de pertenencia y les proporciona apoyo emocional. Este tipo de interacciones, además de mejorar la autoestima, actúan como factores protectores frente a la depresión. Por el contrario, el aislamiento, el exceso de tiempo frente a pantallas y la falta de movimiento pueden reforzar sentimientos de soledad, ansiedad o desmotivación.

Psychology Today también advierte sobre un círculo vicioso que agrava el problema: la depresión reduce la energía y las ganas de moverse, mientras que el sedentarismo prolongado intensifica los síntomas depresivos. Esta relación bidireccional se vuelve más peligrosa en la adolescencia, una etapa en la que el uso de dispositivos digitales, redes sociales y videojuegos se ha convertido en parte de la rutina diaria.

Los especialistas coinciden en que romper este ciclo es posible, y proponen una serie de recomendaciones para reducir el sedentarismo entre adolescentes. Quienes pasan muchas horas sentados deberían interrumpir el tiempo inactivo cada 30 minutos, con pequeñas pausas para estirarse, caminar o realizar movimientos simples. Para los que ya tienen hábitos activos, la recomendación es aumentar la intensidad de la actividad física incorporando deportes, caminatas o retos grupales que mantengan la motivación.

Asimismo, Psychology Today subraya la necesidad de que padres, docentes y profesionales de la salud sean agentes clave en este cambio. La creación de entornos que faciliten el movimiento como recreos activos, clases al aire libre o la reducción del uso de pantallas en casa puede marcar una diferencia significativa.

La conclusión del informe es contundente: moverse más y sentarse menos no solo protege el cuerpo, sino también la mente. Incluso breves intervalos de actividad distribuidos durante el día pueden tener un impacto positivo en la salud emocional de los adolescentes. En palabras de los investigadores, “cada pausa cuenta”. Promover una cultura del movimiento, en la escuela y en el hogar, podría ser una de las estrategias más efectivas para prevenir la depresión en las nuevas generaciones.

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