Big Pun: El genio del rap latino que alcanzó la cima y enfrentó un destino trágico

Christopher Lee Rios, conocido artísticamente como Big Pun, fue una de las figuras más influyentes del hip-hop latino.

Big Pun
Big Pun / Instagram @officialbigpun

Su habilidad con las rimas y su estilo inconfundible lo llevaron a la cima de la industria, convirtiéndose en el primer rapero de ascendencia latina en alcanzar un disco de platino. Sin embargo, su lucha con la obesidad y la presión del éxito marcaron su vida hasta su prematura muerte a los 28 años.

Nacido el 10 de noviembre de 1971 en el South Bronx, Nueva York, Big Pun creció en un entorno de violencia y pobreza. Desde joven mostró interés en la literatura y los deportes, destacándose en el baloncesto y el boxeo. Sin embargo, su hogar no fue un refugio seguro, y a los 15 años decidió dejarlo. Durante un tiempo, vivió sin un techo fijo, enfrentando las dificultades de la calle.

A pesar de los desafíos, formó una familia a una edad temprana con su novia, Liza Rios. Pero la presión de la vida adulta y las dificultades económicas lo llevaron a refugiarse en la comida. Para cuando tenía 21 años, su peso ya había alcanzado niveles preocupantes, superando los 200 kilos.

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Mientras su salud se deterioraba, su talento emergía. En el Bronx de los años 80, el hip-hop estaba en plena efervescencia y Big Pun encontró su voz en el rap. Inicialmente conocido como Big Moon Dog, formó el grupo Full-A-Clips Crew, pero su talento pronto lo llevó a destacar en solitario.

El destino de Big Pun cambió cuando Fat Joe lo escuchó rapear en una esquina. Impactado por su habilidad lírica y su impresionante control de la respiración, lo invitó a colaborar en su álbum de 1995. A partir de ahí, Rios adoptó el nombre de Big Punisher, más tarde abreviado a Big Pun, y se convirtió en una sensación del hip-hop.

Su álbum debut, Capital Punishment (1998), fue un éxito rotundo, vendiendo más de dos millones de copias y convirtiéndolo en el primer rapero latino en alcanzar la certificación de platino. Su sencillo Still Not a Player se convirtió en un himno del hip-hop, consolidando su estatus en la industria.

Billboard elogió su capacidad para estructurar rimas complejas con un juego de palabras excepcional, diferenciándolo de sus contemporáneos. Además, su fusión de rap con influencias de salsa y R&B le dio una identidad única dentro del género.

Mientras su carrera despegaba, su salud empeoraba. Las giras, las grabaciones y la presión del éxito intensificaron su relación con la comida. En 1999, pesaba más de 270 kilos, lo que dificultaba su movilidad y sus presentaciones en vivo.

Preocupados por su estado, sus amigos, incluidos Fat Joe y su esposa Liza, lo convencieron de ingresar a un programa de control de peso en la Universidad de Duke. Durante un tiempo, logró perder cerca de 50 kilos, pero su lucha con la depresión lo llevó a recuperar el peso rápidamente.

Liza Rios reveló más tarde que, aunque Big Pun mantenía una imagen fuerte ante el público, en privado sufría profundamente. La comida era su refugio en medio de la presión del estrellato.

El 5 de febrero del 2000, Big Pun debía presentarse junto a Fat Joe y Jennifer Lopez en Saturday Night Live, pero se sintió demasiado mal para asistir. Dos días después, mientras descansaba en el Crowne Plaza Hotel de White Plains, Nueva York, su estado de salud se agravó.

A las 3:53 p.m. del 7 de febrero, sufrió un colapso respiratorio. Su corazón, tres veces más grande de lo normal debido a su condición, no resistió. Big Pun falleció a los 28 años, con un peso de 316 kilos.

La noticia conmocionó al mundo del hip-hop. Fat Joe recordó en una entrevista con VICE el momento en que recibió la llamada de Liza: “Se fue, se fue”, le dijo ella entre lágrimas. “Lo supe de inmediato. Mi cuerpo entero se desplomó”.

Su velorio fue un evento masivo. Según The New York Times, más de 9.000 fanáticos se reunieron para despedirlo. En su honor, pusieron Still Not a Player mientras la multitud cantaba y bailaba, rindiéndole homenaje.

A pesar de su corta vida, Big Pun dejó una huella imborrable en la música. Su segundo álbum, Yeeeah Baby, fue lanzado dos meses después de su muerte y obtuvo certificación de oro. Su legado inspiró a una nueva generación de raperos latinos y su impacto sigue vigente.

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