'La mansión del diablo': la historia del primer filme de terror que cambió el rumbo del cine
Cine
A finales del siglo XIX, cuando el cine apenas daba sus primeros pasos, un visionario francés llamado Georges Méliès dio vida a un género que marcaría para siempre la historia del séptimo arte: el terror.
Con su cortometraje “Le Manoir du Diable” (La mansión del diablo, 1896), el ilusionista y pionero del cine no solo presentó una historia con tintes sobrenaturales, sino que creó la primera película de terror del mundo, un proyecto que, con poco más de tres minutos de duración, inauguró el camino para todas las producciones de miedo que vendrían después.
El filme, mudo y en blanco y negro, muestra una historia sencilla pero innovadora para su época. En un antiguo castillo envuelto en sombras, un murciélago gigante irrumpe en una sala y, tras un estallido de humo, se transforma en Mefistófeles, el legendario demonio asociado con las artes mágicas. A partir de allí, comienzan a suceder apariciones fantasmales, esqueletos danzantes y otros efectos visuales que mezclan lo cómico con lo perturbador. Aunque Méliès no buscaba asustar, el solo hecho de representar al Diablo en pantalla fue una provocación artística sin precedentes.
El uso del humor y la fantasía como vehículo para lo sobrenatural convirtió a “La mansión del diablo” en un experimento cinematográfico adelantado a su tiempo. Méliès, conocido por su talento como mago e inventor, empleó trucos técnicos como el “stop trick”, una técnica que le permitía hacer desaparecer o aparecer objetos de manera instantánea. Esto sentó las bases de los efectos especiales que décadas más tarde se perfeccionarían en Hollywood.
En una de las escenas más recordadas, Mefistófeles utiliza un caldero para hacer aparecer a una mujer, interpretada por Jeanne d’Alcy, reconocida actriz de teatro y habitual colaboradora del cineasta, quien más tarde se convertiría en su segunda esposa. La presencia de d’Alcy es el único registro confirmado del elenco, ya que, en esa época, los actores no solían ser acreditados.
El rodaje se realizó en el jardín de la propia casa de Méliès, quien pintó a mano los fondos para crear la ilusión de profundidad y movimiento. Este detalle evidencia su creatividad como director y su deseo de hacer del cine una experiencia visual mágica, capaz de transportar al espectador más allá de la realidad.
De acuerdo con el historiador de cine Georges Sadoul, es probable que el papel del Diablo haya sido interpretado por Jules-Eugène Legris, un mago con amplia experiencia en el Teatro Robert-Houdin de París. Aunque no hay registros oficiales, se sabe que Legris trabajó nuevamente con Méliès en su célebre película “Viaje a la Luna” (1902), considerada una obra maestra de la ciencia ficción temprana.
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El estreno de La mansión del diablo se produjo entre 1896 y 1897 bajo la distribución de Star Film Company, la productora fundada por Méliès. La cinta tuvo una duración de tres minutos y 18 segundos, algo inusual en una época en la que la mayoría de las películas no superaban los 60 segundos. Este rasgo innovador, sumado a su temática fantástica, convirtió al cortometraje en una pieza fundacional del cine de terror y de vampiros, debido a la transformación del murciélago que anticipa el mito cinematográfico del vampiro.
Con el paso del tiempo, la obra se perdió y fue dada por desaparecida durante casi un siglo, hasta que en 1988 fue redescubierta en el New Zealand Film Archive. Su recuperación permitió que nuevas generaciones de cineastas y cinéfilos pudieran apreciarla y reconocer su valor como pionera del género.
El legado de Georges Méliès sigue vivo. Su dominio de los efectos visuales, la cámara rápida, las disoluciones de imagen y las exposiciones múltiples sentaron las bases de la narrativa visual moderna. Inspirado por escritores como Julio Verne y cautivado por la primera proyección de los hermanos Lumière en 1895, Méliès encontró en el cine un espacio para combinar su intelecto con su imaginación.
Hoy, más de un siglo después, La mansión del diablo continúa siendo una joya del séptimo arte: la primera vez que el miedo, la ilusión y la magia se unieron en la gran pantalla.