Repetición: Jelou!
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Pero para entender su final en paz, hay que remontarse a una vida que desafió la lógica médica, la prudencia legal y cualquier instinto básico de supervivencia.
“Con una tristeza más grande de la que las palabras pueden expresar, debemos informar que nuestro amado Ozzy Osbourne falleció esta mañana. Estaba con su familia y rodeado de amor”, anunció la familia en un comunicado. Y si ese fue el cierre, su historia fue un verdadero campo de batalla contra la muerte. Estas son las veces que Ozzy vivió para contarlo, cuando parecía que no debía haberlo hecho.
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En 2013, Osbourne se estrelló en un vehículo todoterreno y sufrió fracturas múltiples: clavícula, ocho costillas, una vértebra y daños vasculares. Lo operaron de urgencia para salvarle el brazo y reconstruirle la clavícula. El rockero solo sobrevivió gracias a su guardaespaldas, Sam Ruston, quien le practicó RCP en dos ocasiones.“Si no fuera por Sam, probablemente no estaría aquí. Tuvo que devolverme la vida dos veces”, confesó Ozzy al Sunday Mirror.
En 2003, Ozzy consumía más de 13 mil dosis al año bajo supervisión médica. Tranquilizantes, barbitúricos, somníferos y anfetaminas llenaban su cuerpo a diario.
Su esposa Sharon declaró que estaba tan drogado que apenas podía caminar: “No podía hablar ni mantenerse en pie”. Aunque no terminó hospitalizado por esto, cualquier otra persona en su lugar probablemente habría muerto.
Cuando Sharon fue diagnosticada con cáncer, Ozzy entró en crisis. Su hija Kelly contó en el libro There Is No Fcking Secret* que vio a su padre tomar un puñado de pastillas con vodka frente al cuerpo inconsciente de su esposa. “Papá estaba allí en calzoncillos, y lo vi meter las manos en un tazón de pastillas… luego bajarlo con vodka”, escribió Kelly.
Ozzy se desmayó con la mano de Sharon sobre la boca, resistió a los paramédicos y terminó esposado por la policía. Sobrevivió. Otra vez.
En 1982, durante un concierto en Iowa, Ozzy mordió la cabeza de un murciélago vivo que un fan lanzó al escenario. “El murciélago estaba vivo e incluso me mordió”, confesó en su libro Diario de un loco. Fue trasladado al hospital y vacunado contra la rabia.
El fan, Mark Neal, reveló que el animal había sido capturado dos semanas antes y conservado en una bolsa. Nadie pensó que Ozzy lo mordería, excepto Ozzy.
En una columna para el Sunday Times, Ozzy admitió: “Soy un milagro médico. Bebía cuatro botellas de coñac al día… y eso era antes de toda la marihuana”.
Durante el rodaje del reality The Osbournes, tomaba 42 medicamentos recetados al día. Años después, le diagnosticaron Parkinson, pero creyó que sus temblores eran por el alcohol. “Yo caminando por ahí pensando que tengo una especie de parálisis por drogas”, bromeó.
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En 1978, Ozzy y David Lee Roth (Van Halen) compitieron a ver quién podía inhalar más cocaína sin morir. Pasaron toda la noche consumiendo hasta las 9 a.m. Ozzy desapareció y fue hallado dormido por una camarera en una habitación equivocada. No recordaba nada. Su equipo nunca entendió cómo seguía vivo.
Durante un reto con Nikki Sixx, Ozzy usó una pajilla para aspirar una fila de hormigas vivas desde una grieta en la acera. “Se metió toda la fila de hormigas por la nariz de un solo y monstruoso resoplido”, relató Sixx en The Dirt. Luego orinó en el suelo y lamió su propia orina. Porque sí.
En 2018, un corte en el pulgar se convirtió en una infección peligrosa. Su dedo se inflamó como “una bombilla”, y los médicos le advirtieron que si la infección llegaba al torrente sanguíneo, moriría. “La parte graciosa es que creen que todo fue por una manicura”, bromeó. Pero el doctor fue claro: “Ya tienes tres infecciones distintas en esa mano. Si contraes otra, podrías morir”.
Pese a haber sobrevivido a todo, Ozzy encontró finalmente calma. Una fuente cercana a People reveló que pasó sus últimos días en su casa en Inglaterra, rodeado de amor y haciendo lo que más le gustaba. “Los últimos días de Ozzy transcurrieron en Inglaterra, rodeado de su familia, música y en el lugar que él llamaba hogar. Estaba en paz”.