Chifeando el Tranque
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Kyoko Chan Cox vivió una infancia entre artistas, una desaparición en medio de una batalla legal, años de aislamiento en comunidades religiosas extremas y un reencuentro con su madre, Yoko Ono, que tardó décadas en suceder.
Nacida en 1963, fruto del matrimonio entre la artista japonesa Yoko Ono y el cineasta estadounidense Anthony Cox, Kyoko pasó sus primeros años rodeada de un ambiente bohemio y creativo. Sin embargo, todo cambió en 1969, cuando su madre conoció a John Lennon en Londres. A pesar de las nuevas relaciones, la convivencia entre ambas familias parecía cordial… hasta que en 1971 estalló una batalla por su custodia.
En plena disputa legal, Cox y su nueva esposa, Melinda, desaparecieron con Kyoko, que entonces tenía ocho años. “El juez me preguntó: ‘¿Con quién quieres irte?’. Y yo pensé: no puedo decidir eso. Pero insistieron, así que dije ‘con mi papá’, y mi mamá se puso muy triste”, recuerda.
Pese a que un juez de Nueva York otorgó la custodia a Yoko en septiembre de 1971, la decisión fue inútil: Kyoko ya había sido llevada a otro lugar. Lennon y Ono iniciaron entonces una búsqueda frenética que, según cálculos actuales, costó el equivalente a 1,5 millones de dólares. Publicaron fotos, ofrecieron recompensas e incluso Yoko mostró la imagen de su hija en el programa The Dick Cavett Show, afirmando: “John tiene que cambiar de canal cada vez que ve un niño en la televisión, porque no puede soportarlo”.
Pero Kyoko nunca supo de estos esfuerzos. “Vivíamos en una granja en Iowa. No teníamos televisión. Mucha gente no entiende que hay formas de vida así”, explicó.
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Durante su huida, Anthony Cox llevó a su hija a distintas comunidades religiosas, incluyendo The Living Word Fellowship, una secta liderada por John Robert Stevens. Allí, en un remoto poblado de Iowa, Kyoko pasó su adolescencia entre labores domésticas y grabaciones del líder espiritual.
“Era muy solitario”, confiesa. “Pero también tenía buenos recuerdos. Melinda me enseñó a leer. Fue maravillosa. Es una persona muy importante”.
Aunque pidió varias veces contactar a Yoko, su padre siempre lo prohibió: “No es lo que Dios quiere, y si lo haces, pondrás en riesgo mi libertad. Tu madre me meterá en prisión”.
Solo una vez logró llamarla en Navidad, pero la conversación terminó abruptamente. Según Sean Lennon, medio hermano de Kyoko: “Escuché a mi madre preguntar ‘¿Dónde estás?’ y luego un clic. Estoy seguro de que Cox colgó. Mi madre tenía lágrimas en los ojos”.
La oportunidad de reencontrarse llegó recién a mediados de los años 90, cuando Kyoko, ya casada y madre de dos hijos, fue alentada por su esposo a buscar a Yoko. “Ella no quería castigar a mi padre. Solo quería volver a verme”, relató.
El reencuentro fue inmediato y emotivo: “Fue como si hubiésemos hablado ayer”. Desde entonces, madre e hija recuperaron el tiempo perdido. Hoy, Kyoko vive en Colorado, lejos de la vida pública: “No quiero ser una figura pública. Pero también soy la hija de mi madre y quiero que la historia se cuente bien”.