Vaska, el gato héroe de la Segunda Guerra Mundial: cazador, centinela y símbolo de resistencia

Segunda Guerra Mundial

Durante los años más crudos del sitio de Leningrado, un felino doméstico desafió el hambre, la muerte y los bombardeos.

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Gato / IA - META

Su nombre era Vaska, y lejos de ser una simple mascota, se convirtió en un salvavidas para su familia humana, un símbolo de coraje animal y, hoy, un recuerdo imborrable en los museos de San Petersburgo.

Cuando los alimentos desaparecieron de los estantes y los inviernos helaban hasta los huesos, Leningrado, la actual San Petersburgo, se transformó en un infierno para sus habitantes. El sitio nazi, que se prolongó por casi 900 días entre 1941 y 1944, dejó una estela de muerte, desnutrición y desesperación. En medio de esa tragedia, algunas personas se vieron forzadas a alimentarse incluso de sus propios animales domésticos. Sin embargo, la historia de Vaska tomó un rumbo distinto: él no fue sacrificado, sino que se convirtió en el cazador que alimentaba a su familia.

“Era un gato especial. No solo cazaba, también advertía sobre las bombas”, relatan testigos y descendientes de quienes lo cuidaron, según recogen los museos históricos de la ciudad. A través de sus instintos felinos, Vaska se internaba entre ruinas y sótanos en busca de presas, atrapando ratas, su principal fuente de proteínas en aquellos días de hambre extrema. La carne de roedor, que muchos hoy rechazarían con horror, fue la base de improvisados estofados que ayudaron a mantener con vida a la familia que lo protegía.

Pero sus hazañas no se detenían allí. Tal como lo afirman varios relatos conservados en la memoria histórica rusa, Vaska también tenía una sensibilidad única para detectar los bombardeos enemigos antes de que las sirenas comenzaran a sonar. Cuando sus maullidos se volvían urgentes y corría de un lado a otro de la casa, sus dueños sabían que era momento de refugiarse.

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“Era más confiable que las propias alarmas”, cuentan los descendientes de la familia. “Cuando él se agitaba, sabíamos que la muerte estaba cerca”. Guardaban agua, recogían lo poco que tenían de comida, y se escondían, a salvo, gracias a las advertencias del felino.

Terminada la guerra, Leningrado comenzó a levantarse sobre sus ruinas. Vaska, ya viejo, vivió cinco años más tras el final del conflicto. Fue enterrado con honores por su familia, en un acto simbólico que más tarde inspiraría homenajes y monumentos. En San Petersburgo, aún se pueden ver figuras dedicadas a su memoria, y su historia es compartida con admiración por generaciones posteriores.

Una de las personas que contribuyó a que su legado trascendiera fue Varya Malina, quien redescubrió el relato de Vaska y lo narró durante una participación en el programa internacional Todo en 90 días. Su testimonio reavivó la conversación sobre este valiente felino y su papel vital durante uno de los capítulos más oscuros de la historia moderna.

Vaska no tuvo uniforme, ni medallas, ni rango militar, pero su valentía y lealtad lo convierten en un verdadero héroe de guerra. Su instinto salvó vidas, y su figura nos recuerda que incluso en medio de la devastación, los lazos entre humanos y animales pueden ser una fuente de esperanza, resistencia y amor incondicional.

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