Fidel y Raúl juntos para ahuyentar el fantasma del capitalismo

Fidel y Raúl Castro
Fidel y Raúl Castro en la clausura del Congreso Comunista en La Habana. / AFP
Afp
20 de abril 2016 - 17:31

Con su aparición conjunta en la clausura del congreso comunista, Fidel y Raúl Castro espantaron los fantasmas del capitalismo y propiciaron el acercamiento de posiciones dentro del partido único frente a la reforma que busca un difícil equilibrio entre mercado y socialismo en Cuba.

"Emprenderemos la marcha y perfeccionaremos lo que debamos perfeccionar, con lealtad meridiana y la fuerza unida", dijo Fidel.

Próximo a los 90 años, Fidel es visto como el líder natural del sector más reacio a los cambios emprendidos por su hermano Raúl, de 84 años.

Desde su jubilación por motivos de salud en 2006, Fidel expresó algunas críticas a los cambios en sus artículos de prensa, que dejó de publicar periódicamente en octubre de 2012 para no interferir, según dijo, en el trabajo del gobierno.

En un sistema de partido único -y hermético- como el cubano, la sola elección de las palabras implica una disputa.

Por ejemplo, el término acuñado oficialmente hasta ahora para nombrar las reformas era el de "actualizar" el agotado modelo económico de corte soviético.

Pero Raúl lo cambió por "perfeccionar" el socialismo en el discurso inaugural del Séptimo Congreso del Partido Comunista que concluyó el martes.

"Proseguiremos a paso firme, sin prisas, pero sin pausas, teniendo muy presente que el ritmo dependerá del consenso que seamos capaces de forjar al interior de nuestra sociedad", dijo Raúl.

En un discurso en el que evocó su muerte, Fidel por su parte hizo una defensa del legado comunista y confió en su continuidad, en medio de la expectativa de cambio que alimentó la reconciliación política con Estados Unidos.

La aparición de un pujante sector privado, una mayor apertura a las inversiones extranjeras, la desideologización de la vida cotidiana, entre otros cambios, dividen a los simpatizantes del gobierno.

Por un lado, están los de "avanzada" que propugnan una flexibilización económica acompañada de apertura política y, del otro, los más ortodoxos que creen que los cambios son concesiones al desterrado capitalismo.

Desde sus puestos, estos últimos ejercen una resistencia no frontal que retrasa la aplicación de las reformas.

Raúl ha insistido en el llamado a un "cambio de mentalidad" y acusado públicamente a "la burocracia" de la lenta y deficiente implementación de las reformas.

La vieja guardia

En contra de las expectativas de relevo generacional, el Congreso mantuvo a compañeros de Fidel y Raúl en la guerrilla de la Sierra Maestra, una vieja guardia octogenaria que ocupa los puestos claves del PCC y el gobierno, y que según Raúl "gozan de autoridad ante el pueblo".

"Raúl Castro ha actuado como un chofer defensivo. Ha proclamado el interés de ampliar y profundizar las reformas económicas en curso, pero también reafirmado el modelo gradual y cauto de las mismas", dijo a la AFP el analista cubano Arturo López-Levy, de la Universidad de Texas.

Con ello "la élite política cubana (tendrá) suficiente espacio para cooptar a los sectores emergentes, manejar los ajustes y poder revertir acciones que amenacen la continuidad del sistema unipartidista", añadió.

Sin la generación histórica "nadie más tendrá sus credenciales revolucionarias que les permitan justificar los absurdos de las restricciones que enfrentan los cubanos", dijo ala AFP Paul Hare, exembajador británico en Cuba y profesor de la Universidad de Boston.

El fantasma capitalista

El fantasma de la restauración capitalista apareció como un freno a las reformas en todos los análisis del Congreso. "El reconocimiento de la existencia de la propiedad privada ha generado inquietudes", admitió Raúl.

El avance del empleo privado disparó las alarmas de algunos, pues ya alcanza el 30%, lo que significa que 1,4 millones de trabajadores ya no tienen al Estado como patrón. De ellos, medio millón son trabajadores privados, 280.000 cooperativistas agrícolas y el resto campesinos privados.

Raúl llamó además a dejar los "eufemismos" y aceptar "la existencia de medianas, pequeñas y microempresas privadas que hoy funcionan sin la debida personalidad jurídica" y que "no son por su esencia antisocialistas ni contrarrevolucionarias".

Sin embargo, a la vez que asume políticamente a esas pequeñas empresas privadas, Raúl pide más rigor impositivo mientras flexibiliza el trato con las cooperativas, y las hace mas competitivas frente a los privados mediante un acceso a un mercado mayorista.

"Un avance importante sobre la concepción de la reforma (en el Congreso) fue la defensa por los principales líderes de la legitimidad del sector no estatal y su conveniencia", dijo López-Levy.

Raul Castro, el vicepresidente Miguel Diaz-Canel y el ministro de Economía Marino Murillo "proclamaron la necesidad de no estigmatizar al sector, y la capacidad de cooptarlo para la viabilidad del sistema político vigente", comentó.

"Muchos ahora han tenido su apetito despertado por el espíritu empresarial y volver a conectar con sus familias estadounidenses. Estos apetitos no serán fáciles de suprimir", opinó Hare.

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