¿Su hijo no deja el celular ni para comer? Podría ser un 'niño rata' y es más serio de lo que parece
Aunque estas actitudes suelen minimizarse como comportamientos “normales”, representan señales de alerta que, de no atenderse, complicarán la socialización y adaptación durante la adolescencia y la adultez.
La adicción a dispositivos móviles, videojuegos y redes sociales se ha convertido en una problemática de salud mental que afecta a personas de todas las edades. Aunque suele asociarse a jóvenes, cada vez son más los casos en adultos, situación que incluso ha sido causa de rupturas familiares.
Identificar estas adicciones representa un reto, ya que muchos normalizan el uso excesivo de la tecnología. Sin embargo, todas las adicciones comienzan de la misma manera: como una fuente de placer que, al ser interrumpida, genera resistencia y síndrome de abstinencia.
Cristóbal Nieto, psicólogo clínico del Instituto de Salud Mental, explicó que actualmente los especialistas observan esta problemática especialmente en pacientes con antecedentes de otras adicciones, como ludopatía o consumo de sustancias.
Se ha comenzado a orientar la atención hacia casos de adicción al móvil, redes sociales, consolas y videojuegos, aunque la comunidad científica sigue trabajando en establecer denominaciones y clasificaciones formales en los manuales médicos.
Términos como “nomofobia”, que hace referencia al miedo irracional a no tener el teléfono móvil, se suman a la creciente diversidad de comportamientos adictivos relacionados con la tecnología. A diferencia de las adicciones a sustancias como el alcohol, estas nuevas formas de dependencia presentan particularidades que dificultan su identificación temprana, dado que su uso está socialmente aceptado.
Un término popular que refleja estas conductas en niños es el de “niño rata”, que describe a menores que reaccionan con comportamientos extremos cuando se les retira el acceso a las consolas o al internet, llegando a aislarse, dejar de comer y presentar episodios de agresividad.
Aunque estas actitudes suelen minimizarse como comportamientos “normales”, representan señales de alerta que, de no atenderse, complicarán la socialización y adaptación durante la adolescencia y la adultez.
Uno de los fenómenos más preocupantes es el descontrol en el uso de videojuegos, tanto en menores como en adultos. La estimulación constante que ofrecen las consolas —a través de luces, sonidos y movimientos— condiciona el cerebro desde edades tempranas, dificultando la atención y concentración en entornos como la escuela.
Este tipo de sobreestimulación puede derivar en problemas de regulación emocional, memoria y comportamiento, manifestándose incluso en la adultez.
Nieto detalló que casos de adultos, principalmente hombres mayores de 30 años, que dedican largas horas diarias a los videojuegos, son cada vez más frecuentes. Estas conductas generalmente se originan desde la infancia o adolescencia, en ausencia de límites claros.
Controlar este tipo de adicciones empieza por reconocer la existencia del problema. En muchos casos, son los familiares quienes perciben el descontrol, al notar conductas como aislamiento, irritabilidad o la imposibilidad de reducir el tiempo de uso, similar a lo que ocurre con la ludopatía.
Actualmente, existen terapias y grupos de autoayuda especializados en tratar este tipo de adicciones, además de atención profesional en psicología y psiquiatría. El primer paso, según Nieto, es la toma de conciencia.
Otra manifestación de estas adicciones es la creación de “realidades virtuales” en redes sociales, donde las personas muestran vidas aparentemente perfectas que distan de su realidad. La obsesión por la validación externa a través de “likes” puede provocar cuadros de depresión, especialmente en adolescentes, cuya autoestima y autoconcepto son más vulnerables.
Incluso en ámbitos laborales, estudios han reflejado que muchos colaboradores dedican tiempo a redes sociales durante la jornada, afectando su productividad. Esta práctica también se traslada al entorno familiar, donde es común ver a grupos reunidos en restaurantes o eventos sociales sin interactuar entre sí, cada quien absorto en su dispositivo móvil.
No obstante, Nieto advierte que no se debe demonizar el uso de videojuegos o redes sociales, ya que también pueden tener efectos positivos si se utilizan de manera equilibrada. La clave está en mantener un control adecuado y fomentar el uso responsable de la tecnología.
Para evitar que el uso de la tecnología se convierta en una adicción, se recomienda establecer límites claros, promover momentos de desconexión digital y buscar ayuda profesional en caso de percibir pérdida de control. La prevención y la educación sobre el uso responsable son claves para garantizar una buena salud emocional en las futuras generaciones.