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Panamá/En un mundo cada vez más conectado a la tecnología, las pantallas se han convertido en compañeras inseparables, pero detrás de la comodidad digital se esconde una amenaza creciente: las adicciones tecnológicas, que tienen graves consecuencias a quienes están detrás de esos dispositivos.
Este problema afecta a los menores de edad, pero también a los adultos.
No se trata solo de pasar muchas horas frente a una pantalla, se trata de perder el control y depender de una notificación para sentirnos vivos.
La tecnología, para cada vez más personas, ha dejado de ser una herramienta al servicio del hombre para convertirse en una adicción, es decir, en un mecanismo de autodestrucción.
Edwin Solís, psicólogo clínico del Ministerio de Salud (Minsa), expresó: “Si yo no logro durante el día obtener todo ese placer de las tabletas, a través de la dopamina que es detonada por la actividad, por el uso de la tecnología, me siento mal, siento que algo me hace falta, que mi vida está vacía”.
En Panamá, cada vez más adultos entre 25 y 40 años presentan síntomas claros de adicción a los videojuegos.
Nuestro testimonio de quien llamaremos GameOverX para proteger su identidad nos señala que no dormía, no comía bien y lo peor es que no lo notaba; se adentraba tanto en ese mundo que se sentía parte de él.
El GameOverX manifestó que él llegó a comprar un arma de fuego, no por eso, pero sí llegó a tener las ganas de utilizarla, no contra personas, pero sí por el simple hecho de que ya yo sentía que dominaba las armas porque las usaba en videojuego. Cuando tú terminas de jugar, tú sientes que sigues jugando y, si alguien se asomaba por una ventana, yo reaccionaba como si le fuera a disparar con los dedos.
GameOver X contó que no llegó a perder el trabajo, pero sí se ganó una mala fama; faltaba a la universidad, perdió tiempo comprando muchos equipos para poder adaptar su sala para jugar cómodo y tener lo necesario para complacerse, tuvo muchos problemas con sus relaciones porque no llegaba a las citas y eso sin contar que pasaba hasta 3, 4 o hasta 5 días pegado al juego para poder terminarlo sin importar lo que sucediera a su alrededor. “No sabía que era adicto porque quienes estaban alrededor mío hacían lo mismo y yo no lo veía mal”, afirmó GameOverX.
Un padre que desde pequeño le da un celular a su hijo para tranquilizarlo no puede pedirle o exigirle cuando esté más grande que lo suelte si él mismo lo acostumbró a utilizarlo, expresó GameOverX.
Términos como streamer, toxic, gankear ya son parte del lenguaje cotidiano de personas inmersas en un mundo virtual que exige cada vez más inversión, tiempo y desconexión del mundo real.
El líder mundial en datos, investigación y consultoría del mercado de videojuegos destaca que hay un total de:
355 millones
En los más jóvenes, por lo general, la adicción toma otra forma: redes como TikTok, Instagram o YouTube proporcionan entretenimiento aparentemente inofensivo, pero también generan ansiedad, frustración y aislamiento.
Según un informe presentado en 2024 por Save the Children, niños entre 10 y 17 años pasan más de seis horas diarias frente a una pantalla.
La paidosiquiatra Susana De León explicó que se presentan problemas como tics nerviosos, movimientos de los ojos, cuello, ruidito producto del tiempo que se pasa en pantalla; puede desencadenar convulsiones en algunos casos, tema de obesidad, alteraciones en el sueño a nivel físico, pero a nivel de salud mental, tenemos niños, adolescentes y personas cansadas con depresión y ansiedad.
Pero el peligro va más allá del daño a la salud emocional.
Las redes también se han convertido en terreno fértil para depredadores sexuales, que manipulan, chantajean y captan menores a través del llamado grooming.
Vladimir Gonzáles, jefe de ciberdelitos de la Dirección de Investigación Judicial (DIJ), dijo a TVN Noticias que han detectado casos, sobre todo en el interior de la república, donde a través de las plataformas digitales han sido alertados sobre algún delito que se está cometiendo contra un menor. Se inician las investigaciones y se ha rescatado a las víctimas.
Muchas familias no saben que sus hijos están pasando por problemas de acoso o “grooming” u otro delito a través de las redes hasta que nosotros llegamos y le hacemos la advertencia sobre lo que está pasando para encontrar una ayuda, sobre todo al menor que es víctima de estos hechos.
En Panamá, también hay niños que se ponen violentos, se aíslan o huyen de sus casas cuando les quitan el celular.
La ciberadicción ya no es un problema lejano: está tocando nuestras puertas, nuestras casas, nuestras escuelas y, lamentablemente, en muchos hogares y escuelas no existen estrategias de prevención, ni se conoce cómo manejar este tipo de problemas.
La salud, entendida de forma integral, busca el goce de bienestar físico y emocional y se fundamenta en relaciones interpersonales sanas y presenciales.
La ciberadicción va más allá de la salud mental: es un reflejo de una sociedad que no está mirando el problema de frente, niños que deslizan pantallas antes de leer, jóvenes que viven por un “like” y adultos que se aíslan del mundo real.
Lo primero es reconocer la gravedad del problema, saber que estas nuevas adicciones existen y crecen en silencio entre nosotros.
No es solo tarea de padres, es responsabilidad de todos: de las escuelas, instituciones, medios de comunicación, las empresas y del Estado.
Porque los más vulnerables son quienes aún no saben cuándo o cómo desconectarse…
Y si no actuamos hoy, las nuevas generaciones estarán muy conectadas a todo, menos al desarrollo individual y colectivo.