Amor y Orgullo
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Aguadulce, Coclé/El peregrino Mario Peña se ha propuesto recorrer un total de 403 kilómetros en cumplimiento de una manda al venerado Cristo Negro de Portobelo.
Oriundo de La Corocita, Tolé, en la provincia de Chiriquí, Peña ya ha acumulado 136 kilómetros de una extenuante caminata que comenzó hace cuatro días en el puente sobre el río Tabasará. Al mediodía del martes 7 de octubre, el devoto había cruzado Chiriquí y Veraguas, y avanza por la provincia de Coclé, habiendo pasado por Aguadulce. Su meta es llegar a la iglesia de Portobelo el próximo 21 de octubre para participar en la tradicional procesión, coronando su viaje de 25 años de fe.
Mario Peña se embarca por primera vez en esta peregrinación de larga distancia, que totalizará unos 403 kilómetros. A pesar de la magnitud del reto, el peregrino se mostró optimista y fuerte en su paso por Coclé.
"Me siento bien, me siento fuerte. Tengo muchas ganas de seguir caminando. El Nazareno me da mucha fuerza, mucha fortaleza, y eso es para adelante", expresó Peña.
El peregrino también hizo hincapié en la importancia de la reciprocidad en la fe: "Sí, es correcto, pues uno le pide, se lo cumple. Es bueno cumplirle también, no cuando le cumplen a uno y a uno se le olvida; eso no puede ser así".
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Invitó a otros devotos a unirse a la celebración con un entusiasta llamado: "Los invito a todos a que nos vamos allá el 21 y gritar con fuerza, ¡Viva el Naza!"
Peña no es el único en la ruta. Ya hay otros dos peregrinos que salieron de Puerto Armuelles, Chiriquí, quienes le llevan unas 12 horas de ventaja. El plan de los caminantes es reunirse este viernes en Penonomé con otros devotos de Piedras Gordas, para luego avanzar hacia Sabanitas, Colón, donde el grupo de amigos y devotos se congregarán el 20 de octubre para entrar juntos a Portobelo al día siguiente y participar en todas las actividades religiosas y la procesión.
La imagen del Cristo Negro de Portobelo, o El Nazareno, es un símbolo de fervor religioso que atrae a miles de peregrinos cada año. La leyenda más popular sobre su origen data del siglo XVII y cuenta que la imagen llegó a Portobelo flotando en las aguas o fue encontrada por pescadores, después de que la embarcación que la transportaba evitara un naufragio o se desviara de su curso original. Hoy en día, la imagen se venera en la Iglesia de San Felipe de Portobelo.
Portobelo, por su parte, es un sitio con una rica historia colonial. Fundado en 1597 por los españoles, se convirtió en uno de los puertos más importantes de América para el comercio transatlántico, siendo el punto de llegada y partida de la Flota de Indias y el sitio de grandes y famosas ferias comerciales. Gracias a su valor histórico y sus fortificaciones, la ciudad fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO junto con las fortificaciones de la costa Caribe de Panamá, como parte de la estrategia defensiva de la Corona Española.
Con información de Ney Abdiel Castillo