Radar: El futuro del Parlacen y Panamá, 504 años después

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Bloque 1 Radar: ¿Cuál es la importancia de que Panamá se mantenga en el Parlacen?

Panamá/Ciudad de Panamá cumple 504 años, y expertos analizan su estado actual. Mientras tanto, la permanencia de Panamá en el Parlacen vuelve a la palestra pública tras la juramentación de los hermanos Martinelli Linares. Estos fueron los temas analizados este domingo 20 de agosto en Radar.

Panamá, 504 años después

“Seguimos siendo de la naturaleza, la ciudad no puede prescindir de la naturaleza para ser y existir. Parte de los problemas que tenemos hoy como el incremento de temperatura y la contaminación es porque no tratamos a la naturaleza como parte de la convivencia humana con la ciudad”, afirmó la arquitecta y exvicealcaldesa capitalina Raisa Banfield.

Banfield destacó que se necesita planificación y estrategias sostenibles. Enfatizó que el sector privado juega un rol muy importante, pero que es momento que las instituciones públicas cumplan su función.

“Generamos los planes para que queden guardados y pospuestos, mientras tanto el privado sigue determinando que ocurre en el territorio. Y en su finca va a hacer lo que a él le parece que es rentable. Si decide hacer 5 mil casas y un centro comercial y el Ministerio de Vivienda se lo aprueba, eso es lo que se construye. Pero eso no es ciudad y eso no mejora la calidad de vida de quienes necesitan otras cosas como escuelas, parques o iglesias. ¿Quién tiene que velar por eso? El ente rector de la ciudad”, concluyó la exvicealcaldesa.

El arquitecto José Esturaín recalcó que los ciudadanos son el corazón de una ciudad y que no deberían verse forzados a vivir en las periferias y hacer largos recorridos para llegar al centro a sus trabajos, especialmente considerando que hay oportunidades para desarrollar viviendas en zonas céntricas.

“Calidonia, Bella Vista, Bethania, Parque Lefevre, Río Abajo, son cinco corregimientos que tienen terrenos, tienen espacios, están bien conectados, pero no se está invirtiendo en viviendas. ¿Por qué tenemos que llevar a la gente a vivir lejos cuándo podrían vivir cerca pagando poco? Hay que encontrar un balance”, señaló Esturaín.

El mito de la cueva

La membresía de Panamá en el Parlamento Centroamericano (Parlacen) ha sido por décadas objeto de controversia. Los diputados que enviamos no son electos por votación popular, sino designados por los partidos políticos y muchos se unen, o retiran, dependiendo de qué les conviene más al enfrentar procesos legales.

El expresidente Ricardo Martinelli llamó a esta institución en su momento una “cueva de ladrones”, y ahora sus hijos se acaban de juramentar en ella.

“Lo que se está discutiendo hoy en Panamá, es si al juramentarse como diputados suplentes del Parlacen pierde, o no, jurisdicción para juzgarlos la jueza Baloisa Marquínez, y si eso tiene que ir ahora a la Corte Suprema de Justicia. Eso no lo va a decidir el Parlacen por nosotros”, señaló el excanciller Jorge Eduardo Ritter.

El Parlacen, en papel, es una institución cuyo objetivo es reforzar la democracia y legislar en beneficio de los intereses de los países centroamericanos. La realidad, cómo señala el abogado Fernando Gómez, es otra.

“¿Qué vemos más de 30 años después de la historia de este organismo? Vemos a un país que es una dictadura represiva, otros dos países cuyos gobiernos son de tipo autoritario, otro dónde se habla abiertamente que sus procesos electorales están minados por la corrupción, el narcotráfico. ¿De qué les ha servido a los demás países la permanencia en este organismo? La respuesta es nada”, sentenció Gómez.

Salir del Parlacen no es una tarea sencilla a primera instancia. El propio reglamento del organismo y su Tratado Constitutivo al que se adscribió Panamá lo dificultan. Pero para el abogado Moisés Bartlett la forma de vencer esto es a través de la expresión más pura de la democracia.

“Hay que hacer el ejercicio de consultar a los panameños a través de una papeleta y que decidan soberanamente si seguimos o le damos término final a esta marcha”, afirmó Bartlett.

Otra alternativa sería que los partidos políticos dejen de designar diputados, pero para que esto sea efectivo tendría que ser unánime o las curules simplemente se distribuirían entre otros colectivos. Por ahora, permanece el status quo y Panamá sigue en la cueva con dos nuevos diputados.

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