México obtiene segundo bronce en clavados
Nadie les daba como favoritos al podio, ni siquiera ellos mismos o su propia entrenadora, la china Ma Jin. Pero, contra todo pronóstico, Rommel Pacheco y Jahir Ocampo aseguraron el martes la segunda medalla de bronce para México en el mundial de natación, al quedar terceros en la final de tres metros sincronizados trampolín. "¡Ni yo me lo esperaba!", reía Ocampo camino de la sala de prensa, lugar reservado a los triunfadores, tras una dura competencia que coronó la pareja china formada por Qin Kai y He Chong con puntuación final de 448.86. China acumuló así su quinto de seis posibles oros en clavados, mientras que la plata fue para los rusos Evgeny Kuznetsov e Ilia Zakharov, quienes firmaron tarjeta de 428.01 puntos. La presea de la dupla mexicana sumó al bronce conseguido el lunes por Alejandro Chávez en el salto de trampolín de un metro, con lo que la delegación mexicana acumuló su segundo metal del certamen y palió un tanto la decepción de la plataforma sincronizada, en que las parejas de Paola Espinosa y Alejandra Orozco e Iván García y Germán Sánchez quedaron fuera del podio, incapaces de replicar las dos medallas de plata que el país cosechó en los pasados Juegos Olímpicos de Londres en esa modalidad. La perspectiva no era alentadora, pues Pacheco, de 27 años, y Ocampo, de 23, habían clasificado en el sexto lugar en la prueba matinal de preliminares. Ambos llevaban apenas desde abril entrenando juntos, con cinco competencias disputadas, y a esa falta de rodaje de cara al mundial se añadía el cambio de disciplina del primero, quien rebajó la altura de sus saltos desde los 10 metros a los tres en el último año. Pero una puntación de 422.79 en la final de la tarde les valió para mejorar a dos el número de preseas de México en el medallero. "Hemos trabajado mucho desde la primera competencia en México. Estaba difícil el nivel, pero teníamos un buen grado de dificultad y obtuvimos un buen resultado", valoró tras la gesta Ocampo, mientras Pacheco explicó que "estábamos concentrados en cada clavado y sólo cuando el público empezó a gritar pensamos en el podio. No nos dimos cuenta hasta que estuvimos en el jacuzzi y lo vimos por el videomarcador". La última vez que Pacheco compitió en Barcelona fue hace diez años, cuando cosechó un sexto lugar en el mundial de 2003, entonces desde los 10 metros. "Estoy muy contento de regresar y ganar una medalla con Jahir", comentó el veterano, quien fue inmediatamente correspondido por su compañero: "Se trata de mi primer mundial y me voy con medalla. Estoy muy contento de estar junto a Rommel", valoró el más joven. La pareja, de aparentes polos opuestos, se había mostrado tranquila y distendida durante la mañana, en que el siempre jovial Ocampo bromeaba sobre el carácter sereno de Pacheco. "Es muy disciplinado y experimentado, pero también muy serio", espetaba, haciendo posturitas con sus músculos. "Los últimos dos clavados no nos salieron bien, pero esperamos mejorarlos en la final", venia de comentar Pacheco, quien no quería contemplar la posibilidad de presión añadida tras la decepción de los 10 metros. "En cada competencia hay nervios y a veces se da y a veces no. México siempre está allí en clavados, y sí es verdad que se esperaban más medallas, pero quedan muchas pruebas todavía", vaticinaba entonces el yucateco, con discurso similar al que había expresado la jornada anterior su prometida y compañera de equipo, Espinosa, una de las derrotadas. Como no podía ser de otra manera, el buen entendimiento entre Pacheco y Ocampo resultó clave para firmar una puntuación que fue mejorando a cada ronda de la final, con un excelente último gran salto cuádruple mortal y medio hacia adelante, que puntuó 87.78, solo por detrás de China y Alemania en la sexta ronda. La evolución y el tesón del corpulento Ocampo ha sido notable, a ojos de su entrenadora, la china Ma Jin. "Parece futbolista, porque es grande y fuerte. Siempre le digo que tiene que tirar bonito de clavados, tranquilo y suave, para entrar en el agua limpio, y lo consigue. Es muy disciplinado, alegre y ayuda a todo el equipo, lo que me enorgullece. Es muy buen muchacho, con un gran corazón", explicó. Ma no iba desencaminada en su valoración física del atleta, y el padre de Ocampo, ex futbolista de Atlante y fanático del América, pensó en su día que su hijo podría seguir sus pasos sobre la cancha. "Tenía miedo de que, si me apuntaba a fútbol de pequeño, me aburriría, así que me apuntó a clavados para que me aburriera allí y luego me cambiara. Pero le salió mal, porque aquí sigo", contaba Ocampo, quien también se considera americanista y juega al fútbol con sus amigos, siempre de delantero. Pacheco, quien se declaró "malísimo en fútbol" y lleva 19 años dedicándose a los saltos, fue un poco más disperso, distrayéndose con deportes varios como el basquetbol y el ajedrez; aunque nunca lo suficiente como para apartar la vista del trampolín. "Cuando era pequeño, si perdía echaba más berrinche y pateaba cosas, pero ahora me lo tomo con más tranquilidad", explicó, reconociendo que la convivencia con Espinosa ayuda a apoyarse mutuamente en los buenos y malos momentos de las competencias. La clavadista, como el resto de compañeros, lo abrazó efusivamente nada más confirmarse un bronce balsámico para la delegación mexicana. "La verdad es que no pensamos que podíamos ganar medalla", reconoció Ma. "Había cuatro países muy fuertes por pasar, con mucha experiencia. Jahir y Rommel llevaban poco tiempo saltando juntos. Yo esperaba tan solo que mejoraran. Quería ganar, pero era difícil para mí presionar a mis alumnos. No pensaba que iban a llegar a podio pero estoy muy contenta por los dos y les he felicitado. Creo que aún pueden mejorar con más tiempo juntos", analizó la entrenadora.