Gobierno griego sufre bajas antes de voto sobre rescate
El primer ministro, Alexis Tsipras, se enfrenta una revuelta en su partido de izquierda el miércoles antes de que se vote en el Parlamento una ley de austeridad que condenará al país a años de recortes presupuestales que es indispensable para recibir un nuevo paquete de rescate.
El cúmulo de incrementos de impuestos y reformas al sistema de pensiones ha provocado creciente ira entre integrantes del gobernante partido de izquierda radical Syriza, mientras el sindicato de empleados del gobierno hizo pública su molestia con una huelga de 24 horas.
Tras una abrumadora victoria en un referendo rechazando más medidas de austeridad, Tsipras siguió en una posición difícil esta semana a pesar de haber alcanzado un acuerdo con los acreedores: Los bancos griegos, faltos de liquidez, podrían haber quebrado, sumiendo al país en una espiral que le haría salir de la moneda única, el euro. Por ello, tras una maratoniana cumbre de la eurozona, el mandatario aceptó nuevas medidas más duras que suponen que el asfixiado pueblo griego tendrá que pagar más por la mayoría de bienes y servicios a final de semana.
Se prevé que muchos legisladores de Syriza rechacen el paquete y voten en contra de la ley, lo que genera dudas acerca de la supervivencia del gobierno en su forma actual. Se espera que la ley sea aprobada con los votos a favor de los partidos pro europeos de oposición.
La ministra alterna de Finanzas, Nadia Valavani, dijo que no votaría a favor de la ley y renunció a su puesto en el gobierno. En una carta que le envió a Tsipras el lunes en la mañana que fue dada a conocer el miércoles por el ministerio, Valavani dijo que creía que las tácticas de los "círculos dominantes en Alemania" representaban "la total humillación del gobierno y el país".
El gobierno, formado por una coalición entre Syriza y el pequeño partido de extrema derecha Griegos Independientes, cuenta con 162 asientos en el parlamento, compuesto por 300 legisladores. Más de 30 congresistas de Syriza han expresado su oposición al rescate.
Tsipras reconoció el martes por la noche en una entrevista por televisión que las medidas de austeridad que prometió combatir al postularse al cargo son "irracionales".
Sin embargo, dijo que no tenía otra opción para evitar el colapso financiero del país.
El Fondo Monetario Internacional, que participó en los dos rescates previos a Grecia y también participará en el tercero, ha dicho desde hace tiempo que la deuda del país es demasiado elevada y que cualquier acuerdo debe contemplar quita de deuda, algo en que los griegos han insistido.
En un informe dado a conocer el martes por la tarde, el FMI dijo que la deuda griega es "altamente insostenible" y llegaría a ser equivalente a "cerca del 200% del PIB en los próximos dos años".
Tsipras enfrenta el abierto disenso de sus principales ministros, de hecho, el de energía Panagiotis Lafazanis publicó en el cibersitio del ministerio una declaración en la que llamaba "inaceptable" el acuerdo.
La ley se presentó al parlamento con procedimiento de urgencia y se debatió en comisiones la mañana del miércoles antes de presentarse ante el pleno del parlamento por la noche.
La huelga de servidores públicos alteró el transporte y provocó el cierre de los servicios estatales en todo el país. Las farmacias se unieron con una huelga de 24 horas para objetar las medidas de austeridad que permitirán que ciertos medicamentos vendidos sin prescripción médica se vendan en supermercados.
Había manifestaciones planeadas para el miércoles por la noche en las afueras del parlamento.
Los griegos siguen enfrentando el problema de los límites al retiro de efectivo en los bancos y las transferencias del extranjero. Los bancos están cerrados desde el 29 de junio y el ministerio de Finanzas informó que seguirán cerrados hasta el jueves.
En la entrevista transmitida por la televisora estatal el martes, el primer ministro dijo que no renunciará pese a la rebelión en su partido.
"No huiré de mis responsabilidades", dijo.
Criticó el acuerdo pero dijo que era el mejor que el país pudo obtener. "Las políticas que nos impusieron fueron irracionales", dijo Tsipras. "Enfrentamos una posición dura y punitiva de nuestros socios pero (el acuerdo) es una vía para salir de la crisis.