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Aunque puede parecer un simple hábito nervioso, expertos señalan que en muchos casos responde a factores emocionales profundos que requieren atención.
De acuerdo con el psicólogo Yuri Cruz, docente de la Universidad San Juan Bautista, la onicofagia es especialmente frecuente en niños que crecen bajo estilos de crianza muy estrictos o punitivos.
“Es muy frecuente en niños cuyos padres o cuidadores son castigadores, demasiado compulsivos con el orden o muy competitivos a nivel educativo. Entonces, ese niño intenta mitigar su ansiedad a través de morderse las uñas. La onicofagia podría llevar a morderse las uñas como una forma de reprimirse”, explicó en diálogo con RPP.
El especialista advierte que la presión académica excesiva también puede detonar este comportamiento.
“Ahora los padres son demasiado competitivos y son muy exigentes con los chicos a nivel educativo con eso de sacar buenas notas. Este tipo de situaciones el niño lo puede reprimir a través de morderse las uñas”, añadió.
La onicofagia en niños no siempre se origina en casa; el entorno escolar también puede influir. Según Cruz, situaciones como el bullying o tener un profesor castigador pueden generar altos niveles de tensión emocional que los menores canalizan a través de este acto repetitivo.
“En el estilo de crianza, por ejemplo, puede ser un padre castigador que encierra a su hijo. Si ese niño vive encerrado una o dos horas y no le explican el porqué, pues tiende a manejar sus emociones a través de este tipo de situaciones (morderse las uñas)”, detalló.
Cuando la causa está en la escuela, es clave evaluar cómo las autoridades educativas manejan tanto el aprendizaje como la convivencia escolar.
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Si un niño presenta onicofagia persistente, el especialista recomienda que el psicólogo trabaje conjuntamente con los padres para identificar el nivel de exigencia y el estilo de crianza aplicado en casa. El objetivo no es únicamente eliminar el hábito, sino abordar las emociones y presiones que lo provocan.
En casos vinculados al entorno escolar, será necesario que la familia y el colegio actúen de manera coordinada para garantizar un ambiente seguro y libre de hostigamiento.
Aunque muchas veces se considera un hábito pasajero, diversos estudios advierten que morderse las uñas de forma crónica puede derivar en problemas de salud. Entre las consecuencias más comunes están las infecciones en la piel que rodea la uña, deformaciones en el crecimiento de las uñas, lesiones en las encías e incluso desgaste dental por la fricción constante. Además, al introducir bacterias y virus de las manos a la boca, se incrementa el riesgo de enfermedades gastrointestinales y respiratorias, lo que convierte esta práctica en un problema que va más allá de lo estético.