Muhammad Ali, el primer rapero de la historia que inspiró la voz del hip-hop

Mucho antes de que el Bronx convirtiera los breakbeats en el latido del mundo, ya había un hombre rimando con ritmo, arrogancia y verdad desde un cuadrilátero. No era DJ, ni MC.

Muhammad Ali
Muhammad Ali / AFP

Décadas antes de que Nas hablara de profecías en forma de versos o que Tupac alzara la voz contra la injusticia, Muhammad Ali ya lo había hecho. En 1963, bajo su nombre de nacimiento, Cassius Clay, grabó un álbum insólito para la época: I Am the Greatest. Lo editó Columbia Records, lo vendió como comedia hablada, pero en realidad era mucho más. Ali jugaba con la palabra como con los puños: atacaba, esquivaba, golpeaba con rima, humor y arrogancia. Cada frase era un gancho al ego de su rival y un guiño cómplice al público.

“Soy tan rápido que anoche apagué la luz de mi habitación y estuve en la cama antes de que el cuarto se oscureciera”, se le escuchaba decir, en una de sus múltiples frases llenas de ritmo y confianza.

Ese estilo, considerado hoy marca registrada del hip-hop, fue capturado en un disco que vendió medio millón de copias y fue nominado a un Grammy como Mejor Álbum de Comedia en 1964. Pero lo que parecía una herramienta de promoción antes de pelear contra Sonny Liston se convirtió en un antecedente cultural clave.

El rap nació oficialmente en los años 70 en fiestas callejeras del Bronx, cuando DJ Kool Herc empezó a extender los fragmentos instrumentales de temas de funk y soul para dar paso a raperos improvisando versos. Pero en realidad, esa cadencia ya venía viajando desde los púlpitos del gospel, las baladas del blues, los poemas de Gil Scott-Heron y, sí, desde las ruedas de prensa de Muhammad Ali.

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Según recordó la revista Far Out, su retórica rítmica y provocadora anticipó décadas antes la lírica contestataria del hip-hop. “Ali no era rapero, pero hablaba como uno”, se lee en el artículo. Y no se trata solo de estilo: se trata de actitud.

“Sin Muhammad Ali, no existiría Mama Said Knock You Out, y el término GOAT jamás habría sido acuñado”, declaró el legendario LL Cool J en 2016, al reconocer que su propia obra nace del espíritu lírico del boxeador.

GOAT, acrónimo de Greatest Of All Time, es hoy parte esencial del lenguaje del rap y la cultura pop, pero su origen está en Ali, quien no solo lo dijo primero, sino que lo personificó.

Ali no solo entretenía, también incomodaba. Su entrada a la Nación del Islam, su negativa a participar en la guerra de Vietnam y sus constantes denuncias contra el racismo estadounidense lo convirtieron en un ícono político. Esa militancia también vive en el rap, que desde The Message de Grandmaster Flash hasta Alright de Kendrick Lamar ha sido plataforma de denuncia social.

Aunque el disco I Am the Greatest evitó contenidos políticos, su radicalización vendría poco después, sentó las bases de una forma de expresión donde el ego es resistencia, el humor es arma y el lenguaje es revolución.

Como los raperos que lo sucedieron, Ali fue su propio narrador, su propio promotor y su propio espectáculo. Convirtió su voz en arte, su personalidad en mensaje y su lucha en símbolo. Fue, sin quererlo, el MC original.

Es fácil ubicar el nacimiento del rap en una fiesta del Bronx en 1973. Lo difícil es rastrear su espíritu. Y ahí es donde Muhammad Ali emerge como pionero inesperado: por la forma, por el fondo, por la fuerza. No usó tornamesas, pero puso a girar el mundo. No necesitó un beat: él era el ritmo.

Antes de que el hip-hop se convirtiera en el idioma global de la resistencia, ya un hombre negro lo estaba hablando con claridad y sin micrófono. No lo hacía para vender discos, sino para desafiar al sistema y recordarle al mundo que la palabra también puede golpear.

Muhammad Ali no solo cambió el boxeo. Cambió la forma en que los hombres negros hablaban en público, se describían a sí mismos y desafiaban al poder. Por eso, y aunque nunca haya rimado sobre una base, Ali fue el primer gran rapero de la historia. Y lo fue, como todo en su vida, siendo el más grande.

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