Respirar por la nariz: un hábito que mejora el cerebro, el corazón y el sistema inmune

Respirar es automático, pero cómo lo hacemos tiene un impacto profundo en la salud.

Respirar
Aunque parece un gesto simple, respirar por la nariz es una herramienta poderosa de salud preventiva. / IA - META

Aunque muchas personas tienen la costumbre de inhalar por la boca especialmente cuando duermen o están bajo estrés, la evidencia científica es clara: la respiración nasal es la forma fisiológica correcta y ofrece beneficios significativos para el sistema nervioso, el rendimiento cognitivo, la inmunidad y el descanso.

La nariz es mucho más que un conducto para el aire. Funciona como un sofisticado sistema de filtración y preparación del aire que ingresa al cuerpo, protegiendo las vías respiratorias y optimizando la oxigenación. Tal como recuerda National Geographic, “Gracias a los cilios, la nariz actúa como un filtro natural, atrapando y eliminando partículas como polvo, polen, bacterias y virus antes de que estas lleguen a los pulmones, protegiendo así las vías respiratorias y reduciendo el riesgo de infecciones”.

Además de esta acción de filtrado, la respiración nasal regula la temperatura y la humedad del aire inspirado, reduce el riesgo de irritación respiratoria y mejora la capacidad pulmonar. Pero hay otro beneficio poco conocido que está ganando protagonismo en la literatura médica: su papel en la producción de óxido nítrico.

La inhalación nasal estimula la producción de óxido nítrico, un compuesto con potente acción antimicrobiana y vasodilatadora. Esto significa que favorece la eliminación de patógenos y mejora la circulación sanguínea, aumentando la entrega de oxígeno al cerebro y al corazón.

Este mecanismo explica por qué respirar por la nariz se relaciona con mayor claridad mental, mejor regulación emocional y un sistema cardiovascular más eficiente.

Respirar por la nariz ralentiza la entrada de aire, favoreciendo una mejor absorción de oxígeno y un equilibrio adecuado de dióxido de carbono. Esta dinámica es esencial para mantener la homeostasis y evitar síntomas asociados con la hiperventilación, como ansiedad o mareos.

De acuerdo con los Hospitales Universitarios San Roque, “Un adulto respira al día aproximadamente 23.000 veces, inhalando una cantidad de aire entre 12.000 – 17.000 litros. La nariz se encarga de calentar ese aire que inhalamos, lo humidifica y lo filtra. Sin estas funciones, aumenta la frecuencia de infecciones pulmonares, alergias respiratorias, faringitis crónica y episodios de ronquera, entre otras”.

Dormir respirando por la boca se asocia con ronquido, apnea obstructiva del sueño y fatiga. En cambio, la respiración nasal favorece un descanso profundo, mantiene la vía aérea estable y evita fluctuaciones bruscas de oxígeno.

En paralelo, inhalar por la nariz activa el sistema nervioso parasimpático, facilitando un estado de calma. Este mecanismo fisiológico explica por qué técnicas de respiración consciente enfocadas en la inhalación nasal ayudan a disminuir el cortisol y controlar la respuesta al estrés.

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En el plano inmunológico, el óxido nítrico y la filtración nasal actúan como defensa inicial frente a microorganismos, lo que convierte a esta forma de respiración en una medida preventiva natural frente a infecciones.

En niños, respirar por la boca puede interferir con el crecimiento facial y la posición de la lengua, lo que a largo plazo afecta la mordida, el habla y la postura craneocervical. Promover la respiración nasal desde la infancia no solo favorece la correcta oxigenación, sino también el adecuado desarrollo estructural del rostro.

Además, respirar por la boca reduce la saliva, favoreciendo la proliferación de bacterias y aumentando el riesgo de caries, mal aliento y gingivitis. La respiración nasal, en cambio, contribuye al equilibrio de la microbiota oral.

Aunque parece un gesto simple, respirar por la nariz es una herramienta poderosa de salud preventiva. Favorece el flujo adecuado de oxígeno, estimula mecanismos inmunológicos naturales, mejora el sueño, fortalece las funciones cognitivas y protege el sistema respiratorio.

Incorporar ejercicios de respiración consciente, mantener una buena higiene nasal y consultar al especialista ante síntomas como congestión crónica, ronquido o respiración bucal persistente son pasos clave para garantizar una respiración eficiente y saludable.

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