Científicos son 'sus propios conejillos de india' en la creación de vacunas contra la COVID-19

Vacuna COVID-19.
Vacuna COVID-19. / Cortesía Pixabay.

La impaciencia que actualmente existe en el mundo por encontrar una posible cura o tratamiento que evite el contagio de la COVID-19, ha hecho que varios científicos realicen sus propias versiones de vacunas experimentales y no solo eso, ser sus propios “conejillos de india”.

Incluso han ido más allá, administrándoselos a familiares y amigos para sus prácticas.

La lógica supone que cada uno de estos científicos en sus esfuerzos individuales, han sido movidos por sus habilidades y el coraje para el desarrollo de una vacuna.

Quienes defienden su proceder aseguran que, mientras sean comedidos con sus afirmaciones, y transparentes sobre sus procesos, todos podrían beneficiarse de lo que aprendan.

“Prefiero tener la oportunidad de contar con cierta protección en lugar de no tener ningún tipo de protección”, dijo Farhad Ghatan, alcalde de Friday Harbor, Washington, quien le pidió a su amigo Johnny Stine que lo vacunara, según indica una publicación de The New York Times.

Johnny Stine, su amigo de 25 años, es “un científico farmacéutico de primera línea” según Ghatan.

Pero como todo, la idea de estos especialistas también tiene sus detractores o críticos, quienes afirman que, aunque sus intenciones sean muy buenas, no es probable que estos científicos hagan un descubrimiento útil, porque sus vacunas no se someten a la verdadera prueba de los estudios aleatorios ni tienen controles con placebos.

En el peor de los casos, estos experimentos, podrían causarles distintos tipos de daños a las personas, desde acciones inmunitarias severas y otros efectos secundarios hasta hacer que se sientan protegidas, sin que eso sea así.

Jeffrey Kahn, director del Instituto de Bioética Johns Hopkins Berman destacá, “Póntela y nadie va a poder hacer mucho al respecto, pero si alientas a otros para que se inyecten una vacuna que no ha sido probada, volvemos a la época de las medicinas de patente y el curanderismo”.

En tanto, en marzo de este año, llevado por una lectura que hacía referencia a los muertos por la pandemia Preston Estep, científico investigador del genoma humano y residente del área de Boston, prometió no quedarse cómodamente al margen.

Convocó a varios químicos, biólogos, doctores y profesores conocidos, que le colaboraron en el diseño de una fórmula para elaborar una vacuna de péptido que podía administrarse con un atomizador en la nariz.

Posteriormente, en abril se reunieron en un laboratorio en donde realizaron la mezcla y luego la atomizaron en sus propias fosas nasales.

“Nosotros somos los animales” indica Estep teniendo en consideración que, en el desarrollo de un fármaco por lo general, se inicia con estudios en roedores u otros animales.

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