Si yo me quedara con la voz del pueblo...
Se pudo utilizar un discurso más fino para sustentar la entrada de Torres.
“Vox populi, vox Dei”. En el idioma latín: “La voz del pueblo, (es) la voz de Dios”. Hernán Darío “Bolillo” Gómez, seleccionador de Panamá, utilizó esta cita antigua cuando se le cuestionó por la inclusión del delantero Gabriel Torres en el choque Panamá 1-0 Haití, por el Grupo B de las eliminatorias mundialistas, rumbo a Rusia 2018.
El Estadio Rommel Fernández Gutiérrez no se escondió nada y pidió a Torres con el siguiente coro: “Gaby, Gaby, Gaby, Gaby, Gaby”. Los seguidores lograron su cometido. Minutos después: gol de Felipe Baloy, a centro, de córner, de Gabriel.
CUANDO LAS APARIENCIAS ENGAÑAN…
¿Las apariencias engañan? Para mí, sí, y mucho. Con todo el respeto hacia el míster Gómez, se pudo utilizar un discurso más fino para sustentar la entrada de Torres, totalmente necesaria para este servidor.
Porque, sin duda alguna, “Gaby” cambió el partido, aprovechando su velocidad y su poder al espacio, sobre todo, sus virtudes como rematador, tanto a balón parado como cuando el cuero está en movimiento. Entonces, leyendo bien el enfrentamiento, el ingreso de Torres marcó un antes y un después de forma positiva.
¿Por qué decir que se le dio entrada al atacante debido a la voz del pueblo? ¿Por qué y para qué? ¿Para qué crear la suspicacia? ¿Hubiese tenido minutos si el Rommel Fernández no lo pide?
El que manda es el director técnico. Repito: no podemos vivir de las apariencias. Mucho cuidado. La voz del pueblo no dirige, no se concentra ni mucho menos se aísla. La responsabilidad es absolutamente del timonel. Tan claro como el agua.
Si yo me quedara con la voz del pueblo, sería irresponsable e inconsciente. Solo para vivir de las apariencias.
Si yo me quedara con la voz del pueblo, en vez de tener criterio propio de periodista, lo que haría sería consultar a la gente para saber lo que quieren y actuaría de acuerdo a lo que todos o la mayoría desean, independientemente si estoy de acuerdo o no.
Si yo me quedara con la voz del pueblo, dejaría al criterio de la gente las decisiones más importantes de mi vida. Me apartaría de actuar de acuerdo a lo que piense o sienta. Si hay un error, le echaría la culpa a la gente y no a mí…
Si yo me quedara con la voz del pueblo, me gastaría todos mis ahorros para aparentar algo que no soy y para figurar. Acabaría con el dinero en cirugías estéticas y en el carro de último modelo. Pediría préstamos para irme de viaje.
Por último, saben algo: me convertiría en una persona infeliz, superficial, insípida y trivial, pues sería imposible quedar bien con todo el mundo… con la voz del pueblo, la voz de Dios. Mentira no es.