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El empleo en Panamá y el golpe de la Cuarta Revolución Industrial

Panamá enfrenta una emergencia laboral y educativa.

El  informe CEO Monitor Panamá 2025, diagnostica una realidad y plantea una hoja de ruta para líderes empresariales
A medida que los procesos se automatizan, surgirán agentes de inteligencia artificial listos para exportar entre empresas / TVN Digital

El mundo laboral está cambiando. Por ejemplo, la aerolínea alemana Lufthansa acaba de anunciar que reemplazará cuatro mil puestos administrativos con inteligencia artificial antes de que se acabe la década. Otra gigante alemana, Bosch, reemplazará 13 mil. Y no son las únicas: bancos, bufetes de abogados, firmas contables y empresas tecnológicas en todo el mundo ya exploran lo mismo.

La novedad es la inteligencia artificial “agéntica”. No es solo un sistema que ayuda al empleado, sino que de hecho hace su trabajo completo y puede investigar por sí misma. Apenas está empezando la fase de prueba, pero las eficiencias se multiplicarán en pocos años.

Cabe recordar que el primer chatbot avanzado de inteligencia artificial fue lanzado en noviembre de 2022. Hoy, a casi tres años, ya las empresas anuncian reducciones laborales notables. ¿Qué vendrá en los próximos tres años?

Y no es solo la reducción de plazas, sino una transformación radical del empleo y de las capacidades que permiten trabajar en el mundo moderno.

A medida que los procesos se automatizan, surgirán agentes de inteligencia artificial listos para exportar entre empresas, acelerando la sustitución.

Impacto

Panamá será impactada de lleno por este fenómeno laboral.

Estudios del Banco Interamericano de Desarrollo, como de otros organismos internacionales, estiman que más del 60% de los empleos en el país son vulnerables a la inteligencia artificial, sobre todo en el sector de servicios.

No todos serán reemplazados, pero el costo comparativo entre un humano y un sistema será decisivo. Un agente de inteligencia artificial puede ser entrenado para dominar trámites y procesos locales, y ejecutarlos con rapidez.

Estas tecnologías incluso se pueden fabricar fuera del país e importarse, compitiendo directamente con la mano de obra local.

Los empleados de Panamá, muchos concentrados en un sector de servicios que gira alrededor de documentos, contratos y atención al cliente, enfrentan un rival cada día más rápido, barato y preciso.

Para referencia, según la Contraloría, hoy día trabajan en Panamá 380 mil personas en el sector de servicios y ventas, 213 mil profesionales y científicos, 128 mil técnicos y profesionales de nivel medio, y cerca de 100 mil empleados de oficina.

Juventud

El golpe inicial recaerá en los jóvenes. Un análisis reciente del Financial Times muestra que la mayoría de los reemplazos por inteligencia artificial se están dando en puestos laborales de entrada o básicos, para los cuales se suelen contratar a recién graduados.

En Estados Unidos y Europa ya hay cerca de dos años de freno en la contratación juvenil. Las empresas dudan, muchas preguntándose: ¿para qué contratar a jóvenes si la inteligencia artificial podría hacer el trabajo usualmente asignado a ellos?

Según el análisis del Financial Times, aunque algunos empleos regresarán, no será al mismo nivel que antes.

En Panamá, la situación es más preocupante: el desempleo juvenil ya es alto, alrededor del 15%, y la capacitación promedio es baja.

Además, según empresas locales de reclutamiento, cerca de la mitad de los empleadores no logran llenar sus vacantes por falta de habilidades.

Historia

La historia ofrece un espejo. En la Primera Revolución Industrial (1760-1870), los telares, o máquinas de tejer, dejaron sin empleo a miles de artesanos. Ni las protestas ni la resistencia gremial detuvieron el cambio.

Históricamente, las eficiencias económicas siempre han vencido a la resistencia gremial o laboral. Y lo mismo probablemente ocurrirá con la inteligencia artificial.

Podemos imaginar aranceles contra la importación de modelos de inteligencia artificial o leyes que prohíban su uso para asegurar el empleo, pero tales barreras no resistirán frente a la presión de costos.

Y en un país con instituciones débiles, la resistencia sería aún más corta.

Por eso, la solución no podrá ser intentar impedir el avance, sino prepararse para aprovecharlo. La lección es clara: adaptarse es sobrevivir.

Capacitación

Hace más de una década, en 2009, las pruebas PISA ya mostraban graves carencias en lectura, matemáticas y ciencias en el estudiantado panameño.

Para el 2022, pese a que el presupuesto educativo se había más que duplicado, los resultados no mejoraron sustancialmente.

Veamos los números.

En 2009, el presupuesto del Ministerio de Educación era de $968 millones. Y Panamá obtuvo en las pruebas PISA, publicadas ese año, un puntaje de 371 en lectura y 360 en matemáticas, por debajo del promedio PISA de alrededor de 450.

Para 2022, el presupuesto del Ministerio de Educación había crecido hasta los $2,623 millones, un aumento de 270%.

Mientras tanto, los resultados de lectura subieron a 392 (+5.6%) y los resultados de matemática cayeron a 357 (-0.8%), ambos aun notablemente por debajo del promedio PISA.

Todo esto significa que, justo ahora, cuando emergen modelos de lenguaje que dominarán el sector de servicios, los estudiantes panameños, en promedio, tendrían dificultades importantes en comprensión lectora para poder competir.

En vez de poder aprovechar el cambio, los jóvenes panameños enfrentarían el riesgo de ser desplazados, a escala.

La velocidad del cambio exige un plan urgente para dinamizar y agilizar el aprendizaje.

Lentitud

La respuesta lógica es acelerar la expansión de las capacidades estudiantiles. Pero el sistema educativo muestra inercia: planes piloto, mejoras parciales, burocracia lenta.

De hecho, el patrón operativo general del sistema educativo panameño sigue siendo del siglo pasado, mientras el mundo exige experimentación radical y el uso masivo de inteligencia artificial.

Todo parece sugerir que el país necesitará de más pro-actividad para lograr un salto cuántico en materia educativa, y no parálisis legal, donde cada intento de reforma tropieza con la defensa de privilegios y modelos ya caducados.

Regresamos al punto de partida de esta nota: el país enfrenta una emergencia laboral y educativa, y el sistema no está respondiendo a la velocidad que necesitan los estudiantes.

Demografía

La historia también enseña que la tecnología no destruye empleos de forma absoluta, pero sí genera choques laborales en la transición.

Según un reciente informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas, Panamá encara esta transición tecnológica justo al inicio de su proceso de dividendo demográfico.

Esta ventana para aprovechar el bono demográfico solo estará abierta por un par de décadas, justo cuando los jóvenes de hoy corren el mayor riesgo de enfrentar inestabilidad laboral y desplazamiento.

Si los jóvenes no se capacitan ahora, es decir, ya, el país podría perder una de las oportunidades más grandes de enriquecimiento y desarrollo de los últimos siglos.

La conclusión es altamente preocupante: Panamá corre un riesgo enorme de, en vez de saltar al futuro, quedar atrapada en el pasado. Y no por falta de opciones, sino por falta de decisión.

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