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Salud mental | 'Pensé que no iba a amanecer viva': el grito silencioso del estrés laboral

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En Panamá, cada vez más trabajadores enfrentan una realidad que no aparece en los informes de productividad ni en las estadísticas oficiales: el desgaste emocional profundo que puede llevar al colapso físico y mental.

Estrés, ansiedad y burnout: el nuevo rostro de la crisis laboral
Estrés, ansiedad y burnout: el nuevo rostro de la crisis laboral / Canva IA

Cada mañana, Arelys siente que camina hacia un campo de batalla. El uniforme que antes vestía con orgullo, el de perito forense, hoy se ha convertido en una armadura pesada. Las horas en la oficina, las presiones, las exigencias y el agotamiento la han dejado sin energía, sin motivación, sin aire. “Ya no soy la misma”, confiesa con resignación. “El estrés me quitó el sueño, el apetito y la paz”.

El agotamiento que no se ve

Arelys trabaja como perito forense. En sus primeros años, su jornada consumía sus días. “A veces no hay tiempo ni para respirar”, dice. Lo que comenzó como vocación y compromiso con la justicia, terminó siendo un peso insoportable.

Relató que, por la naturaleza del trabajo, las jornadas son de 48 y hasta 72 horas; sumadas a episodios de acoso laboral por parte de su primer jefe y comentarios que la indisponían, desataron un infierno interno que no pudo manejar por sí sola. Confesó que en ese momento pensó en renunciar, pero tras regresar de sus vacaciones le informaron que sería trasladada a otra agencia y decidió continuar sin presentar una denuncia.

"Se descansaba poco; en el día se debe trabajar para sustentar una estadística y, si salía algún caso en las noches, también debes asistir; al solo ser 1 persona por turno, toca ir todo lo que fuera saliendo en esas horas. También era muy común comer a deshoras, saltarte desayunos o almuerzos... O que tu primera comida del día fuera a las 4 o hasta las 6 de la tarde, comiendo poco, hidratándome poco y durmiendo poco; para mí era normal enfermarme tanto", comentó.

El estrés laboral, explica la directora del programa de Salud Mental de la Caja de Seguro Social, Jazmín Cedeño Suman, se produce cuando "la sobrecarga de trabajo sobrepasa las capacidades y recursos de la persona”. Afirmó que en consulta, cada vez son más frecuentes los casos de trastornos adaptativos, ansiedad y burnout derivados de ambientes tóxicos, jornadas extenuantes y falta de reconocimiento.

Arelys recuerda las primeras señales: insomnio, palpitaciones, irritabilidad y una sensación constante de no poder con todo.

Comencé a sentir palpitaciones con sensación de ahogo; la primera vez me pasó manejando y luego trabajando. La sensación fue tan fuerte que me fui a la cuadra (dormitorio), me acosté y sentía como si me fuera a quedar dormida; vi en mi reloj que las palpitaciones bajaron hasta 51", recordó.

Actualmente tiene 7 años ejerciendo la profesión, pero las señales llegaron desde el primer año; no obstante, es hasta ahora que lo entiende, que sabe que lo que vivió durante tanto tiempo era producto del entorno laboral, que no solo se quedaba en lo que sucedía en la oficina, sino en el campo, donde tenía que ver casos de homicidio, suicidio, violaciones sexuales a menores y levantar cadáveres en estado de descomposición. Todo este tiempo ignoró las señales, hasta que su cuerpo la obligó a detenerse.

"En algunas ocasiones intenté contarlo, pero decir que te sientes mal por ver algún caso, que un jefe te hace la vida imposible, es visto como queja, que no quieres trabajar o que no aguantas nada, como debilidad. En mi caso me decían que me quejaba de todo; otros insinuaban que no quería trabajar. Al final decidí aguantar y poco a poco ir adaptándome y superar las cosas como pudiera... Al final, eso me hacía en teoría más fuerte".

Según Cedeño, el estrés laboral no solo repercute en el bienestar emocional, sino también en la salud física. “Nadie es de hierro”, enfatiza. “Si duerme poco, no come bien y tiene preocupaciones económicas, es imposible que rinda al 100%. Ese desgaste pasa factura”.

Agrega que las relaciones interpersonales dentro de las empresas, especialmente los conflictos con jefes o la falta de liderazgo empático, son, de acuerdo con estudios recientes, uno de los factores que más inciden en el desarrollo del estrés laboral. A eso se suma la falta de claridad en las tareas, los horarios extendidos y el poco reconocimiento al esfuerzo.

El insomnio, los dolores estomacales y la irritabilidad eran solo la punta del iceberg; las cosas empeorarían y la primera gran crisis ocurrió en octubre del 2024.

Un jueves, recuerdo que en la noche era el concierto de Aventura en Panamá; estaba en el trabajo, me sentía muy mal, inquieta, con muchos malestares; cuando llegué a casa, me comencé a sentir peor. Las manos me temblaban, no podía respirar, el corazón me latía raro, muy lento, me dolía la cabeza y estaba muy mareada, sudaba frío, sentía que iba a vomitar, pero al mismo tiempo no podía respirar; solo pude acostarme y llorar. Sinceramente, pensé que no iba a amanecer viva", confesó sintiendo la tranquilidad de poderlo hablar.

Cuando el trabajo enferma

El caso de Arelys no es aislado. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los trastornos de ansiedad y depresión relacionados con el trabajo generan cada año pérdidas económicas millonarias y afectan a millones de empleados en el mundo.

  • "A nivel mundial, se estima que cada año se pierden 12,000 millones de días de trabajo debido a la depresión y la ansiedad, a un costo de US$ 1 billón por año en pérdida de productividad.

La ansiedad laboral no siempre se manifiesta de manera evidente. Puede aparecer como cansancio crónico, dificultades para dormir, dolores musculares o incluso problemas digestivos. “El cuerpo habla lo que la mente calla”, señala Cedeño.

Esto Arelys lo confirma; siguió experimentando episodios de emociones que no lograba entender, al punto de tener ideas intrusivas que la asustaron un poco más.

"No sé por qué, pero me acordé de tantos casos de suicidio que he ido... en que solo es un momento, un pensamiento, una decisión... Y sentí más miedo; me preguntaba qué pasaría si mi mente o esto que siento me gana, si llega a mi mente un pensamiento así y que no pudiera controlarlo", expresó.

Su vida había cambiado por completo; muchas veces sintió que solo estaba en cuerpo, pero no mentalmente, durante reuniones familiares, incluso en el propio trabajo. Cuenta que fue una situación muy difícil de confrontar porque no sabía qué hacer, dónde acudir y no quería preocupar a sus allegados.

Empezó a buscar soluciones; una de ellas fue contactar con un especialista en psicología y tomar un mes de vacaciones y tres más de licencia para serenar su mente.

"En esos 4 meses tuve momentos muy oscuros, tuve períodos como 2 veces, de 15 a 20 días, que me obligaba a levantarme de la cama, dormía mal, lloraba casi todos los días, me deprimía mucho, no tenía ganas de salir ni hablar con nadie y en esos momentos debía hacer ejercicios, responder preguntas, analizar, abrir mi mente y trabajar en mis emociones", dijo Arelys rememorando cómo ha sido su proceso.

Había mañanas que me daba igual si no despertaba, solo quería que todo parara. A veces sentía querer luchar, a veces solo necesitaba rendirme; jamás pude imaginar que una persona podía pasar por tanto y allí entendí por qué las personas toman malas decisiones; no es fácil, es muy duro... Allí sola en casa".

La psicoterapia le ayudó a recuperar parte de su equilibrio. Aprendió técnicas de respiración, manejo del tiempo y autocuidado. Pero al volver al trabajo, los síntomas reaparecieron, aunque en menor severidad.

Una cultura que glorifica el agotamiento

Hay una cultura del desgaste en los ambientes laborales, donde se espera que el trabajador rinda al 100 % todo el tiempo, sin considerar su salud física, emocional y mental. Esto genera estrés crónico y aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades como ansiedad y depresión", advierte la doctora Cedeño Suman.

Arelys reconoce que por mucho tiempo sintió culpa por querer parar. “Mi mente me ha mandado señales durante todos estos casi 8 años y tuvo que colapsar mi cuerpo para obligarme a pensar en mí, velar por mi salud y no priorizar un trabajo. Sé que el precio que estoy pagando es alto, que no es fácil, pero lo acepto, asumo las consecuencias de no haber tomado la decisión de irme en tiempo oportuno".

El problema, advierte Cedeño, no solo afecta al individuo, sino a todo el entorno laboral:

Un empleado agotado rinde menos, se enferma más, se vuelve irritable y genera un ambiente tenso. Cuidar la salud mental no es un lujo, es una inversión en bienestar y productividad”.

Insistión en que el signo clave de un trastorno mental es que la persona deja de funcionar: "ya no rinde en el trabajo, en su familia ni en su comunidad.”

El punto de quiebre

Después de cuatro meses fuera, Arelys regresó al trabajo con esperanza. “Pensé que podía manejarlo mejor, que mi terapia me daría las herramientas para resistir”. Pero los días se repitieron como un ciclo interminable.

"Confío en que llegará el día en el que estaré mejor, que pueda manejar todas estas cosas de una mejor forma. Decidí renunciar a este trabajo; y no fue una decisión fácil; está el temor de conseguir un trabajo y más estando así. Llego muchas veces tarde, porque, pues, no me siento bien... El riesgo profesional psicológico existe. Y tampoco voy a sentirme mal por eso, solo quiero enfocarme en estar bien, en mejorar física y mentalmente".

Su historia refleja una realidad que atraviesa a miles de panameños. Según la CSS, en los últimos años ha aumentado la cantidad de pacientes que buscan atención psicológica por motivos relacionados con el trabajo.

La historia de Arelys es un espejo. En ella se reflejan las consecuencias de una cultura laboral que valora más la productividad que la estabilidad emocional. Pero también es un recordatorio de que el cambio empieza con reconocer lo que nos duele.

La doctora Cedeño insiste en que es urgente que Panamá fortalezca su política de salud mental, especialmente en entornos laborales:

Las instituciones deben ofrecer espacios de apoyo psicológico, promover pausas activas, jornadas más humanas y, sobre todo, eliminar el estigma de pedir ayuda”.

Mientras tanto, Arelys se aferra a su proceso de recuperación. En un mundo que exige tanto, elegir la salud mental es un acto de valentía.

Síntomas

  • Palpitaciones, sensación de ahogo, mareos 💓
  • Dolores de cabeza, caída del cabello 🤕
  • Problemas estomacales, diarreas recurrentes 🤮
  • Insomnio, agotamiento extremo🥱
  • Irritabilidad, tristeza persistente 😞
  • Sensación de desconexión, dificultad para concentrarse 😶‍🌫️
  • Crisis de llanto, pensamientos intrusivos 😭

Recomendaciones para cuidar la salud mental

La doctora Cedeño insiste en que la salud mental no puede seguir siendo secundaria. Estas son sus recomendaciones clave:

  • Ejercicio regular: libera serotonina, oxitocina y endorfinas que equilibran el exceso de cortisol. 💪🏻
  • Alimentación saludable: protege contra el estrés cotidiano y el envejecimiento.🥗
  • Pausas activas: 10 minutos cada 2 horas para oxigenar el cerebro. ⏱️
  • Comunicación asertiva: hablar con compañeros y líderes sobre lo que se siente. 🗣️
  • Gestión emocional: aprender a reconocer y regular las propias emociones. 🧘‍♀️
  • Buscar ayuda profesional: psicoterapia, medicamentos si es necesario.🏥
  • Crear espacios seguros en el trabajo para hablar sin miedo ni estigmas🌱

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