Estrellas infantiles de Hollywood que pasaron del éxito millonario a la ruina económica
Estos casos, pese a su diversidad, comparten raíces comunes: contratos sin cláusulas de pagos residuales, manejo financiero negligente, falta de aplicación efectiva de la Ley Coogan y secuelas emocionales de la fama infantil.
Bajo las luces brillantes, las estrellas infantiles parecen vivir un cuento de hadas hecho de fama, fortuna y admiración.
Sin embargo, detrás de la pantalla se esconden historias donde el éxito temprano se transforma en crisis financiera, problemas legales y batallas personales. Las trayectorias de Drake Bell, Dustin Diamond, Gary Coleman, Jack Wild, Amanda Bynes y Aaron Carter exponen un patrón recurrente: ingresos millonarios dilapidados por la falta de protección legal, mala administración y el impacto emocional de la fama precoz.
La psicología del estrellato infantil está marcada por una paradoja: en la cima de su popularidad, muchos actores no reciben pagos residuales por las repeticiones de sus programas, y sus fortunas desaparecen tan rápido como llegaron. Drake Bell, famoso por Drake & Josh en Nickelodeon, lo describió sin rodeos en The Unplanned Podcast: “Eso está lejos de la realidad. Y especialmente, lo que es una decepción para la mayoría de nosotros en Nickelodeon, es que no recibimos pagos residuales por nuestros programas”. A sus 39 años, y tras haber alcanzado audiencias de 3,2 millones en su estreno, Bell confesó que incluso ha tenido dificultades para pagar el alquiler.
Dustin Diamond, eterno Samuel “Screech” Powers de Saved By The Bell, vivió un auge similar. A pesar de que la serie se convirtió en un fenómeno global gracias a sus constantes retransmisiones, Diamond nunca recibió compensaciones por ellas. “Fue difícil conseguir trabajo que no fuera una copia de Screech”, reveló en una entrevista con Oprah Winfrey en 2013. Aunque ganó cerca de dos millones de dólares, su patrimonio al morir en 2021 apenas rondaba entre 300.000 y 500.000 dólares.
Gary Coleman, estrella de Diff’rent Strokes, llegó a cobrar 100.000 dólares por episodio en los años 80, pero denunció a sus padres y representante por malversar 1,28 millones de dólares. “Puedo repartir la culpa en todas partes: desde mí hasta los contadores, mis padres adoptivos, agentes, abogados y de vuelta a mí”, dijo en declaraciones recogidas por Daily Mail. En 1999 se declaró en bancarrota y falleció en 2010 con un patrimonio estimado en apenas 75.000 dólares.
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El británico Jack Wild, nominado al Oscar por Oliver! (1968), dilapidó su fortuna entre lujos y excesos en los años 70. “Solo desearía haber invertido el dinero y no haber bebido tanto”, admitió en sus memorias. Su carrera se desplomó, terminó dependiendo de asistencia social y perdió la voz por un cáncer oral derivado del alcoholismo. Falleció en 2006 a los 53 años.
Amanda Bynes, ícono juvenil de Nickelodeon, llegó a ganar hasta tres millones de dólares al año, pero su carrera se frenó en 2010 tras problemas de salud mental que la llevaron a una tutela legal de sus padres. En menos de un año gastó más de un millón de dólares sin ingresos relevantes. Ya en libertad financiera, encontró en OnlyFans un nuevo camino profesional. “Ella ve OnlyFans como una especie de renacimiento profesional”, aseguró una fuente a Daily Mail.
Aaron Carter acumuló más de 200 millones de dólares antes de cumplir 18 años, pero deudas fiscales y mala gestión familiar lo dejaron con solo dos millones a su mayoría de edad. “Nunca recibí esos retornos ni nada por el estilo… Incluso ahora, nunca he tenido mi propia casa”, confesó. En 2013 se declaró en bancarrota y murió en 2022 con un patrimonio estimado en 550.000 dólares.
Estos casos, pese a su diversidad, comparten raíces comunes: contratos sin cláusulas de pagos residuales, manejo financiero negligente, falta de aplicación efectiva de la Ley Coogan y secuelas emocionales de la fama infantil. Aunque la ley californiana busca reservar parte de las ganancias de los menores, la experiencia de Aaron Carter demuestra que su cumplimiento no siempre es riguroso.
La narrativa pública suele asociar la infancia en Hollywood con riqueza perpetua, pero las historias de Bell, Diamond, Coleman, Wild, Bynes y Carter muestran lo contrario: vulnerabilidad, malas prácticas y la dificultad de reconstruir una vida lejos de los reflectores. Incluso cuando logran reinventarse, como Bynes, el camino hacia la estabilidad financiera y emocional sigue siendo una batalla constante.