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“Necesito contar mi historia con Alejandro Sanz. Esto es por la niña que fui, pero sobre todo, por la mujer que soy hoy”. Con estas palabras comienza el testimonio de la mujer. Su relato, que va más allá del escándalo, abre un debate urgente sobre los vínculos desiguales, el consentimiento emocional y los límites entre ídolo y seguidor.
Según Ivet, todo comenzó en 2015. Ella tenía 18 años cuando el cantante, 31 años mayor, la siguió en redes sociales. “Yo alucinaba con que alguien como él, tan famoso y querido por todo el mundo, me mandaba mensajes privados y me comentaba mis fotos”, recuerda. Su vínculo con Sanz, asegura, no fue una simple interacción digital: las pruebas que muestra incluyen capturas de pantalla, menciones públicas del artista, y agradecimientos por su apoyo constante.
La primera vez que se encontraron en persona, según relata, fue cuando ella apenas alcanzaba la mayoría de edad. “Quedamos por primera vez cuando yo tenía 18 años, él tenía 49. Para mí, ha sido muy duro saber que Alejandro sabía lo que yo era: una niña”, enfatiza en uno de los fragmentos más duros de su testimonio.
Con el deseo de estar cerca del cantante, Ivet empezó a trabajar como dependienta para financiar su presencia en distintos conciertos por toda España. “Me hice 10 conciertos en un mes y medio. Él lo sabía y jugó con mis sueños”, denuncia, mientras muestra fotografías y publicaciones que acompañan su versión de los hechos.
El relato toma un nuevo rumbo cuando Ivet, con apenas 22 años, se muda a Madrid tras recibir una propuesta de trabajo por parte del equipo de Sanz. “En esa época nos espiaban las conversaciones que manteníamos por privado”, asegura. A pesar del entorno restrictivo, la relación entre ambos se tornó íntima y sexual.
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“Se convirtió en íntimo y sexual”, afirma con una mezcla de nostalgia y amargura. “Al inicio sentí que era un sueño, pero luego fue una pesadilla”. Lo que parecía un vínculo especial terminó convirtiéndose en una experiencia que la marcó negativamente.
El paso del tiempo no alivió el dolor. Al contrario, las memorias se acumularon con dudas e inseguridades. “En su más absoluta intimidad le compartía imágenes y textos”, revela. Hoy, se pregunta quién más tuvo acceso a esa información privada. “Me siento engañada, humillada, e incluso sucia”.
El testimonio se intensifica cuando Ivet hace referencia a una entrevista que Alejandro Sanz concedió a Vanity Fair en marzo de 2025. En ella, el cantante afirma que puede ser “peligroso y llevarse a la gente por delante”. Esa frase encendió la necesidad de Ivet de hablar públicamente. “A mí Alejandro Sanz me ha llevado por delante. Me ha dado miedo porque creo que vive en una realidad paralela. Se siente por encima del bien y el mal”.
Lo que más le duele, según dice, es el comportamiento del artista. “Se le aplaude, se le consiente. Pero yo no firmé ningún papel. Por eso hablo, para desmentir su forma de actuar”. En su reflexión más fuerte, Ivet sentencia: “Ya no soy esa niña que está dispuesta a todo para estar más cerca de él. La Ivet de hoy sabe lo que es un vínculo sano y proporcional”.
A pesar del impacto de su testimonio, no todos en redes comprenden la dimensión de su denuncia. Algunos usuarios cuestionan sus intenciones, especialmente por publicaciones recientes que parecen contradictorias. Un usuario identificado como ‘Noe’ señala: “Hace 6 días subió un concierto de 2022, no entiendo nada”.
Otros comentarios abundan: “¿Dónde estaban los padres de esta chica?”, “¿Qué hubiera pasado si fuera un hombre sin fama?”, “¿Quería que se case con ella?”. La confusión del público es evidente, pero Ivet responde con serenidad: “Denme tiempo. Daré más detalles. No se trata de qué fue lo que pasó, sino de cómo se mantuvo el vínculo”.